Los gazapos en la radio, lo mismo que en la televisión, entran y salen por los estudios sin autorización de nadie y actúan impunemente. Todavía no se ha inventado el «gazapicida» que acabe con ellos. Claro que, también es verdad, en el mercado existen varias marcas de insecticidas y ninguno de ellos ha podido acabar con «la mosca de servicio» que trabaja en Prado del Rey desde que allí hay cámaras.
Los locutores de ambos medios —se dice— procuran no comer aceitunas con hueso cuando tienen que hablar en horas de servicio, porque está demostrado que el hueso, bailando entre lengua y dientes, ocasiona equivocaciones en la pronunciación. Tampoco es recomendable estar tomando un helado a la hora de hablar ante el micrófono, porque le deja a uno la lengua fría o lo que en el argot radiofónico se llama «lengua de trapo».
Pero nuestra misión aquí no es proponer remedios, sino todo lo contrario, porque lo que nos divierte es precisamente cazar piezas y conservarlas en buenas condiciones, para contárselas a los amigos.
Claro que los errores en radio no sólo los cometen los locutores.
Recuerdo que, emitiendo un serial en Radio Madrid, la escena que voy a comentar se desarrollaba en el interior de un taxi en el que viajaban los dos personajes centrales (Maribel Alonso y Manolo Bermúdez).
En un momento dado —según el guión—, el actor le dice al taxista: «Pare aquí, delante del banco, que nos bajamos.» Y desde el control, el encargado de poner los ruidos en disco se equivoca, y en lugar de hacer sonar la 4.ª estría del disco de «sonidos de coche en marcha», pone la estría siguiente… y, en lugar de sonar un frenazo de coche, salió el estruendo de un choque de dos vehículos.
Ya se imaginarán la cara de sorpresa de todos.
Pero Manolo Bermúdez tuvo la genialidad de decir: «¡Vaya bofetada que se acaba de dar ese tranvía!…»
Y al del control le dio tiempo para poner el frenazo de la estría anterior.
Hace unos años la emisora Radio Andorra emitía a diario un largo programa de dedicatorias, y generalmente sus locutores eran bilingües y presentaban los discos en español y luego en francés.
Claro que no siempre la traducción era correcta, porque recuerdo que en una ocasión dijo la locutora: «Les ofrecemos a continuación el pasodoble torero Luis Miguel Dominguín.» Y a continuación dijo en francés: «Ecuté vu, le pasodoblé toguegó “Luis Miguel… Petit Dimanch”.»
Sabido es que a la hora de dar la hora en cualquier informativo de cualquier cadena de radio española se da la hora en la Península… y una hora menos en Canarias.
Hubo un locutor que, posiblemente afectado por el madrugón, dijo: «Son las seis de la mañana. Las cinco en España.»
Comentando la jornada futbolística, un domingo por la noche, se dedicó especial atención a una gravé lesión sufrida esa misma tarde por un delantero del Real Murcia y desde allí dijo el cronista: «Desgraciadamente, nos confirman en la clínica donde está hospitalizado que sufre fractura completa del peroné… por lo que parece descartado para el partido del próximo domingo frente al Barcelona.»
En octubre de 1983 celebró Radio Bilbao sus cincuenta años de existencia. Entre otros actos se celebró un concierto multitudinario a cargo de Serrat. Al día siguiente comentaba un diario local: «Gran éxito de Serrat en el festival organizado por Radio Bilbao con motivo de su cincuenta centenario.»
De donde se deduce que la emisora bilbaína empezó a emitir hace ¡¡cinco mil años!!
En el programa-magazine de Basilio Rogado Cita a las 5 ocurrió que se puso al habla telefónica el realizador con una popular cantante de música ligera y el diálogo comenzó así:
«Perdona, guapa, que te molestemos con esta llamada.»
«No, por Dios, Basilio. Yo os agradezco muchísimo que os ocupéis de mí, porque a mí me encanta la radio, como me encanta la prensa o cualquier otro medio de locomoción.»
O sea que, para ella, la radio y los trolebuses o el tren son lo mismo.
