ARTE

A partir de esta página ofrecemos a nuestros lectores un brillante desfile de perlas relacionadas con el arte en general, o lo que es lo mismo, que toquen de cerca o de lejos a la música, la pintura, la escultura, el cine, el teatro, etc. Porque también el arte es atacado por la fiebre gazaperina.

Me contó un profesor del conservatorio que en cierta ocasión le preguntó a un alumno cuál era el defecto físico de Beethoven y el chaval le contestó que era cojo.

En una emisora de radio recuerdo que anunciaron: «Concierto de piano número 1» de Chopin… y añadió: «Solista de violín: Yehudi Menuhin.»

En cierta emisora riojana estaban esperando una conexión con el exterior, y como tardaba en llegar, decidieron poner lo que en el argot radiofónico se llama «puente musical» y del control le pasaron al locutor, para que lo viera y lo anunciara, el Minuetto del Septimino de Beethoven. Pero como el locutor iba contra reloj, dijo: «Hasta el momento de la conexión, les ofrecemos una chorradica… de Beethoven.»

Cuando Celia Gámez se despidió del público de provincias, hizo una tournée, y entre otras ciudades actuó en Bilbao. El día de su presentación, en un diario bilbaíno apareció un gran reportaje a ella dedicado y una de las preguntas que le hizo el entrevistador fue ésta: «¿Cuál es la verdadera edad de Celia Gámez?, porque se especula mucho con esto.» Y agregaba el periódico entre paréntesis: «(Celia Gámez frunce el coño y no contesta).»

La fábrica de discos Columbia editó una serie de cuentos infantiles que tuvieron un gran éxito comercial en su época. Aquí vamos a referirnos concretamente al que llevaba el número de catálogo R/18356, que se titulaba: Los cambios del abuelo.

Nada tenemos que oponer al disco en sí, pero sí a la funda del disco, porque, en letras grandes, en lugar de poner «Discoteca Infantil», ponía «Discoteta Infantil».

Se ve que el disco era para bebés.

En un diario de Madrid venía el retrato de ocho famosos del cine y un titular de página que era: «Sus frases más felices.»

Uno de esos famosos era James Mason y ¿quieren saber cuál era, a juicio del periódico, su frase más feliz?, pues ni más ni menos que ésta: «El mejor recuerdo de mi vida fue el día en que pude hacer pis más lejos que mis dos hermanos.»

Era toda una frase para la posteridad.

El llamado «género chico» o zarzuela corta tuvo su época y de él quedaron piezas realmente admirables. Y un día leímos: «Ha sido encomendada al ilustre compositor maestro Parada la refundición de una antología de nuestras piezas líricas más valiosas y populares, que llevará por título El gran género chino

Uno se pregunta qué tendrán que ver los chinos en todo esto.

Esto que ahora les voy a contar no es ningún gazapo, pero tiene su gracia. Cuentan que el empresario teatral americano Charles Frohman cablegrafió a una famosa actriz francesa, preguntándole cuánto pedía por aparecer en un escenario en Nueva York. La actriz contestó en seguida, pidiendo mil dólares a la semana. El empresario confirmó: «Acepto mil con placer», y la actriz volvió a contestar: «Mil por representar. El placer aparte.»

Comentaba el director de un cuadro artístico de Alicante que su grupo de actores y cantantes se atrevieron incluso a representar la ópera Carmen acompañados por una banda. Y agrega: «El vestuario lo conseguimos del Real Madrid.»

Se supone que será del teatro Real, de Madrid, porque salir todos los actores a cantar Carmen vestidos de blanco, sería muy raro.

En noticia fechada en Barcelona, leemos: «La Junta Provincial de Empresas de Cine Publicitario ha acordado adoptar diversas medidas para impedir la concurrencia ilícita.»

Querrá decir «competencia», porque «concurrencia» es lo que desean todas las empresas en sus locales.

En un diario bilbaíno dedicaron una amplia entrevista a una canzonetista que empezaba su carrera en un teatro de feria, y entre otras respuestas le atribuyeron ésta: «Lo peor para mí son las introducciones.»

