SEPAMOS DE QUE VA

Comentario previo

Este libro, querido lector, es simplemente una recopilación de gazapos de prensa, radio y televisión, pacientemente coleccionados a lo largo de una veintena de años, conservados, seleccionados y expuestos aquí, para evitar que queden los pobres arrinconados en las hemerotecas, durmiendo allí por los siglos de los siglos.

Observará el lector que, salvo raras excepciones, no figura el nombre del periódico, ni la fecha, ni el autor. De esta forma se lee con mayor rapidez y evitamos que pueda pensarse que tratamos de aupar a alguien al patíbulo tipográfico.

Eso sí: les damos nuestra palabra de honor, ante notario si necesario fuere, que absolutamente todos los gazapos que aquí se recogen son ciertos y verdaderos, y los conservamos vivitos y coleando, por si algún incrédulo lo pone en duda, lo mismo que hay quien, en el sorteo de la Lotería Nacional, en Navidad, acude al salón de sorteos a comprobar que su número entra en el bombo.

No están clasificados por tablas, pero sí van agrupados por materias (ver índice), pensando que de esta forma los mismos gazapos convivirán mejor y más a gusto con los de su misma especie, o de la misma familia.

Este deporte de «la caza del gazapo» no está federado y por lo tanto estamos libres de posibles sanciones del Comité de Competición. Es un deporte ingenuo y a la vez divertido. Nos reímos con el error ajeno y a veces nos desespera cuando lo sufrimos en nuestras propias carnes, porque todo el que escribe para un periódico o habla para una emisora de radio está expuesto al gazapo… porque el gazapo existe desde que se inventó la imprenta, y por muchos correctores que vigilen, el gazapo se esconde y aparece en los puestos de venta, nadie sabe cómo.

Es verdad también que los gazapos son como los incendios forestales, que nunca se sabe a ciencia cierta si son casuales o intencionados, sobre todo cuando el gazapo es de tipo político.

Los gazapos quedan impresos, para siempre, en el caso de los periódicos, libros o revistas. Los de la radio se los lleva el viento, lo mismo que los de la televisión, aunque en ambos casos cabe la posibilidad que queden grabados por puro azar.

En esta especie de prólogo voy a comenzar por ponerles dos ejemplos de gazapos cazados en el propio Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua.

En su segunda edición de 1950, en la segunda columna de la página 155, después de la palabra «Asestar. Sestear el ganado», viene «Esaveración. Acción de aseverar»… y le sigue esta otra: «Esaveradamente. Con aseveración.»

En la decimonovena edición, publicada en 1970, en su página 24, se lee: «Adamar. Cotejar, requebrar.»

Una cosa es cotejar y otra muy distinta cortejar, o dicho de otra forma, no es lo mismo comparar que galantear.

Y es que, en toda actividad donde interviene la mente humana, se cometen errores, porque todos nacemos condenados a cometer alguna pifia tarde o temprano, ocupemos el sillón que ocupemos. Claro que el periodista lleva las de perder, porque su trabajo, como hemos dicho, queda impreso en cientos de miles de ejemplares del periódico para el que trabaja.

Vaya con ello mi homenaje de admiración a la profesión, contra la que nada tengo, entre otras razones porque el que esto escribe tiene también el carnet de periodista y además es hijo de periodista. Que no quede ni una duda sobre la intención de este libro, que lo único que pretende es distraer y divertir al lector, con unas páginas de evasión y entretenimiento.

Si lo consigo, me daré por satisfecho.

Si no lo consigo, habré caído también en un error.

Que ustedes se lo pasen bien leyéndolo.

EDUARDO RUIZ DE VELASCO