Se estaba retransmitiendo desde Éibar el partido final del Campeonato de España de Pelota-Mano y al terminar comentó el cronista deportivo: «Los últimos tantos han sido realmente dramáticos, porque el campeón se quejaba de las manos, y el aspirante se quejaba de las pelotas.»
El que fue gran locutor Carlos del Pozo fue además un extraordinario bajo de ópera, y entre sus hijos había una —Marimí— que vino al mundo con una extraordinaria voz.
El día que, siendo niña, fue presentada a los oyentes, el locutor-presentador quiso decir que se trataba de una niña «precoz» y dijo, nada más y nada menos, que se trataba de una niña «procaz», con lo cual se vino abajo el programa.
Se celebraba en Madrid la final del Campeonato de España de Lucha Libre Americana y Carlos Fuertes Peralba llevó en sobremesa al campeón que ponía su título en juego.
No hubo más diálogo que éste:
«Tenemos aquí al actual campeón que esta noche tratará de conservarlo en su poder. ¿Qué va a pasar? El mismo nos lo va a decir porque está junto a nosotros.»
Y el campeón se acercó al micrófono y dijo:
«Pues va’pasar… que en el primer asalto le voy a meter un ostión que lo voy a tumbar.»
Fuertes Peralba quedó petrificado con la frase y se limitó a decir: «Bien, pues ya han oído ustedes. La docta palabra del campeón de España de lucha libre.»
En una conexión en cadena, desde Valencia, cuando el informador estaba dando cuenta de unos incidentes callejeros a cuenta del cierre de una empresa, de pronto se cortó la conexión con la unidad móvil y se produjo un silencio. Desde la central se dieron cuenta, y el realizador dijo a los oyentes: «Lo sentimos, señores, pero tenemos complicidad con las líneas de Valencia y no podemos seguir oyéndoles.»
Era una avería con cómplices.
Al dar la noticia de un accidente ferroviario ocurrido en Vizcaya, el informador quiso decir que los heridos habían sido trasladados al «hospital civil» y dijo que habían sido trasladados al «hospitil cival. Rectificamos: hemos querido decir al hospitil cival».
Y ahí quedó la cosa.
Se televisaba una corrida de toros de la Feria de San Isidro de Madrid, y en el quinto toro un peón resultó alcanzado por el toro y recibió una soberana paliza. La cosa no pasó del susto, pero lo cierto es que casi le desnuda y le dejó con el trasero al aire al haberle roto el calzón o taleguilla. El narrador de la corrida se encontró con aquello en el monitor y dijo muy finamente:
«… como ven, le ha dejado al aire esa parte del cuerpo que está donde la espalda pierde su honesto nombre.»
Y le quedó muy bien, pero… a continuación sale el sexto toro y el mismo presentador dijo: «Éste es el último toro de la corrida. Se llama Platero. Es negro zaino y pesa 542 culos.»
Se ve que la palabra le había quedado suelta en el ordenador y un fallo técnico la puso donde no debía.
España —como selección de fútbol— jugó un trascendental partido de fútbol previo a la fase final europea, contra Malta, a la que ganó por el apabullante tanteo de 12 a 1. Pero empezó marcando la selección maltesa y esto motivó el que, al acabar el partido, un comentarista deportivo dijera: «La verdad es que, con aquel primer gol en contra, teníamos todos el puño en un corazón.»
En un programa deportivo se comentaba cierto problema surgido entre la Federación Nacional y los presidentes de los clubs de Primera, y el comentarista dijo: «Ya comprenderán ustedes que, ante este problema, nosotros no nos vamos a quedar cruzados de hombros.»
Nosotros hemos intentado cien veces cruzarnos de hombros y palabra que no lo hemos conseguido.
Puesto a hacer un elogio del árbitro de un partido, un realizador deportivo dijo de él: «Es un hombre valiente, de los que hacen falta en los campos de fútbol, porque es de los que cogen al cuerno por los toros.»
Está muy bien, salvo que es al revés.
Durante una corrida de feria en Logroño, se hacían conexiones a lo largo de la lidia y en una de ellas dijo el informador: «Este espada ha toreado francamente bien a su segundo, y aunque no cortó oreja por culpa del estoque, el público le ha obligado a dar una triunfal rueda al vuelto.»
