NECROLÓGICAS

El contraste entre el dolor y el humor hace, en muchos casos, que una errata en una esquela mortuoria nos haga reír más que cuando se refiere a las fiestas de un pueblo.

Las notas necrológicas no están libres del mordisco de un gazapo.

Hay corresponsales «de la provincia» que toda su misión parece reducida a hablar de los que han fallecido y a veces hacen tantos elogios de ellos que le dan a uno ganas de morirse.

Y ocurren cosas como la de un diario de San Sebastián, en octubre de 1968, que publicó dos veces en el mismo número la noticia del fallecimiento del obispo de Vitoria, don Mateo Múgica, y ambas noticias salieron con el titular cambiado. En una decía: «Fallece al disparársele la escopeta», y en la otra, «muerto por su propia carreta».

«Ha fallecido repentinamente cuando estaba hablando con su novia en Las Palmas de Gran Canaria, a causa de un colapso, Antonio Sánchez. Las pérdidas son de consideración.»

«Ayer en los acantilados de Punta Galea, en Algorta, apareció el cadáver de un hombre que presentaba heridas de suma gravedad.»

Si las heridas hubieran sido de carácter leve, seguramente que el cadáver no hubiera muerto.

Wilma Montesi apareció muerta en una playa y el comunicado de la policía local decía: «El cadáver se encontraba en perfectas condiciones de salud.»

Falleció en Vitoria un conocido industrial, y al publicar la necrológica en un periódico local, después de hacer un canto a su personalidad, decía: «Rogamos a nuestros lectores una oración por su eterno descenso.»

Con una sola palabra le mandaron al infierno.

En crónica de Madrid leemos: «Nota triste de este domingo fue el sepelio de Gitanillo de Triana, cuyos restos fueron enterrados en la sacramental de San Justo, con una muchedumbre de toreros y artistas famosos.»

O sea que los enterraron a todos. Una masacre.

En un diario montañés leemos: «Don Fulano de Tal y Tal (Q.E.P.D.), ante la imposibilidad de contestar personalmente a los numerosos testimonios de pésame recibidos con motivo de su fallecimiento, expresa a todos su más profundo agradecimiento por medio de estas líneas.»

Está claro que el fallecido salió de su tumba para llevar la nota al periódico.

«En Villafranca del Bierzo falleció el pasado martes el conocido propietario don Fulano de Tal, personaje de gran prestigio. A sus hijos y demás familiares, nuestra enhorabuena.»

Fue noticia en Barcelona en noviembre de 1981 el secuestro del industrial José Rotllán. En un diario de aquella capital se leía este titular: «Sin novedades en el secuestro de José Rotllán»… y exactamente debajo de esta noticia aparecía la esquela del industrial.

En el número 270 del Boletín del Colegio Oficial de Agentes Comerciales de Vizcaya, en su página 3 da cuenta del movimiento de colegiados y relaciona el nombre de diez personas que han causado alta y de tres que han sido baja y en los tres casos lo fueron por fallecimiento. Por eso sorprende la nota que añaden: «Hacemos presente que cuantos han cesado en la colegiación no pueden ejercer la agencia comercial y si lo hicieran serían perseguidos como clandestinos.»

A ver qué cadáver se atreve a ejercer después de leer esta nota.

Sorprende el texto de una esquela que dice: «La señorita Tal y Tal… falleció ayer a los 18 años. Sus desconsolados padres: Enriqueta, Antonio, Pedro, Miguel y Julio.»

Otra sorprendente esquela es la de un señor que aparece escrita en los términos tradicionales, pero en su texto dice: «Se invita a sus amistades a la misa funeral que será celebrada por el difunto en la iglesia parroquial.»

Con muertos así, da gusto. Oficiando él no hay que molestar al párroco.

Con el título de «Defunciones» aparece un suelto con el nombre de un señor de 87 años y un niño de 18 meses. La nota termina con esta frase: «A última hora emprendieron el regreso por carretera.»

Menuda sorpresa para la familia.

Otra esquela que nos llama la atención es la de «doña Fulana de Tal y Tal, viuda de don Angel García, ausente».

Claro; está ausente desde que falleció. ¿No era viuda?

También sorprende la esquela de «don Claudio Tal y Tal», y entre paréntesis «(viuda de don Eduardo Tal y Tal)». Y más adelante se lee: «Su desconsolada esposa doña Francisca…»

O sea que don Claudio era «viuda» y además tenía esposa.

He aquí otra variante sobre el mismo tema. Es una esquela donde leemos: «El señor don Ramón Tal y Tal falleció cristianamente en accidente de automóvil en Portugal.»

Sólo es equiparable a los que murieron en las Cruzadas o en el circo romano.

No es frecuente leer lo que aparece en esta otra esquela: «Doña Dorotea Tal y Tal… (viuda de don Manuel Tal y Tal) falleció a los 91 años de edad.» Hasta aquí todo parece normal, pero sigue diciendo: «Sus desconsolados padres don Lorenzo y doña Juana.» Ya es extraño que vivan sus padres si ella tenía 91 años de edad. Pero es que además da el nombre de un caballero y entre paréntesis dice: «(Su prometido).»

