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EL VIEJO. ¿Para qué comprarán las gentes flores de plástico?

EL NIÑO. Seguramente para no tener que cuidarlas y regarlas, como haces tú con los rosales. Además, ésas no se mueren.

EL VIEJO. Cierto. Y ¿de qué sirve que no se mueran si no podemos aspirar su fragancia y acariciar sus pétalos?

EL NIÑO. ¿Te digo una cosa? ¡Me gusta lo que has dicho!