Éste me recuerda a aquella locutora que, en los prolegómenos del sorteo de Navidad de la Lotería Nacional, dijo que «ya está todo dispuesto para empezar, porque ya están todas las bombas en el bolo».
Hubo otro locutor que, a la hora de dar el santoral del día, dijo: «Hoy es la festividad de San Leopardo.»
Nos quedamos con la duda de si sería San Leopoldo o San Leonardo.
«La próxima zarzuela que emitirá TVE —decía un diario madrileño— será Maruxa, de Jesús Guridi.» Cabe pensar en un despiste momentáneo de quien esto escribió, porque Maruxa fue musicada por Amadeo Vives.
Pero se confirma el despiste que nos temíamos, porque a continuación agrega: «No es ésta la única zarzuela de Guridi que tiene preparada TVE, ya que más adelante ofrecerá El caserío.» Aquí ratifica su gazapo musical.
Con motivo del Mundial-82 de fútbol, leímos esta desmesurada frase: «Quince mil millones de telespectadores de todo el mundo seguirán el campeonato a través de las pantallas de televisión.»
Teniendo en cuenta que el planeta Tierra tiene unos cuatro mil millones de habitantes, según recuento hecho con paciencia por un amigo mío, el resto, hasta quince mil, pertenecerán a otros planetas superpoblados, porque la diferencia es de once mil millones de habitantes.
Para esa noche se anunciaba en TVE el largometraje David Copperfield, y al ofrecer una sinopsis del argumento, decía un diario bilbaíno: «David Copperfield nació un viernes por la noche.» Apasionante dato para los señores telespectadores. «Su madre enviudó muy bien y pronto se volvió a casar con un individuo absolutamente antipático que le hizo la vida imposible a David.»
No sabemos qué se entiende por «enviudó muy bien», como tampoco hubiéramos entendido que «enviudó muy mal». Y encima va y se casa a todo correr con un tío «absolutamente antipático». No era ligeramente antipático, ni levemente antipático, ni simplemente antipático. Era «absolutamente antipático».
Otro comentario sobre programas de televisión que nos llamó la atención fue éste: «El espacio dedicado a la campaña de analfabetización nos parece que va por muy buen camino.»
Si seremos cultos en España, que televisión organiza una campaña para hacernos analfabetos.
El veterano y gran actor Fernando Rey protagonizó como narrador la serie de TVE Memoria de España, y al ser entrevistado por una revista especializada sobre lo mucho que tuvo que moverse para visitar distintos puntos de la geografía española en un momento dado de la entrevista, contesta: «Me he recorrido catorce kilómetros de país. Casi como un líder en unas elecciones.» Y más adelante dice —según la revista, claro— «ha sido un poco paliza, porque he tenido que recorrer catorce mil kilómetros de país en poco tiempo».
Pues de 14 a 14.000 hay una ligera diferencia. El programa se titulaba Memoria de España, pero aquí a alguien le falló precisamente la memoria.
En un comentario sobre programas de TV comentaba Julio Fuertes: «Se hablaba anoche en una tertulia de hombres de la “extraña coincidencia” de que se presentaran a la vez tres mujeres en el programa Un millón para el mejor, dispuestas a llevarse, si no el millón, sí al menos un buen pellizco.»
Un pellizco se lo pueden dar en cualquier sitio, sin necesidad de ponerse ante las cámaras.
La mayoría de los programas que emite la televisión vasca son ofrecidos en euskera, que es el idioma de Euzkadi. Con ese motivo el titular de Cultura del Gobierno vasco dijo —según un diario bilbaíno—: «Para tener el carácter bilingüe del país, tenemos que ir de forma galopante al monolingüismo.»
Sí, señor; la lógica ante todo. La mejor manera de llegar al bilingüismo es galopar hacia el monolingüismo.
Decía un diario barcelonés al referirse a los «programas de televisión para la próxima semana»: «El sábado día 1 se televisará el partido At. Madrid-Barcelona y el domingo día 3, Copa Davis en Tiempo y Marca.»
Si el sábado era día 1 y el domingo día 3, ¿qué fue el día 2?… Sería «sabamingo».
