Prólogo

¿Acaso estoy soñando?

¡Oh, no! Soy consciente de mi vana esperanza de que este momento sea tan sólo una ensoñación, de que a la noche le siga la luz de la mañana. Mi mente parece perforada por espadas. La sangre y el dolor controlan mi mente. Cada vez que despierto de mi sueño agitado, habitado por imágenes solapadas de catástrofes y de guerra, ansió que ese último mensaje de Imray fuera únicamente un sueño.

La desolación, el silencio del Oscuro que algunos califican como «paz y tranquilidad», me inmunizó hace ya largo tiempo frente al sufrimiento, con excepción del dolor sordo que provoca mi soledad. Ni siquiera las tormentas invernales pueden vencer al silencio aquí, en los límites del mar de la Noche. Se trata de un dolor dulce, sin embargo, en comparación con el sufrimiento al que debe enfrentarse el reino.

¿Cómo puede ser la vida tan cruel?

¿Es posible que los habitantes de todas las islas, en la cúspide de la civilización, sucumban a los horrores de la barbarie? Si analizamos la historia, vemos que la construcción de nuestro mundo se basa en el sufrimiento, y no en la paz y la tranquilidad. No obstante, nunca antes fue tan evidente la amenaza del sufrimiento y el derramamiento innecesario de sangre.

No es la primera vez que la continuidad del linaje de los Nibuüm está en peligro, como tampoco es la primera vez que la existencia misma del reino de Romander se ve amenazada. En esta ocasión, sin embargo, todo parece indicar el estallido de una grave e inminente crisis.

La construcción de la Torre de Cristal de la ciudad de Romander finalizó tan sólo hace dos siglos, pero el grito estridente de la muerte y la destrucción ya resuena con el eco de su cúpula; sus cimientos ya se encuentran carcomidos por parásitos corruptos por el abuso de poder. La célebre Regla del Poder Servicial, instituida por el gran emperador Aerden Hays Luire, y perpetuada por las palabras y los hechos de cada uno de sus sucesores, ha dejado de ser válida. En cambio, la opresión, la sangre y el dolor se han convertido en la norma en Valaire. El temible Antas, el nuevo comandante del ejército de ojos negros, ejerce el poder. No, no se trata del poder, sino del abuso de poder, rasgo inconfundible del Espíritu del mar de la Noche. Se trata de un poder que en última instancia devorará a su poseedor, pero este proceso es demasiado lento; entretanto, el gobernante tortura a su pueblo cuando en realidad debería estar a su servicio.

Todos esperaban que el emperador Quelter Zey Umren, en calidad de digno homólogo del Señor de las Profundidades, sin por ello cuestionar en ningún momento su grandeza, hiciera su primera aparición en público desde hacía varios meses con ocasión de la celebración del ducentésimo tercer aniversario de la finalización de la torre. Decenas de miles de personas atestaban la plaza del palacio. El pueblo ansiaba una señal, una prueba de que seguían unidos a su soberano, de que Romander había ganado más fuerza. Deseaban escuchar que el poder y la armonía del reino, simbolizados por la torre que domina desde las alturas todo el país en su clara y esplendorosa magnificencia, continuaban velando por el pueblo.

El hijo de Quelter, Ymdrialt Dyl Umren, hablará, en caso necesario, en representación de su padre, enfermo en fase terminal; eso dicen los guardias, los cuales, a su vez, hablan en nombre del muchacho. Ymdrialt está en posesión de la misma autoridad que su padre, o por lo menos eso dicen los guardias. Pero hace varias semanas que ninguno de los dos, ni Quelter ni Ymdrialt, ha hecho aparición en público. A pesar de sus esfuerzos, los guardias han sido incapaces de impedir que los rumores se hayan extendido a través del reino como un reguero de pólvora. Se dice que el Señor de la Guerra, Antas, que recibió inesperadamente su nombramiento del emperador, es el responsable de haber aislado el palacio del mundo exterior, y que sus guardias mantienen alejado a quienquiera que pretenda acercarse.

Imray, escriba del palacio de Valaire, mi tío abuelo y por consiguiente un Nibuüm, consiguió enviar una paloma mensajera a Oscura. Su mensaje era breve pero muy claro:

Hermanos y hermanas de linaje:

Los tiempos están cambiando.

Os envío este mensaje a altas horas de la madrugada. Me hallo confinado en mis dependencias. Los guardias de Antas creen que duermo. Las puertas y las ventanas han sido bloqueadas, pero por suerte había escondido una copia de la llave de una de mis ventanas y he conseguido escalar a las jaulas de las palomas. Por cierto, no me ha resultado nada fácil.

