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DEL DICHO AL LECHO…

Quien mala cama hace, en ella yace? No, no la hacía. Se la encontraba más o menos hecha y la abandonaba deshecha. Ay. Otra y otra, el literato. Qué letargo. Aah. Harto? La literatura es demasiado dura como para tirarse a la bartola. Come on! Holgazán! Ya no se levanta, el sol galano? De cama en camastro, el camastrón soltero, en los buenos tiempos de Londres. Criaba buena fama y se echaba a dormir… Compartía la fama y quizá más de una ama y fámula [o mucama] con aquel pintor pinturero, Augustus John, que también pintaba con amor de mil amores. Y de boca en boquita corría aquella jaculastoria, The Virgin Prayer, es cosa seria, para vírgenes y ninfas ardientes, que venía a decir: Ezra Pound, a sus pies madama, y Augustus John, por supuesto, bendigan la cama en que m’acuesto. [Pero no, no se la hacía, el mejor artesano, porque, como le escribió una vez a su camarada Jim J., la cama, demonios, hay que comprarla. El que algo quiere, algo le acuesta…] C’est toujours la même litanie?, preguntó Babelle, siempre la misma camándula?, al volver a mecanografiar la plegaria plegable:

Ezra Pound

And Augustus John

Bless the bed

That I lie on.*

* And so on. Bisbís!:

Encore!, se encorajinó Babelle. [Altra volta, John, otra voltereta…] Luego pondremos Bidlake, John, en vez de Augustus, dijo Milalias. [Punto contra punto…] The last bid…?, empezó a decir ella. El último?

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