—Después de lo que pasó en el río, Viggie no ha ido al colegio —explicó Michelle mientras Horatio y Sean la seguían por el camino que conducía a la casa de Alice—. Creo que sólo tocará para mí.
—Horatio ha traído la grabadora —dijo Sean—. Nos mantendremos fuera de su vista, pero oiremos la canción.
—¿Y luego qué? —preguntó Michelle.
—Si se trata de un código, pediremos ayuda para descifrarlo. Creo que por aquí cerca ronda un genio.
Horatio colocó la grabadora cerca del piano, oculta tras unos libros, tras lo cual él y Sean salieron a hurtadillas al porche de la entrada. Oirían la música por la ventana abierta.
Michelle subió las escaleras, fue a buscar a Viggie y le pidió que le tocara la canción de nuevo.
Viggie la interpretó y luego se marchó a su habitación. Michelle recogió la grabadora y fue al encuentro de Horatio y Sean.
—Me he puesto en contacto con Alice. Vendrá enseguida. Mientras tanto, Horatio, ¿podrías escribir las notas de la canción que acaba de tocar con sólo escucharla?
—Sí, claro.
—Un momento, no has reconocido la canción, ¿no? Si la reconocieses, sólo tendríamos que encontrar la partitura. Debe de estar en algún lugar de la casa.
—Lo siento, la canción era demasiado melosa para mi gusto —admitió Horatio—. Me va más el rock clásico.
Cuando Alice llegó a la casa, Horatio ya había escrito las notas. Sean se las enseñó.
—¿Crees que conforman un código? —le preguntó.
—Exacto —respondió Sean.
—Con las notas musicales no existen muchas posibilidades para crear códigos.
Horatio asintió.
—Do, re, mi, fa, sol, la, si. Claro que pueden clasificarse en sostenidos, bemoles, etcétera.
—¿Las notas te bastan para empezar a descifrar el código, Alice? —le preguntó Sean.
—No lo sabré hasta que lo sepa —respondió Alice—. ¿Sabéis cuál es el tema de la canción? —Sean miró a Michelle pero no dijo nada. Alice, que lo había estado mirando, le espetó—: Joder, si no confías en mí lo bastante como para decirme lo que buscas, que te ayude otro.
—Vale, vale. —Sean respiró hondo—. Tal vez tenga que ver con Camp Peary, prisioneros de guerra alemanes y vuelos secretos.
Alice puso los ojos como platos.
—Que conste, soy lingüista y matemática, no criptoanalista.
—Pero algunos de los mejores decodificadores del mundo han sido lingüistas y matemáticos —señaló Sean.
—Bueno, el contexto siempre ayuda. Monk Turing era un tipo muy listo. Estoy segura de que no es un código sencillo.
—¡Turing! —gritó Sean—. Códigos y sangre. Tiene que ser eso.
—¿El qué? —preguntó Michelle, asombrada.
—Monk Turing era pariente de Alan Turing, los unían lazos de sangre. Fue a Inglaterra hace poco y visitó los lugares donde Turing había vivido. Alan Turing descifró sin ayuda de nadie uno de los códigos Enigma alemanes. Seguramente la canción guarda relación con eso.
Alice echó un vistazo a las notas musicales.
—Bueno, eso ya me sirve de algo. Tengo algunos libros sobre Alan Turing y su trabajo. ¿Para cuándo lo necesitas?
—Para ya.