EL NIÑO. Después de que escuché que papá y mamá pudieron no haberme despertado al sueño de la vida, los abrazo cada noche con toda la fuerza de mis pequeños brazos y silenciosamente les doy las gracias.
EL VIEJO. ¡Amigo, amigo mío, cuántas, cuántas cosas hermosas voy a tu lado aprendiendo!