Horatio Barnes estaba sentado a su escritorio mirando un mapa en el que aparecía el pueblo de Tennessee en el que Michelle había vivido cuando tenía seis años.
Bill Maxwell le había contado que Michelle era mucho más joven que el siguiente hermano. Horatio pensó que quizás hubiera sido fruto de un descuido y sabía que esas cosas pueden afectar a los niños.
Horatio había movido unos cuantos hilos y obtenido algo de información sobre su expediente laboral en el Servicio Secreto. Aparecían todos los rasgos que sabía que tenía: obsesionada con el control, dura con sus subordinados pero más dura todavía consigo misma, incorruptible, justa; características todas ellas de un buen agente federal. En algún momento había perdido, o por lo menos había conseguido controlar, sus miedos, su incapacidad para confiar en los demás, aunque los dos agentes con los que había hablado sobre ella le habían hecho comentarios sorprendentemente similares. Ambos hombres habían dicho que le habrían confiado su vida pero que nunca habían acabado de conocer realmente a la persona enigmática que había detrás del chaleco antibalas y la pistola Glock.
Había tratado a otros pacientes como Michelle, y había querido ayudarlos a todos, pero con Michelle sentía una necesidad todavía más imperiosa de conseguir su recuperación. Quizá se debiera a que había arriesgado su vida por el país o porque era amiga íntima de Sean King, hombre al que respetaba mucho más que a la mayoría de sus conocidos. O tal vez porque notaba un dolor tan grande en su interior que lo único que quería era ayudarla a borrarlo, si es que podía.
Había también otro motivo, que no había compartido con Sean King ni con Michelle. Las personas que intentaban quitarse la vida, por muy torpes que fueran la primera vez, solían mejorar, y por ello al tercer, cuarto o sexto intento, acababan en una mesa de autopsias mientras un forense analizaba los restos. No podía permitir que eso le sucediera a Michelle Maxwell. Tenía una semana de vacaciones por delante. Había pensado viajar en avión a California para ir a buscar orejas de mar con unos amigos. Sin embargo, se conectó a Internet y compró un billete de avión a Nashville.