Dentro del programa Concierto de Año Nuevo, televisado desde Viena, entre otras obras figuraba en programa la famosa obertura de Strauss Las alegres comadres de Windsor, pero, a la hora de publicarlo, en la prensa se decía «Las alegres comadrejas de Windsor».
La diferencia entre «comadres» y «comadrejas» es la misma que entre «gallinas» y «gallinejas», más o menos.
Cuando fue televisado desde Vigo, en el Mundial-82 de fútbol, el partido Italia-Polonia, lo primero que se oyó fueron los himnos, y comenzaron por el himno de Galicia, y el presentador dijo muy serio: «Están ustedes escuchando el himno de Polonia.»
Y nada más comenzar ese Italia-Polonia, que ya empezó mal, dijo el locutor: «Éstos son los primeros segundos del primer tiempo del segundo partido del decimosegundo mundial de fútbol.»
Todo un alarde de números.
TVE, a pocas fechas del fallecimiento del actor Paco Martínez Soria, programó la película Se armó el belén, por él protagonizada, y decía la prensa de aquel día que «esto se había hecho como homenaje de felicitación por su reciente fallecimiento».
… Felicitación que le llegó un poco tarde.
En el resumen informativo de los programas de televisión de ese día, un diario gallego decía: «A las 20.30: Demasiadas esposas para Patrick. A las 21.00: Telediario. Y a las 32.35: Dentro de un orden.»
Será «dentro de un desorden», porque en Galicia, lo mismo que en Calahorra, o en Sabadell, el día no tiene más que 24 horas.
En el año 66, en la programación de noche, según leemos en un diario del mes de febrero: «Esta noche, a las 9.45, TVE ofrecerá una rueda de prensa con don Victoriano Fernández Asís, El verdugo ambicioso.»
No comprendemos semejante apodo para tan brillante personaje.
En una revista especialmente dedicada al tema radio, leemos: «Por primera vez en España se prepara un verdadero programa agropecuario destinado a la masa rural. Será un programa diario que se emitirá desde las 20 a las 20.30 horas de la mañana.»
Esas horas de la mañana no existen.
En febrero de 1964 se publicó un suelto en un diario de Alicante donde se leía: «Por el ministro de Información y Turismo, han sido nombrados subdirector general de Radio, don Manuel Aznar Acedo, y subdirector general de Televisión, don Luis Ezcurra.» Y sin más pausa ni texto, decía a continuación: «Trae cebada.»
No sabemos si lo que llevaba cebada era el decreto, o que en ese momento el que redactó la noticia pedía cebada para merendar.
En una emisora comercial y dentro de un programa patrocinado por una central lechera pusieron un fragmento de la Sinfonía incompleta de Schubert, y al terminar dijo el locutor: «Si este gran compositor hubiera tomado nuestra leche, habría tenido fuerzas para acabar su sinfonía.»
Anunciando la programación del día en TVE, decía un diario madrileño: «A las 8.00: Los ángeles de Charlie. Hoy, Salvar a un ángel caído. Dirección de Kin Manners. Actuarán los diestros Manzanares, Palomo Linares y Peña Herrera.»
Vimos el programa y allí no toreaba nadie.
Por su notable parecido con los escenarios reales, varios puntos cercanos a Segovia, junto a la sierra del Guadarrama, fueron elegidos para el rodaje de la película La batalla de las Ardenas. Y agregaba una revista: «Sobre tan excepcional e importante acontecimiento, Radio Segovia mantiene informados a sus lectores.»
Se ve que, en Segovia, los lectores escuchan la radio, y los oyentes leen la prensa.
La firma Casas Enterprises de Los Ángeles, California, cursó una circular-anuncio a todas las emisoras comerciales españolas, ofreciéndoles unos programas con una importante selección de discos. Había que pagar una cuota, naturalmente, pero ¿saben cuánto?… Según decía la misma carta, había que pagar por el programa, por mes, «ciento cincuenta dolores».
Son demasiados «dolores» para un solo programa. Y por tratarse de un programa musical, se supone que serían dolores de oído, que son tremendos.
Cuando Televisión Española cumplió diez mil días de programación, Informe Semanal le dedicó un programa en el que intervinieron los personajes que realizaron los primeros programas. Y decía un periódico; «Entre ellos se encuentran varias locutoras femeninas.»
