Mirad esta cara curtida, estos ojos grises,
Esta barba, estas blancas guedejas desaliñadas sobre mi cuello,
Mis manos morenas y mi aire quieto y sin encanto,
Pero llega un hombre de Manhattan y al decirme adiós me besa en los labios con vigoroso amor,
Y yo al cruzar la calle o en la cubierta del barco le doy un beso en cambio.
Cumplimos ese saludo de camaradas americanos en mar y tierra,
Somos esas personas espontáneas y descuidadas.