Pues ya te puedes dedicar a otra cosa, maja.

Ofrecía la Hoja del Lunes de Bilbao (1-5-60) la crítica y reseña de un concierto dado la víspera en el teatro Buenos Aires por la Orquesta Sinfónica de Bilbao, dirigida por el maestro Frühbeck, con el concurso de la pianista Isabel Picaza, y decía: «Fueron muy aplaudidos director, pianista y profesores de la orquesta por su excelente ejecución.»

Todo esto estaría muy bien… si se hubiera celebrado el concierto, porque en los periódicos de la víspera ya se anunciaba que «el concierto anunciado para mañana en el teatro Buenos Aires ha tenido que ser suspendido por causas ajenas a la organización».

Suponemos que le subirían el sueldo al crítico musical.

Leemos en otro periódico: «La gran orquesta de Luxemburgo, operada.»

Seguro que el timbal tenía peritonitis, o pulmonía doble los clarinetes, o una hernia los violonchelos. Pero la noticia nos aclaraba que quien había sido intervenida quirúrgicamente era la gran duquesa Josefina Carlota de Luxemburgo.

Una cadena nacional de radio estaba transmitiendo en directo, desde el Palau de la Música Catalana, un concierto de la Orquesta Ciudad de Barcelona dirigido por Cristóbal Halffter, y, en un intermedio, el locutor-presentador dijo a los oyentes: «El defecto de este buen director es que tiene un repertorio demasiado corto. Podemos decir que el número de obras que dirige podría contarse con la palma de la mano.»

Generalmente se cuenta mejor con los dedos que no con la palma, pero se ve que en música es diferente.

Anunciaba un diario gallego los actos que iban a tener lugar en la catedral de Santiago, con motivo del Jueves Santo, explicando que durante la misa solemne se cantaría el gregoriano Introito, Kirie y Gloria de Bartolomeus y el Credo de Palestrina, pero saltó el gazapo… y en lugar de decir «Credo» decía «Cerdo», y ya se pueden imaginar el efecto que producía leer que en la catedral se cantaría «El Cerdo de Palestrina», el día de Jueves Santo.

En el avance de programas de Radio Nacional, en la hoja número 219 correspondiente a mayo de 1971, para su segundo programa (FM) y dentro de un concierto ligero, se anunciaba Orfeo en los infiernos de Offenbach, pero en lugar de «infiernos» decía «inviernos», y la mayor sorpresa debió llevársela el pobre Orfeo, que le llevaron del fuego del infierno a las nieves del invierno.

En una revista especializada en música joven se anunciaba un nuevo disco interpretado con un cuarteto inglés. El título de la obra era Yo seré libre, y el cuarteto lo formaban: Alan Blakeley, cantante principal; Dave Munden, batería; Len Hawkes, guitarra, y Ricky West, guitarra «de puteo».

Debe ser un tipo de guitarra especial para los salones del barrio chino.

Hubo un cronista deportivo que quiso hacer un alarde de conocimientos musicales, en un diario de Madrid, y comentando un partido que el Atlético de Madrid empató fuera de su casa, escribió: «Ha sido una buena hazaña, aunque incompleta… como la sinfonía beethoveniana.»

El Atlético empató fuera, pero el cronista resultó goleado y en casa, porque la Sinfonía incompleta es de Schubert.

El día que nació Tony Leblanc coincidió con el día de la cogida y muerte de Granero, pero al dar la biografía del actor, en un diario de San Sebastián, lo explicaron así: «Tony Leblanc nació un 7 de mayo de 1922, a la misma hora que moría Granero en el Museo del Prado.»

En el Museo del Prado nació Tony Leblanc y Granero murió en la plaza de toros, no en el museo.

Contaba un crítico de arte, en un diario catalán, que el famoso pintor Juan de Arellano «nació en Santorcaz en 1614 y murió en Madrid en 1976».

Ahí es nada: 362 años pintando.