Estoy completamente convencido de que Antas ha hecho uso de su influencia sobre el anciano Quelter, y lo ha encerrado en su propio palacio. Después de unas cuantas incursiones nocturnas conseguí hablar con algunos de los cortesanos. Estamos seguros de que Antas mantiene como rehenes a todos los miembros de la familia imperial. Algunos de vosotros conocéis a Antas: es un demente, y sus planes son un enigma para todos.

Debéis advertir al duïlche de Ylië eth Arlivoux con la mayor prontitud. Únicamente él y los Solitarios podrán detenerle.

No os preocupéis por mí.

Imray

Lady Verlant, la más anciana de nuestro linaje, decidió actuar inmediatamente y envió palomas a Wilder de Dymstere y a lady Reyliver de Coumber; solicitaba que informasen al duïlche de la situación. Pero el tiempo fue más rápido y alcanzó a las palomas en vuelo.

Tan sólo había transcurrido un día desde su partida cuando un arao aliblanco trajo un nuevo mensaje de Imray. Su caligrafía era irregular, y la misiva no comenzaba con el habitual saludo, como si escribiera apurado:

¡Temo por mi vida!

Durante mi última incursión nocturna en palacio, descubrí los cuerpos de veinte cortesanos. ¡Y no se trataba de los de menor rango! Incluso el consejero Tarfiant de Carabela se contaba entre las víctimas. Era una visión espeluznante. ¡Los habían decapitado! Sus cuerpos yacían apilados uno encima del otro, sin la menor consideración; sus cabezas habían sido arrojadas de cualquier manera en un rincón. La sangre corría por todas partes. Y hay rumores de que el emperador no sigue vivo.

De repente reina la barbarie. Antas pretende asesinar a la corte en pleno. Los siguientes serán los científicos. Un escudero me informó de que Antas tiene una lista en la que figura mi nombre. Me llegará el turno mañana, o tal vez pasado mañana. Intentaré escapar, junto con el escudero de la corte y su mujer. Pongo mi vida en manos del Señor de las Profundidades. Si él así lo desea, nos veremos muy pronto.

Imray

Han pasado dos semanas desde que recibí esta carta. Desde entonces no he tenido noticias de Imray.

En la biblioteca busqué información sobre Antas. Nació en las Fyres. Es huérfano, y nadie se había fijado en él hasta que se licenció con matrícula en la Academia Imperial de Estudios Estratégicos Superiores de la ciudad de Romander. Se sabe muy poco de su vida, pero se dice que tiene poderes mágicos. A buen seguro, cuenta con una dosis considerable de carisma. Pero también es cierto que se ha visto involucrado en asuntos turbios. Le llaman el Capitán del mar de la Noche. En un primer momento fue leal al desran, pero cayó en desgracia hace algunos años y fue rebajado de rango por razones todavía poco claras.

Los guardias de palacio intentaron apresarle, pero hasta hace muy poco parecía que se lo habían tragado las olas del mar de la Noche. Había rumores de que se había refugiado en Ag'wandon, la isla sumergida, en el norte, pero recientemente volvió a aparecer en Gyt Occidental, donde consiguió reunir muchos seguidores. Estos vestían túnicas de color marrón y forjaban enormes sables.

Finalmente, Antas condujo su nuevo ejército hasta la ciudad de Romander. Nadie se atrevió a oponer ninguna clase de resistencia, ni a él ni a su compañía, y el desran le recibió como a un igual. Corren rumores de que más de la mitad de los guardias son ahora leales a Antas.

¿Qué debemos hacer?

Teniendo en cuenta las palabras que nos han llegado de Randole, no podemos interferir, por mucho que lo deseemos. «Si los Nibuüm empiezan a inscribir sus hazañas en el mismo mundo físico en lugar de dejarlas registradas, el linaje desaparecerá», dice el segundo libro de textos clásicos de Randole. Podemos, no obstante, ofrecer nuestro consejo y apoyo a las fuerzas de la resistencia. El problema es que la resistencia todavía no ha tenido tiempo de organizarse. Tal vez deberíamos encargar a Dermrod y los demás altos mysters que sigan de cerca los movimientos de Antas.

¡Oh, si pudiera poner mi mano sobre el Pilar de la Veracidad, para que el Señor de las Profundidades me ayudara en las muchas decisiones difíciles que deberé tomar en los tiempos venideros! Pero un sinfín de mares me separan de ese lugar sagrado. Lo único que me queda es el escarmiento de los oficiantes del tiempo estancado.

[Texto extraído del Libro del tiempo estancado. Informe sobre el linaje de los Nibuüm: el cruce de la línea ciento decimocuarta (Serth y Oscura). Originalmente recogido por el escriba Eclesiant de Oscura en el año 6393. En el año 8428, el escriba Marling de Rak hizo una nueva redacción.]