EL VIEJO. A ver, a ver, ¿qué traes en esa caja que vienes tan contento?
EL NIÑO. Son latas con comida.
EL VIEJO. ¿Es un regalo para mi?
EL NIÑO. No, no. Es para que me ayudes a llevárselas a unos niños que no tienen que comer. Pero… ¿por qué lloras? ¡Creí que me acompañarías!
EL VIEJO. Perdona mis lágrimas, me arrepiento de mi egoísmo. Me has dado una buena lección. Vamos, vamos a llevárselas. Estoy tan contento como tú.