Los Ejércitos de Destrucción marchan contra el Imperio.

Del este llegan las hordas de pieles verdes y sé reúnen al otro lado de las Montañas del Fin del Mundo, en las Tierras Oscuras, donde suman números no vistos desde la época del sagrado Signar, antes de la fundación del imperio. Los enanos son defensores fornidos, pero temo que ni siquiera sus grandiosas fortalezas antiguas bastarán para contener esta oleada.

En el remoto este, allende el Gran Océano, nuestros aliados, los altos elfos de Ulthuan, se ven acosados por sus odiados congéneres oscuros que desbaratan todos los esfuerzos que realizan para acudir en nuestra ayuda.

Y desde el norte avanza la peor de las amenazas, porque las hordas del Caos, las de aquellos que han vendido su alma inmortal a la condenación, marchan contra nosotros una vez más.

La Hueste del Cuervo, un ejército reunido con el único propósito de destruir el Imperio, avanza contra nosotros. Ya han arrasado el paso del Pico e invadido los territorios de nuestros aliados los kislevitas, situados en el gélido norte. Mensajeros enviados a mí por la zarina han informado que la gran ciudad de Praag está sitiada.

Se ha entablado batalla en los estados del norte, y las partidas de guerra avanzan hacia el sur en dirección a Talabec mientras escriba esto. Se saquean ciudades y pueblos incluso mientras los electores reúnen sus ejércitos. Todbninger de Mideknheim reúne sus fuerzas al norte de Talabec, pero temo que ni siquiera su destreza marcial logrará mucho contra el abrumador odio que impulsa al enemigo. Los electores altercan entre sí y sacan a relucir viejas enemistades y animosidades en éste nuestro momento de mayor peligro. Los templos de Sigmar y Ulric están irritados el uno con el otro, y temo lo que pueda llegar a suceder si no se logra una reconciliación.

Una gran plaga barre los territorios, y millares de mis ciudadanos caen bajo su pestilencia antinatural. Mis agentes de la Orden del Grifo están aún ahora investigando el origen de esta horrenda enfermedad, y todos los dedos señalan su naturaleza mágica; da la impresión de que sea una maniobra del enemigo destinada a debilitar nuestra resolución mientras nos golpean sus primeras incursiones. Incluso ha llegado a las propias calles de Altdorf parece que no hay ningún lugar que esté a salvo de esta vil pestilencia.

Los agoreros predicen que esto es la aproximación del Fin de los Tiempos. Temo que puedan decir la verdad.