Capítulo 37

Christina Chadzynski estaba sentada detrás de un enorme escritorio de madera de caoba y leía un informe bajo la luz tenue de una lámpara. Su despacho, espacioso y bien aireado, con unos ventanales que daban al cielo encapotado que se cernía sobre Boston, estaba decorado con antigüedades náuticas y réplicas de viejos buques de vela en madera.

Había cuatro sillas delante del escritorio. Darby se sentó al lado de Bryson y esperó a que la inspectora terminara de leer el informe de éste con los detalles de lo sucedido desde el viernes por la noche hasta el domingo por la tarde.

Chadzynski cerró el archivo.

—Ni siquiera sé por dónde empezar. —Se quitó las gafas y se masajeó el puente de la nariz. Tenía las comisuras de los ojos plagadas de arrugas. Aun con la capa de maquillaje, la mujer parecía cansada—. Darby, empecemos por el hombre que encontró el viernes por la noche en el apartamento de Emma Hale.

—Malcolm Fletcher —dijo Darby.

—¿Está segura de que ese hombre es Fletcher?

—El detective Bryson me enseñó la foto que aparece en la página web del FBI. Es el hombre al que me encontré. Fletcher trabajó aquí en el ochenta y dos, como asesor en dos casos de estrangulamiento para la policía de Saugus. Estamos investigando una posible relación.

—Y todavía no sabemos qué hacía Fletcher en casa de Emma Hale.

—No. El señor Hale afirma que no lo conoce.

Los ojos castaños de Chadzynski eran tan fríos e implacables como los rayos X.

—¿Está sugiriendo que Jonathan ha contratado los servicios de un conocido criminal?

—¿Conoce al señor Hale? —preguntó Darby.

—Nos movemos en los mismos círculos. Mi marido lo conoce muy bien; colaboran juntos en muchas obras benéficas.

—Sabemos que Malcolm Fletcher entró en el edificio a través del garaje —explicó Darby—. Utilizó el ascensor de servicio para llegar a la planta de Emma Hale y entrar en su apartamento. Los de robos examinaron las cerraduras; no estaban forzadas. Entró con una llave. Creo que sería conveniente poner a Jonathan Hale bajo vigilancia.

—Darby, ese hombre es un miembro respetable de la comunidad. No puedo ordenar que lo sigan sin tener un buen motivo y, desde luego, no puedo someterlo a un interrogatorio. La prensa nos crucificaría.

—Escúcheme: Malcolm Fletcher es el hombre al que vi en casa de Emma Hale. No sé qué hacía allí. O bien trabaja por su cuenta, por una razón que todavía desconocemos, o bien trabaja para Hale.

»Supongamos por el momento que Fletcher trabaja solo, como, de hecho, podría ser el caso —prosiguió Darby—. Sabemos que ya ha estado aquí antes, a principios de los ochenta, cuando trabajaba como experto en perfiles. ¿Cabe la posibilidad de que esté investigando por su cuenta una conexión entre los estrangulamientos y las muertes de Chen y Hale? Sí. También sabemos que alguien entró en las oficinas que Hale tiene en Newton y que las grabaciones de las cámaras de seguridad del edificio de Emma Hale han desaparecido. De modo que sí contamos con alguna prueba que apunta a que Fletcher trabaja solo. Sin embargo, dado lo que sabemos del historial de ese hombre y su presencia en la lista de los más buscados, ¿no le parecería sensato ponerlo bajo vigilancia por su propia seguridad?

—En eso Darby lleva razón —señaló Bryson.

Chadzynski se puso las gafas.

—¿Cuántas veces ha hablado con Malcolm Fletcher?

—Hablé con él en el interior del apartamento de Emma Hale —dijo Darby—. Hasta ahora me ha llamado dos veces: el sábado por la tarde, cuando me encontraba en casa de Judith Chen, y luego más tarde, mientras Tim y yo estábamos en el Sinclair.

—¿Y no ha vuelto a llamarla desde entonces?

—Todavía no.

—¿Cree que volverá a hacerlo?

—Creo que hay muchas posibilidades de que así sea.

—¿En qué se basa para afirmarlo?

—Se ha involucrado en nuestra investigación. Me condujo hasta el Sinclair, donde hallamos, en una sala de un área donde supuestamente encerraban a los delincuentes más violentos, la foto de una mujer y una figura de la Virgen María: la misma que encontramos en el interior de los bolsillos de Hale y Chen.

—¿De dónde sacó la figura? ¿Lo sabemos?

—No tenemos ni idea.

—Y la mujer de la foto… —quiso saber Chadzynski—, ¿está relacionada de algún modo con las chicas estranguladas de Saugus?

—Cliff Watts envió la fotografía a la comisaría de Saugus —respondió Bryson—. Allí no saben quién es. No aparece en ninguno de sus casos de personas desaparecidas. Entregaré una copia de la foto a nuestra Unidad de Personas Desaparecidas después de esta reunión.

—Tengo entendido que llevaron a cabo un registro del hospital y no encontraron nada más —señaló Chadzynski.

—Sólo logramos registrar parte del hospital —explicó Darby—. El sótano en sí es como un laberinto. Algunas de las secciones están precintadas porque no son seguras. Otras zonas están cerradas. Ese lugar es inmenso, y tardamos una gran cantidad de tiempo en localizar en los planos las zonas que registramos. Sólo dispusimos de un día y medio.

—Entonces, ¿cree que deberíamos proseguir con la búsqueda?

—Sí, lo creo.

—¿Tim?

—Yo no veo la necesidad —dio su opinión Bryson.

Chadzynski volvió a dirigirse a Darby:

—¿Qué cree que quiere Malcolm Fletcher que encuentre? No irá a creer de verdad que hay una mujer viva atrapada en algún lugar del interior de ese hospital.

—La última vez que hablé con Fletcher, mencionó una cita de George Bernard Shaw: «Si no puedes deshacerte del cadáver oculto en tu armario, enséñale a bailar». No creo que lo dijese por decir. Tuve la sensación de que me lanzaba una advertencia. También habló de abrir la caja de Pandora. Creo que dentro de ese hospital hay algo, y quiere que nosotros lo encontremos.

—O, tal como ha sugerido Tim, Fletcher simplemente está jugando con nosotros.

—Eso también podría ser —convino Darby—. El hecho es que él mismo está implicado en el caso. Nos dejó la misma estatuilla de la Virgen María que encontramos en los bolsillos de Hale y Chen. Me gustaría saber de dónde la ha sacado.

—¿Piensa que quiere ayudarnos en nuestra investigación?

—No sé cuáles son sus motivos —dijo Darby—. Lo poco que sé de él lo he averiguado a través de la página web del FBI, que no es mucho decir.

—También hay otra teoría —terció Bryson—: ¿Y si Malcolm Fletcher es el asesino de Hale y Chen?

—No es el estilo del señor Fletcher —observó Chadzynski.

—¿Sabe algo de él?

—¿Con cuántas personas han hablado sobre Malcolm Fletcher?

—Yo se lo he dicho a Watts —contestó Bryson, volviéndose hacia Darby.

—Jackson Cooper y Keith Woodbury también lo saben —repuso ella—. No lo he comentado con nadie más.

Chadzynski cruzó las piernas.

—Preferiría que lo que estoy a punto de contar no saliera de esta habitación.