Se anunciaba en un diario bilbaíno una próxima actuación del Orfeón Durangués en Valmaseda, y decía que «actuarán como socialistas Conchita Onagoitia, Estíbaliz Zuricaray, José Luis Casado y Gerardo Seoane».

Lo que es la obsesión por la política, porque los cuatro nombrados puede que sean socialistas, pero lo que sí son, con seguridad, es solistas.

El Ayuntamiento de Baracaldo acordó derribar el teatro Baracaldo por amenazar ruina, y decía un diario local «que se acordó que el teatro Baracaldo fuera víctima de la picota».

Será de la piqueta, porque la picota es otra cosa.

El Cuarteto Gabrielli, de Londres, actuó en Madrid en el Aula Magna de la Facultad de Derecho, y anunciaba un diario de la capital que entre otras obras interpretaría el famoso Doble canon para cuarteto de cuerda de Stravinsky, pero en el periódico salió, en lugar de «Doble canon», «Doble cañón» y esto debió asustar al público, que acudió en escaso número.

Comentaba una revista que Alberto Cortez había alcanzado un gran éxito en la televisión de México, y agregaba este párrafo: «Y la televisión privada, reuniendo tres mil millones como poco, para cuando abran la verga de las televisiones no oficiales.»

Como en España todavía no hay televisión privada, no podemos ni imaginarnos cómo será esa verga.

Actuó en Bilbao el gran actor Enrique Guitart, interpretando Las manos de Eurídice, y decía en un diario local: «Para mí es una auténtica paliza. Llevo más de 4700 representaciones y en cada una pierdo más de un kilo.»

Nos gustaría saber cuánto pesaba cuando empezó.

Leemos en una revista nacional, hablando de temas musicales, que Rigoletto se iba a presentar en el Liceo de Barcelona, cantada por el tenor español Juan Oncina, y decía el titular: «Tenor español para una ópera española.»

Si Rigoletto es española, Maruxa será italiana.

En noticia deportiva fechada en Irún, leemos: «Por coincidir a la misma hora con la actuación de Susana Estrada, ha sido aplazado el partido de Copa entre el Real Unión y el Alavés.»

Eso es afición al deporte, sí, señor.

El Coro Easo ofreció —como siempre— una gran actuación en San Sebastián, y comenzaba una crítica publicada al día siguiente: «La magnífica velada se celebró a las once y media de la mañana.»

Imposible, porque «velada» es: «Reunión nocturna de varias personas para solazarse.»

Actuó en Bilbao la Orquesta del Conservatorio de San Sebastián y decía un crítico musical: «El público premió la actuación del grupo con una gran vocación.»

Pues demos una ovación a la vocación del público.

Al anunciar la IX edición del Festival de Cine de San Sebastián, decía un diario donostiarra que «se otorgarán premios a la mejor película, al mejor documental, a la mejor dirección, a la mejor interpretación femenina y a la mejor interpretación femeculina».

¿Y qué será eso de «femeculina»? Será para algún travestí.

Otro de música. Éste firmado por un conocido musicólogo en un diario de Madrid, donde dice: «Las cosas claras: no soy un entusiasta de la estética de Carl Orff, pero este detalle puede dársele un ardite al público, deseoso de orientarse. Es evidente que tal estética, en el caso de Carmina Burana, tiene una razón de ser.» Y agrega: «Algo tendrá el agua cuando la bautizan.»

Pues no, señor; el agua la bendicen… y con el agua se bautiza.

Decía un periódico de Bilbao que el único dulzainero de Vizcaya vive en Burceña, y agregaba: «Nació en 1960 y toca la dulzaina desde 1917.»

Ya puede tocar bien el chico.

En un diario donostiarra anunciaban que el próximo domingo dará un concierto de acordeón el instrumentista Arturo Cuenca, y al dar el nombre de las piezas a interpretar, dice: «Campanella de Liszt, sobre un tema vasco, de Pepe Andoain.»

Ni la Campanella tiene nada de vasco, ni tampoco Franz Liszt. Nos parece una liada para el pobre Andoain.

