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En lo referente a la evolución de las costumbres, 1970 fue un año marcado por la rápida expansión del consumo erótico, a pesar de las intervenciones de una censura todavía alerta. La comedia musical Hair, destinada a popularizar entre el gran público la «liberación sexual» de los años sesenta, tuvo mucho éxito. Los pechos desnudos se extendieron rápidamente por las playas del sur. El número de sex-shops en París pasó de tres a cuarenta y cinco en pocos meses.

En septiembre, Michel entró en cuarto y empezó a estudiar alemán como segunda lengua moderna. Fue en los cursos de alemán donde conoció a Annabelle.

En aquella época, Michel tenía ideas moderadas sobre la felicidad. En definitiva, nunca había soñado con ella. Esas ideas venían de su abuela, que se las había transmitido directamente a sus hijos. Su abuela era católica y votaba a De Gaulle; sus dos hijas se habían casado con comunistas; pero eso no cambiaba mucho las cosas. Éstas son las ideas de una generación que había conocido en la infancia las privaciones de la guerra y que tenía veinte años cuando llegó la Liberación, éste es el mundo que querían legar a sus hijos. La mujer se queda en casa y se encarga de atenderla (pero la ayudan mucho los electrodomésticos, así que puede dedicarle mucho tiempo a su familia). El hombre trabaja fuera (pero gracias a la robotización trabaja menos tiempo, y su trabajo no es tan duro). Las parejas son fieles y felices; viven en casas agradables fuera de las ciudades (los barrios periféricos). En sus ratos de ocio se dedican a la artesanía, la jardinería, las bellas artes. A menos que prefieran viajar, descubrir la cultura y modos de vida de otras regiones y otros países.

Jacob Wilkening había nacido en Leeuwarden, en Frisia Occidental; llegó a Francia con cuatro años, y sólo le quedaba una vaga conciencia de sus orígenes neerlandeses. En 1946, se casó con la hermana de uno de sus mejores amigos; ésta tenía diecisiete años y no había estado con ningún otro hombre. Después de trabajar durante cierto tiempo en una fábrica de microscopios, creó una empresa de óptica de precisión, que trabajaba casi siempre como subcontratista para Angénieux y Pathé. En aquella época no existía la competencia japonesa; Francia producía excelentes objetivos, algunos de los cuales rivalizaban con los Schneider y los Zeiss; la empresa iba bien. La pareja tuvo dos hijos, en el 48 y en el 51; mucho tiempo después, en el 58, llegó Annabelle.

Nacida en una familia feliz (en veinticinco años de matrimonio, sus padres no habían tenido ninguna pelea seria), Annabelle sabía que su destino sería el mismo. El verano que precedió su encuentro con Michel, empezó a pensar en ello; iba a cumplir trece años. En algún lugar del mundo había un chico que ella no conocía y que tampoco la conocía a ella, pero con quien iba a vivir. Ella intentaría hacerle feliz a él y él a ella; pero ella no sabía cómo sería él, y eso era muy inquietante. En una carta al Journal de Mickey, una lectora de su edad expresaba la misma preocupación. La respuesta quería ser tranquilizadora, y terminaba con estas palabras: «No te preocupes, pequeña Coralie; sabrás reconocerle».

Empezaron a verse para hacer juntos los deberes de alemán. Michel vivía al otro lado de la calle, a menos de cincuenta metros. Pasaban juntos, cada vez más a menudo, los jueves y los domingos; él llegaba justo después de comer. «Annabelle, tu novio…», decía su hermano mayor después de echar una ojeada al jardín. Ella se ponía colorada; pero sus padres no se burlaban de ella. Annabelle se daba cuenta: Michel les gustaba.

Era un chico raro; no sabía nada de fútbol ni de música pop. No era impopular en clase, hablaba con bastante gente; pero estos contactos eran limitados. Antes de Annabelle, ningún compañero de clase había ido a su casa. Se había acostumbrado a reflexiones y ensoñaciones solitarias; poco a poco se acostumbró a la presencia de una amiga. Solían subir en bicicleta la cuesta de Voulangis; luego andaban por praderas y bosques hasta una colina desde donde se dominaba el valle de Grand Morin. Paseaban sobre la hierba, aprendiendo a conocerse.