Agradecimientos

A Michelle, primera entre iguales en nuestra primera familia.

A Mitch Hoffman: Sigues siendo mi editor; será que te caigo bien, ¡realmente bien! Hablando en serio, gracias por un nuevo trabajo extraordinario.

A David Young, Jamie Raab, Emi Battaglia, Jennifer Romanello, Tom Maciag, Martha Otis y todo el equipo de Grand Central Publishing, que siguen elevándome a nuevas cotas.

A Aaron y Arlene Priest, Lucy Childs, Lisa Erbach Vance, Nicole Kenealy y John Richmond, por lo mucho que hacen para mantener mi vida en un nivel de cordura razonable.

A Maria Rejt y Katie James de Pan Macmillan por cuidar de mí al otro lado del Atlántico.

A Grace McQuade y Lynn Goldberg por el gran trabajo que han hecho para que la gente comprenda que, en efecto, no soy John Grisham.

A Spencer y Collin, simplemente porque os quiero más que a nada en este mundo.

A la doctora Catherine Broome y los doctores Alli y Anshu Guleria, por su ayuda en cuestiones médicas.

A los ganadores de la subasta benéfica de «nombres», Pamela Dutton, Diane Wohl, David Hilal y Lori Magoulas. Espero que hayáis disfrutado el viaje. Mis disculpas a quienes no han salido vivos del libro. Los thrillers son siempre terreno peligroso.

A mi amigo Chuck Betack, por usar tu apellido sin consultarte. Observa, sin embargo, que te he pintado más alto de lo que eres, y sin pedirte ninguna comisión.

A Steve Jennings, por su perspicaz conocimiento del mundo de los contratos gubernamentales.

A Lucy Stille y Karen Spiegel, por sus excelentes comentarios sobre la historia.

A Ann Todd y Neal Schiff, del FBI, por su ayuda técnica.

A mi amigo Bob Schule, por sus sabios consejos tanto en materia política como gramatical. Cualquier pifia que quede es solo mía.

A Lynette, Deborah y Natasha, por mantener las velas corporativas y filantrópicas con el viento de cara y el rumbo correcto.