En la cartelera de espectáculos de un diario de Santa Cruz de Tenerife, leemos: «Teatro Leal (La Laguna): hoy no hay función por defunción.»

El motivo es muy triste, pero ¿a que suena bien?

Once cuadros de famosos pintores españoles fueron enviados al pabellón de nuestro país en la Feria de Nueva York. Vemos en un periódico granadino la fotografía del desembarco de estas obras de arte, embaladas como debe ser, y al pie leemos: «En la foto, entre tablas y mantas, vemos El caballero de la mano en el pecho, de Goya.»

Esto debió escribirlo el caballero del despiste artístico, porque el autor no fue Goya, sino el Greco.

En un folleto comercial donde se anunciaba el estreno de la película La caída del Imperio Romano, aparecía esta frase: «¡La pampa y la fastuosidad del Imperio Romano en su siglo dorado!»

Confundir la pampa con la pompa… es mucho confundir.

Se filmó en Bilbao una película para ser emitida en televisión, protagonizada por Cristina Victoria y Julio Muñoz, y en periódico local leemos: «El domingo se va a rodar en el frontón de Ortuella, al aire libre, y también se filmará en el interior de un buzón de correos.»

Ya es difícil meter a los protagonistas y la cámara dentro de un buzón de correos. Esto, más que un buzón, es una buzada.

En un mismo periódico, incluso en la misma página, se anuncia la presentación en el teatro Arriaga de Bilbao de Narciso Ibáñez Serrador, y vuelve a leerse en la cartelera de espectáculos… y lo grande es que en el anuncio se dice que la obra se titula «Aprobado en inocencia» y en la cartelera «Aprobado en sinvergüenza». Había que ir al teatro para averiguar si se trataba de un Narciso inocente o de un Narciso sinvergüenza.

Leemos en un diario donostiarra: «Ramón Vidal, uno de los enanitos del Bombero Torero, ha debutado como cantante»… y en el reportaje que le dedican puede leerse: «Ahora sigue dando volteretas en las pistas del circo. Fue así como llegó a descubrir que posee una bonita voz.»

Daría las volteretas cantando, porque Plácido Domingo llegó a cantante sin dar brincos ni saltos. Claro que Plácido tampoco fue nunca enano.

En un recital de piano que ofreció la pianista filipina María Luisa López-Vito y en la reseña publicada al día siguiente se decía que fue notable su interpretación de la «Sotana en la mayor de Schubert».

Teniendo en cuenta que el concierto lo dio en el salón San Vicente de Bilbao, estaba justificada la «sotana» en lugar de la «sonata».

En una revista musical se ofrecía la biografía del compositor y cantante argentino Atahualpa Yupanqui y decía que «desde muy niño recorrió todos los rincones de su patria, conociendo personajes que dejaron hulla en su mente».

Ya saben ustedes que se llama «hulla» al carbón de piedra, así que habrá que pensar que tuvo una negra mente desde su juventud.

Cuando actuó en Eurovisión la cantante Massiel, en un diario de San Sebastián se escribió esto: «Confesamos que Massiel nos gusta más que Serrat, el joven ese del digo Diego y luego Diego donde digo Diego, porque dijo cosas que luego no casan.»

Lo que no casa es la transcripción de la frase del digo y el Diego.

En una revista de crítica musical y teatral vemos una fotografía en la que aparece el popular actor Garisa vestido de monja, con una sonrisa angelical, y al pie de la misma se lee: «Garisa, en la obra, se viste de cura junto a Quique Camoiras.»

Decía un diario barcelonés: «Lamentamos que repentinamente se haya quebrado la salud de la famosa soprano Montserrat Caballé, víctima de un infarto a sus 50 años, porque mucho nos tememos que en adelante haga frente a sus muchos compromisos artísticos.»

Eso no es de temer, sino todo lo contrario, es de desear.