Las locutoras siempre son femeninas. Que nosotros sepamos, no hay ninguna locutora masculina… al menos en apariencia.
El propietario de una granja en Londres hizo instalar un sistema de televisión en circuito cerrado para vigilar cómodamente —sin ser visto— las vacas que allí tenía. Pero en el diario de Jerez, donde leímos la noticia, ésta venía con un titular que decía: «Televisión para vigilar a las vascas.»
No sabemos qué tipo de vigilancia necesitan «las vascas» y menos en Londres.
Dentro de una serie titulada Teatro de siempre, TVE ofreció en enero del 68 El mito de Fausto, y un periódico de Bilbao, al anunciarlo, decía: «El nieto de Fausto.»
Un poco más y dice «El nieto de Franco».
En Japón anunciaron la puesta en el mercado de un nuevo tipo de receptor de televisión por rayos láser. Leemos la noticia, y dice: «Funcionará con rayos láser de los tres colores primarios y emplea tubos de tres a cuatro metros de ancho.»
Eso no es un televisor. Eso es un televisorazo.
En la serie de programas Más vale prevenir, dedicado al cuidado de la salud del cuerpo humano, hubo un programa que llevaba por título: «Los dolores de espalda», pero a la hora de hablar de él en una revista, en el titular ponía: «Los dolores de España»… que ésos sí que son difíciles de prevenir… y de curar.
En Japón hicieron público el resultado de una encuesta hecha en su país sobre la edad de los ciudadanos que escuchan la radio, y, según noticia de la agencia EFE, decía: «El 23,5 por ciento de los quinientos residentes en Tokio con edades entre 15 y 20 años escucha la radio mientras estudia.»
De donde se deduce que Tokio es una aldea.
En la programación para el 1 de enero, en una revista especializada en radio y televisión se decía: «Programa matinal: a las 10.55, apertura. A las 11.00, retransmisión desde la catedral de Santiago de Compostela de la misa solemne por Juan Carlos Mareco, Mariquita Gallego, Tip y Coll.»
Hasta el botafumeiro se reiría.
El escritor y periodista Carmelo Martínez recibió en Barcelona el Premio Ondas y con él 50.000 pesetas en metálico, pero a la hora de recogerlo en la misma revista Ondas se decía que «recibió de manos del delegado de Información y Turismo cincuenta mil billetes verdes».
Si no nos equivocamos, por lo que aquí se dice, no fue un premio de 50.000 pesetas, sino «de cincuenta millones de pesetas».
El directo y el diferido ocasionan gazapos como estos dos. Decía un diario vasco: «La televisión vasca retransmitirá hoy en directo, a las 10 de la noche, el partido de pelota a mano disputado ayer en el frontón Ogueta de Vitoria.»
Y en una revista madrileña leemos: «A las 7.30 de esta tarde, Televisión Española ofrecerá en directo el partido de baloncesto que jugarán por la mañana las selecciones de España y Canadá.»
Lo que ambas televisiones dieron «en directo» fue la grabación de ambos encuentros.
Según un diario madrileño, el señor Calviño, director general de RTVE, declaró que «sólo en 1983 el Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT) nos compró diversos programas por valor de cerca de 19.000 millones de dólares».
O sea… unos 3 billones de pesetas. Para que luego se dude de la economía de Cuba y de la gestión de Calviño.
En los años 1940-1950 abundaba la «puesta en escena» de concursos en las emisoras de radio, hechos en el estudio, en directo, participando los oyentes que acudían al mismo.
Uno de esos programas era el titulado Sopa de letras, que consistía en llamar a un concursante que acudía al micrófono. De una bolsa sacaba una ficha y si, por ejemplo, en esa ficha ponía B-9, el concursante tenía que decir en 30 segundos nueve palabras comenzadas por la letra B.
El desarrollo de este programa daba lugar a infinidad de anécdotas, y posiblemente la más notable es la de aquella señorita que sacó una ficha que decía U-5, lo que quería decir que tenía que nombrar nada más que cinco palabras comenzadas con la vocal U, en 30 segundos.
Suena el gong… se pone a pensar…, y de pronto dice: «Ugenio… Usebio… Ustaquio… Ulogio…»
El presentador corta asustado, y dice: «Señorita, que no es con “e”, que es con “u”.»