Falleció en Madrid un importante personaje de la política y al día siguiente leíamos: «El cadáver fue conducido hasta el panteón familiar, donde fue inhumano.»

Aunque sea con nombres supuestos, vean un caso curioso leído en dos esquelas publicadas juntas el mismo día y en el mismo periódico: «Don José Alonso Macarra. Su esposa doña Ángeles Suárez Pérez.» Y en la otra: «Don Joaquín Martínez Álvarez. Su esposa doña Ángeles Suárez Pérez.» O sea una señora casada con dos señores que los dos mueren el mismo día, y en lugar de quedar viuda queda reviuda.

Entre las páginas de anuncios por palabras de un diario bilbaíno vemos relacionados nada menos que diecisiete textos diferentes de médicos locales, con sus especialidades, horas de consulta, teléfono, clínicas a que pertenecen, etc., lo cual no tiene nada de particular, pero sí sorprende el titular de las cuatro columnas que recogen los 17 textos médicos, que dice así: «Notas necrológicas.»

Sin duda, para compensar, esa misma semana apareció en un diario barcelonés una relación de restaurantes, bares, cocinas típicas, asados, etc., y en el titular decía: «Guía médica.»

Nos llamó la atención una esquela publicada en 1968 de un señor que falleció —según se leía— «el 26 de febrero de 1868», o sea hacía cien años. Y llamaba la atención que dijera que «la misa de cuerpo presente se celebrará esta tarde».

También es curioso otro ejemplar necrológico, donde leemos, con formato clásico de esquela: «Doña Clotilde Tal y Tal. Su desconsolada esposa doña Ranura Tal y Cual.» Y no sólo es eso; es que, además, dice: «Su hijo, san Ignacio.»

Similares a este otro gazapo los hay a docenas: «Ayer falleció en nuestra ciudad, a la edad de 665 años, don Servando Tal y Tal…»

Esto no es precisamente un gazapo, pero nos llamó la atención una esquela a nombre de «don Ruperto Calvo y Calvo, de profesión peluquero».

Creemos que son un apellido y una profesión incompatibles.

Cuando falleció en Madrid el presidente y fundador de la Peña Mariano (90-1-57), en la prensa de la capital se publicó la esquela, una de las cuales decía «la Pena Mariano», lo cual era lógico.

Falleció en Lérida un destacado político de la localidad y en un diario de allá se publicó una necrológica muy amplia, destacando sus cualidades y virtudes cristianas. Y terminaba el comentario con este párrafo: «A las muchas felicitaciones que con este motivo recibirán sus apenados familiares, nos unimos de corazón y pedimos a nuestros lectores una oración por su alma.»

Pues muchas felicidades a todos.

Como documento curioso les damos cuenta de una esquela publicada en un diario asturiano, referida a una señora y que llama la atención por los nombres de muchos de sus familiares, entre hijos, sobrinos y nietos: «Tosca, Aida, Radamés, Amneris, Mimí, Norma, Manón y Luchia.»

Toda una familia de melómanos.

Curiosa también una esquela publicada en Bilbao (24-9-63) a nombre de un tal «don Indalecio Prieto de Acha Aguirre», y al día siguiente se repetía bajo el nombre de «don Indalecio de Acha Aguirre».

Se ve que el linotipista, sin duda del PSOE, estaba pensando en el otro.

No es de extrañar que en una colección de gazapos se acumulen tantos en la sección de esquelas. Vean si no esta noticia fechada por Pyresa en Orense: «La fabricación de ataúdes es una faceta muy característica de la industria derivada de la madera en esta provincia. Existen 30 fábricas que emplean 420 obreros y producen un total de 90.000 ataúdes al año.»

Sin salir de Asturias, lean el extraño texto de esta esquela allí publicada: «Don Fulano de Tal y Tal falleció en accidente de circulación en la Residencia Sanitaria de Oviedo.»

Lo que hace pensar que las camillas van a 90 por hora, o vaya usted a saber.

La Federación Provincial de Caza de Vizcaya celebra cada año la festividad de su santo patrón, san Humberto, y en tal ocasión hizo pública una nota donde se leía: «Con tal motivo se celebrará una misa en sufragio de los cazadores fallecidos en la parroquia de San Vicente», lo cual equivocaba al lector, porque daba la impresión que era peligroso ir a la iglesia de San Vicente, al menos para los cazadores.

Al celebrar el cincuentenario de su fundación, también una caja de ahorros de Bilbao hizo pública una nota dando cuenta de los actos que iban a celebrarse, y decía: «A las 9, santa misa en sufragio de empleados y clientes fallecidos en el sorteo celebrado el pasado 31 de diciembre…»

Se ve que cada año reparten números para morir, y al que le toca, le toca.

