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EL NIÑO. ¿Te gusta mucho el mar?

EL VIEJO. ¿Te gusta mucho a ti?

EL NIÑO. Sí.

EL VIEJO. Dime por qué.

EL NIÑO. Porque no tengo que esperar a que llueva para jugar con mis barquitos.

EL VIEJO. Y si se hunden, ¿te entristeces?

EL NIÑO. Cuando era más chiquito, sí. Pero, ahora que estoy más grande, pienso que cuando se hunden, los peces de mi edad juegan con ellos.