Cuando pasó por una etapa de delicada salud el famoso pintor Salvador Dalí, internado en una clínica barcelonesa (septiembre de 1984), leímos en un diario bilbaíno: «Antes de que fuera operado, alguien introdujo en su habitación a un cura que le ofreció confesión y sacramentos. Dalí le clavó los ojos y le gritó en catalán: “Fora d’aquí, fill de puta”»… y luego traduce la frase al castellano y dice entre paréntesis: «(Fuera de aquí, hijo de p…).»

O sea que traduce todo menos la última palabra, que no sabemos cómo se dirá en castellano.

Decía una revista, de las llamadas «del corazón», que «Lena Horne, la Reina Negra de Broadway, cuenta 66 años de edad y es abuela desde los dieciocho».

Pues es un caso insólito.

Comentaba una revista de «arte» que existen dos versiones sobre la muerte del famoso pintor Rafael y asegura que una de ellas «se inclina por una gran debilidad física, debido a su vida silenciosa y los abusos sexuales durante los últimos años de su existencia».

Entonces no sería «vida silenciosa», sino «vida licenciosa», digo yo.

Rocío Jurado declaró un día por radio que «todo lo del mundo de la canción me interesa y me lo tomo muy a pecho».

Se nota, se nota.

En una revista leemos en un reportaje dedicado a la pintora Rosa Torres: «Es una joven pintora que gracias a su trabajo incansable se ha hecho un hombre dentro del arte.»

También son ganas de confundir.

Cuentan en otra revista que un reportero se trasladó al aeropuerto a esperar la llegada de Marisol, y dice: «Apareció sonriente y tuve que esperar un buen rato, porque no paraba de fumar autógrafos.»

Se ve que le molestaba el humo de los autógrafos.

En un diario de Madrid, haciendo elogios de Luis Aguilé, decían que «todos recordamos su gran éxito musical con esa bonita canción titulada Cuando salí de luto».

No sabemos si salió de luto, pero la canción esa se titula Cuando salí de Cuba.

Un crítico musical madrileño publicaba amplia reseña de un concierto celebrado en Granada y decía: «Magnífica la interpretación del famoso Botero de Ravel.»

«Botero» es el que fabrica botas y lo que compuso Ravel es el Bolero, que no significa que fabrique bolas.

El grupo político UCD de Vizcaya, cuando tenía atribuciones para ello, acordó tomar una postura coherente en diversos temas, y al ser entrevistado por un diario bilbaíno, uno de sus dirigentes declaró: «Hemos votado más por pacto que por convicción el apoyo al polideportivo, la quema de libros y la del director del Museo de Bellas Artes.»

Este ultimo punto debió ser rechazado, porque el director del museo continúa vivo.

Desde Milán llegó esta noticia: «La ausencia de la cantante española Montserrat Caballé y la falta de un “co” en el justo momento por parte del tenor Gianfranco Cecchele provocaron anoche una ruidosa manifestación de protesta en el teatro de la Scala de Milán.»

El «co» repetido se emplea para asustar a los niños. Lo que los tenores tratan de alcanzar es el «do», a no ser que en Milán la escala musical sea «co-te-fi-sa-col-za-ni-co», en lugar de «do-re-mi-fa-sol-la-si-do».

En un diario asturiano apareció un comentario relacionado con la biblioteca pública, donde dice: «Los anaqueles de esta biblioteca de Gijón tienen unos treinta y dos mil libros que cualquier persona puede llevarse a su casa durante diez días para leerlos tranquilamente.»

Menudo problemón, llevarse a casa tanto libro y leerlos en diez días… A esa velocidad sólo podría leerlos Joaquín Prat.

Cierta folklórica fue entrevistada por una revista, a su regreso de América. Un periodista le preguntó: «¿Qué sentiste la primera vez que actuaste fuera de España?», y ella responde: «Una emoción tremenda. No se lo puede ni imaginar. Recuerdo que cada vez que el maestro Penella golpeaba con la butaca en el atril, sentía una emoción indescriptible. Algo que no puede decirse con palabras.»

No es de extrañar. Más que emoción sería sobresalto.