Y dice ella: «Ah, claro… —se lo piensa un poco y dice— ¡¡Uesca!!»
«¡¡Señorita, que Huesca es con “ge”!!»
En una emisora barcelonesa, una señorita que se hallaba en pruebas de aptitud para locutora de continuidad anunció un fragmento de zarzuela y escogió La reina mora, cuyos autores eran los hermanos Serafín y Joaquín Álvarez Quintero, con música del maestro Serrano, pero en el disco sólo ponía «Serrano y S. J. Álvarez Quintero», y la aspirante a locutora dijo muy seria: «Radiamos a continuación un precioso fragmento de la zarzuela La reina mora, con música de Serrano y libro de… del reverendo padre Álvarez Quintero, de la Compañía de Jesús.»
Naturalmente que ahí acabó su carrera radiofónica.
A raíz de terminar la guerra española —año 1939—, hubo una estrecha censura en los temas políticos y en lo concerniente a moral y buenas costumbres. Esto se observó muy rigurosamente, hasta el punto de que una emisora de la capital alavesa tenía prohibido radiar, entre otros, el «Intermedio» de La leyenda del beso, porque el título era inmoral.
Anunciando una determinada marca de arcas y cajas de seguridad, en una emisora de Bilbao dialogaban, con arreglo a un guión, un locutor veterano y otro que no era más que principiante.
Figuraba que eran dos ladronzuelos que habían entrado de madrugada en unas oficinas y todos los intentos por abrir la caja fuerte fallaban, porque la caja era buenísima.
«Dame el destornillador.» Y el destornillador se rompía.
«Dame el cortafríos.» Y el cortafríos se rompía.
«Trae esa palanqueta grande.» Y también se rompía.
Y por fin le dice el locutor novato al otro, siguiendo el guión: «Toma la ganzua.»
Y el otro, sorprendido por la palabra y ya fuera del guión, le dice: «Oye, mira en el maletín a ver si hemos traído el acento.»
Este locutor veterano se llamaba Eduardo de Alcorta.
En un homenaje a Lola Flores ofrecido por el segundo canal de TVE, intervinieron muchos personajes populares que cantaron las excelencias de la popular flamenca. Uno de los que allí intervino fue el matador de toros Jaime Ostos, que comenzó diciendo: «Bueno, yo he sido una gran admiradora de Lola desde que era un chavalito…»
El público rio el equívoco y él insistió: «Sí, sí, no os riáis, que es verdad.»
Suele ocurrir que, por las mañanas, los locutores de las emisoras, en general, acuden al estudio con la mente adormilada y como ejemplo esta frase rigurosamente cierta, dicha en el momento de dar la hora: «Faltan aproximadamente diez minutos para que falten diez minutos para que sean las nueve menos cuarto.»
Transmitiendo en directo desde Sevilla un partido Betis-Barcelona, dijo el locutor a la hora de resumir el encuentro: «En el minuto 17 dispara Schuster y la pelota entra como una insolación.»
En Sevilla no tiene nada de particular lo de la insolación, claro.
Cuando se produjo aquel trágico accidente, en las pistas del aeropuerto de Los Rodeos, un locutor canario que se trasladó con una unidad móvil hasta el lugar del suceso afirmó, impresionado, que «hemos visto entre grandes humaredas varias docenas de cadáveres muertos».
En el aeropuerto del Prat, de Barcelona, escuchamos por los altavoces un arpegio musical muy mono y una voz femenina que anunció: «Salida del vuelo 617 dirección Sevilla. Perdón, llegada del vuelo 617 procedente de Sevilla.»
Y no habían transcurrido dos minutos, cuando suena de nuevo el arpegio y la misma voz que dice: «Llegada del vuelo 314 procedente de Santiago. Perdón, salida del vuelo 314 con destino Santiago.»
Debía tener un cacao en la cabeza la pobre, que nos imaginamos que al terminar su horario diría: «Hasta mañana. Me voy a trabajar, que ya he terminado el descanso. Perdón, me voy a descansar, que ya he terminado el trabajo. Buenos días, digo buenas noches.»