Dentro del capítulo de curiosidades necrológicas nos parece oportuno hablar de una esquela publicada en ABC en septiembre de 1932, donde a continuación de dar nombre del fallecido, familiares y actos a celebrar se lee: «Vale por medio kilo de pan que podrá recogerse en el día de hoy en el horno de San Buenaventura; limosna que se reparte en sufragio del alma del finado.»

Esta esquela está fechada en Sevilla y evidencia una situación de pobreza inconcebible para muchos.

Cuando murió en accidente Grace Kelly, toda la prensa del corazón dedicó amplios reportajes sobre su vida. Era tema obligado hablar de la princesa de Mónaco, y así, en una de aquellas revistas, se decía: «Después de la comida y del café tomado en un salón, a Grace le gustaba echar una siesta en los jardines de palacio.» Y agregaba: «Mecida por el canto de las cigalas y el zumbido de las abejas…»

Por mucha imaginación que echemos al asunto, no podemos creer que hubiera cigalas en los jardines de palacio y mucho menos que cantasen.

Leemos titular de breve noticia: «Veinte años en Roma.» Hay mucha gente que lleva 20 años y más en Roma sin ser noticia. Sigamos: «En la ciudad de Reims falleció Christian Murch, después de haber permanecido 20 años en coma.»

Ah, bueno; la cosa cambia.

He aquí otro extraño titular: «Primer aniversario del fallecimiento del puerto de Pasajes.»

No hagan caso, porque el puerto de Pasajes no ha sido retirado del mapa.

Noticia fechada en Madrid: «A petición de la Fundación Nacional Francisco Franco, la comunidad benedictina de la abadía Santa Cruz, del Valle de los Caídos, ofrecerá una misa solemne concelebrada de difuntos por el eterno descanso del alma del Caudillo, en el octavo centenario de su muerte.»

Esto se publicaba en noviembre de 1983, y si hacía 800 años que había fallecido, quiere decirse que murió en 1183.

Tomado textualmente de un periódico de Tudela (Navarra): «Nunca es tarde si la dicha es buena. Hace unas fechas nos enteramos del fallecimiento en el mes de agosto de un obispo navarro.»

Pues nada, hombre, enhorabuena.

En un diario de Granada leemos: «En la mañana de ayer, cuando asistía a la ceremonia de la tremolación del estandarte, se sintió indispuesto el vecino de nuestra ciudad don A. H. L., que fue trasladado urgentemente a la casa de socorro. De allí pasó al hospital Clínico, siendo ahora más satisfactorio su estado.» Bueno, pues justo al lado de esta noticia aparece la esquela del mismo señor A. H. L.

No sabemos qué entenderán por «estado satisfactorio».

Con el sorprendente título de «Exactitud», leemos: «Juan Sobieski, rey de Polonia, tuvo una vida muy corta. Nació el año 1673 y murió en 1606. Exactamente 23 años.»

Pues no, señor; fueron 67, pero para atrás.

Claro que esto de los fallecimientos ofrece facetas sorprendentes, como por ejemplo la noticia que publicaba un semanario comarcal de Figueras, que decía: «Fallece un mulo. El pasado jueves, en la calle de Tarreras, cayó muerto un mulo que estaba uncido a un carro.»

Es todo un notición.

En crónica de Madrid, decía un periódico de San Sebastián que después de las obras de ampliación «el cementerio de Carabanchel tendrá un millón de kilómetros cuadrados».

Ligeramente exagerado.

Cazado en un diario de Santander, leemos: «El pasado domingo, y con bastante asistencia de gente, se celebró en la capilla del pueblo de Selores una misa en honor de su patrón, oficiada por el párroco arcipreste, quien a la vez dirigió una breve homilía sobre la viuda y la muerte del santo.»

O sea que el santo dejó viuda.

Otra extraña noticia: «Mañana celebrará el Athletic de Bilbao su tradicional misa en Begoña, en acción de gracias por los socios fallecidos.»

Si lo llegan a saber antes los socios fallecidos, se dan de baja del club.

En un periódico de San Sebastián se publicó una esquela que textualmente decía: «En el día de hoy ha fallecido en nuestra ciudad doña Fulana de Tal. La conducción tuvo lugar ayer a la seis de la tarde.»

Se ve que los herederos tenían prisa por enterrarla.

A los pocos días, en el mismo diario, leímos: «Misa. Mutua de seguros. Se invita a todos los socios fallecidos y familiares a la misa con responso que en sufragio de los mutualistas se celebrará mañana domingo en tal iglesia.»

Esto de invitar a un funeral a los propios fallecidos es nuevo. Deseamos que no cunda el ejemplo.

Entre las esquelas curiosas que figuran en nuestra colección podemos citar, por ejemplo, la de un fallecido que se llamaba «don Juan Juan de Juan»; otra a nombre de «doña García García García», y una de Santa Cruz de Tenerife que daba cuenta del fallecimiento de «don Melchor Gaspar Baltasar».