La grandiosa ciudad de Praag, situada en los territorios de nuestros aliados kislevitas, ha sido tomada por el enemigo. Es como si lo historia estuviera repitiéndose, y el mundo se encontrara asediado igual que sucedió en lo Gran Guerra. Entonces, Magnus el Piadoso cabalgó a la batalla y se enfrentó al enemigo en las puertas de Kislev, pero ¡ay!, yo no puedo hacer lo mismo, porque la sombra del enemigo llega hasta muy lejos y su vanguardia se adentra cada vez más en nuestras tierras.
La mitad de Talabecland ha caído ante el enemigo; incluso la poderosa Talabec ha resultado ser una barrera ineficaz contra el odio y poder de nuestros adversarios. Los ejércitos de Talabecland cuentan con el apoyo de los ejércitos de Reikland y Stirland, pero a pesar de eso apenas logran contener al enemigo.
No obstante si Ostermark cae en manos enemigas todo estará perdido.
Bechafen aun resiste contra las hordas del Caos que avanzan hacia el sur, pero tiene los días contados, y casi toda Ostermark ha caído en manos enemigas. Los últimos ejércitos imperiales que quedan allí contienen desesperadamente al enemigo e impiden que entre en el territorio y acometa por retaguardia las defensas de Talabecland, pero temo que no podrán resistir durante mucho tiempo.
Si las fuerzas del Caos atraviesan estas líneas y caen sobre nuestra retaguardia de Talabecland, será sólo cuestión de tiempo que la guerra llegue hasta la propia Altdorf. Me aterra pensar lo que sucedería si nuestra brillante capital cayera en manos del infernal enemigo. La resolución de nuestros ejércitos se haría pedazos.
No puedo permitir que suceda algo semejante, y por tanto, Ostermark debe resistir a cualquier precio. He despachado al Mariscal del Reik Kurt Helborg, junto con una media legión de caballeros de la Guardia del Reik para que lleven a la Orden del Grifo a reforzar esa región. Esto debilita Reikland de modo considerable y fue algo que encontró mucha oposición, pero pienso que es necesario. Sólo rezo para que Ostermark pueda aguantar hasta que lleguen, porque en solitario no podrán resistir allí contra la Hueste del Cuervo.
Ya pesar de todo esto se que lo que ahora sufrimos no es más que la fase de apertura de la larga guerra que se avecina; la Hueste del Cuervo aún no ha lanzado toda su potencia contra nosotros. Parecen decididos a destruir completamente Kislev con el fin de no tener un enemigo detrás de si cuando lancen contra nosotros todas sus fuerzas.
Pero no se ha perdido toda esperanza. He ordenado que los ejércitos avancen hacia el norte y se adentren en tierras de Kislev. Marchan hacía Praag, porque si podemos liberar la ciudad de los malditos cesaran las incursiones enemigas. Rezo para que este positivo movimiento agresivo mío pille al enemigo por sorpresa y debilite su núcleo vital. Esta decisión provocó disentimiento entre mis Electores pero la mayor parte del consejo estaba conmigo como resultado de muchos meses de negociaciones.
Es un gambito peligroso, porque la marcha de los ejercites hacia el norte merma las defensas de nuestras tierras cuando ya tenemos a lobos entre nosotros. No obstante pienso que es un riesgo necesario y nuestra única posibilidad de éxito. Rezo para que mi instinto resulte ser la línea de acción correcta si fracaso no quedará nadie vivo para denunciarme.
Ahora iré a Talabecland en persona, con el fin de que se me vea luchando en primera línea. La decisión de nuestros ejercites es frágil y estrecha la franja que separa la victoria de la derrota. El hecho de unirme personalmente a la lucha constituirá una declaración más poderosa para los soldados y comandantes del Imperio que meses de politiqueo aquí, en Altdorf.
Rezo para que Ostermark resista, porque el equilibrio de la guerra depende de que ese territorio sea capaz de capear el temporal de Caos hasta que llegue el Mariscal de Reik con los refuerzos.
Que Sigmar esté con nosotros en estos tiempos oscuros. Temo de verdad que se avecinen los Tiempos del Fin.