También durante un vuelo regular, el auxiliar de vuelo dijo por el servicio de megafonía que el vuelo duraría tantos minutos, que llegaríamos a tal altura y terminó diciendo que «volaremos a unos 850 minutos a la hora».
Debía ser pariente de la del aeropuerto.
Un veterano locutor de la emisora madrileña movió la clavija para abrir el micrófono y anunció un disco. Cuando estaba hablando se dio cuenta de que desde el control le hacían señas de que no había abierto el micrófono, y entonces vuelve a mover la clavija, pensando que la cerraba, y comentó con un compañero que estaba a su lado: «Esto no es una emisora. Esto es una casa de putas.»
… Y salió entera la frase por la antena.
El ganador de una etapa de la Vuelta Ciclista a España (año 1976) fue un corredor belga y en el reportaje nocturno de TVE fue entrevistado, pero, por lo visto, el corredor belga sólo hablaba alemán, en vista de lo cual el locutor español se buscó un intérprete. Pero resulta que el intérprete no hablaba más que francés y el alemán, y de español ni palabra. Entonces el locutor español le hacía una pregunta al corredor belga, que sólo hablaba alemán, pero se la hacía en francés para que el traductor se la tradujera en alemán al belga. El belga contestaba en alemán y el intérprete, después de oírle, se lo traducía al locutor, pero en francés, y el locutor español lo traducía del francés y lo daba en español.
Terminada la segunda pregunta, y como aquello resultaba más largo que un serial, el locutor español miró muy resignado a la cámara y dijo: «… Bien, pues ya lo han oído ustedes.»
Resultó apasionante… y si quieren se lo traduzco.
En televisión hay un presentador que, cuando tiene que cortar el programa para ofrecer publicidad, frecuentemente dice esta frase: «Y ahora… hacemos una pausa y volveremos con ustedes exactamente dentro de unos minutos.»
Pues «exactamente dentro de unos minutos» pueden ser dos, catorce, siete o veinte… o vaya usted a saber.
Al finalizar un informativo nacional, dijo el locutor: «El próximo informativo se lo ofreceremos dentro de una hora», y añadió: «Una hora menos en Canarias.»
No se trata precisamente de un gazapo, pero confieso que a mí siempre me llamó la atención saber que en España, y durante bastantes años, ha dirigido una emisora de radio —de onda media— un señor que era sordo. Yo siempre le dije que en lugar de emitir en onda media debía emitir en onda sorda, pero se jubiló sin hacerme caso. Seguramente es que no me oyó.
Claro que, para compensar, junto a la puerta de entrada de Radio Barcelona, existe abierto al público un establecimiento que vende aparatos para sordos. Eso es más lógico, porque contribuye a aumentar el número de oyentes.
Y ya que hablamos de sordos, recordemos una crónica que Tachín envió desde Madrid a un diario bilbaíno, que comenzaba así: «Mañana se celebrará en Madrid el Primer Congreso Nacional de Sordos. ¡¡¡Que digo que mañana se celebrará en Madrid el Primer Congreso Nacional de Sordooooos!!!»
En una emisora madrileña, una locutora, leyendo un informativo, dijo: «Dos individuos asaltaron esta mañana una farmacia en el barrio de Arguelles. Uno llevaba una navaja en la mano y el otro un satélite… perdón, un estilete.»
Este anuncio se publicó en un periódico, pero lo recogemos aquí por su relación con la radio: «Se necesita muchacha de servicio con buen sueldo. Necesarios informes. Garantizada escucha seriales.»
En aquella época (años cincuenta) interesaba más la escucha de seriales que un buen sueldo. Curioso, ¿no?
En una emisora vasca preguntaron a su «hombre del tiempo» particular qué pronóstico daba para el primer trimestre del año, y contestó: «No es fácil acertar, pero seguramente no tendremos nieve y es posible que luzca el sol, aunque a lo mejor nos sorprenden las bajas temperaturas y quién sabe si tendremos que abrir el paraguas y guardar el abrigo para más adelante.»
Está clarísimo. Nos recuerda al coro de doctores de El rey que rabió y a aquel baturro que le preguntaron por el tiempo que iba a hacer y contestó: «Pue que llueva y pue que no llueva»… y dijo otro: «No lo quia Dios.»