21

Era yo. Yo, tal y como sería en el futuro.

—Sabía que acudirías —añadió la otra Rachel—, al fin y al cabo yo he sido tú. Una vez yo estuve donde estás tú ahora, tenía tu mismo aspecto y también me vi tal y como sería en el futuro.

Hablaba con calma, pero sus ojos pasaban inquietos de Ax a mí.

<¡Ojalá me hubiera enterado antes de que erais humanos y no andalitas! —se lamentó Visser Tres—. Me habéis tenido engañado durante mucho tiempo, pero por fin os hemos atrapado.>

Para mi sorpresa, y teniendo en cuenta todo lo que estaba ocurriendo, yo estaba tranquila, allí, cara a cara con Visser Tres, ahora Visser Uno, cara a cara con mi propio futuro.

—Eres un controlador, ¿verdad? —le pregunté a mi futuro.

—Pues claro —contestó la mujer con una sonrisa cruel, muy diferente a la mía—. Nosotros ganamos la batalla y aunque nos disteis mucho trabajo, al final os derrotamos. Este planeta es hoy territorio yeerk y se ha cumplido el destino de la raza humana, convertida ahora en portadora de la raza yeerk.

—Si tanto sabéis, decidme, ¿cómo hemos llegado hasta aquí, hasta el futuro? —preguntó Marco.

<Gracias a un ellimista —respondió Visser Tres—. En vuestro tiempo real os veis obligados a tomar una decisión. El ellimista os ha enviado a vosotros, seis humanos… quiero decir, cinco, y un andalita, para mostraros el futuro, y muy pronto os devolverá a vuestro tiempo.>

—¿Qué decisión tomamos? —pregunté.

—La correcta, por supuesto —contestó la otra Rachel esbozando su cruel sonrisa—. Todo ha salido como estaba previsto.

—¿Ah sí? —replicó Jake desafiante—, yo no estaría tan seguro. El ellimista nos ha enviado hasta aquí para que tomemos una decisión. ¿Qué pasaría si al volver a nuestro tiempo decidimos aceptar su oferta? Entonces, Rachel no seguiría en la Tierra y no sería convertida en controlador, sino que viviría con nosotros en el planeta que el ellimista nos tiene asignado.

Observé fijamente a la mujer para recoger cualquier indicio de reacción por su parte, pero no se inmutó lo más mínimo. Sin embargo, yo tenía la sensación de que escondía algo.

—Sabéis lo que decidimos y, sin embargo, estáis aquí —concluí—. Así que, una de dos, o habéis venido hasta aquí para hacernos cambiar de opinión… Pero no, porque entonces todo esto sería diferente… No, estáis aquí porque vuestra presencia provoca mi decisión.

<Complejo, ¿no? —se burlón Visser Tres—. No sé cómo se las apañan los ellimistas para aclararse con todo este asunto.>

—Vámonos de aquí —ordenó Cassie de repente—, no me gusta este sitio y menos todavía estos dos… seres.

—Pero, Cassie, soy tu mejor amiga —le recordó mi doble con sarcasmo.

—De eso nada, tú eres un yeerk, y seguro que Rachel sigue viva en algún lugar de tu mente.

Cassie se dio la vuelta para marcharse, pero al hacerlo tropezó conmigo y me hubiera caído de no haber sido porque la Rachel adulta se interpuso y me agarró de un brazo con firmeza.

Ax pensó que la mujer me atacaba y en un abrir y cerrar de ojos chasqueó la cola y la acercó al cuello de ésta. El extremo cortante de la cola temblaba sobre la garganta de la mujer, a la que casi se le salían los ojos de las órbitas.

La Rachel adulta lanzó una mirada a Visser Tres y, para mi sorpresa, éste no se movió. Era como si no supiera qué hacer. Entornó los ojos, miró a Ax, después a la Rachel adulta y por último a mí.

—Esto no estaba en el guión, ¿verdad? —dije. De repente entendí lo que estaba ocurriendo—. Esto no estaba previsto, algo ha cambiado. Es Ax, ¿verdad? Antes has dicho «seis humanos», eso era exactamente lo que esperabas encontrar, eso fue lo que Rachel te dijo, pero el futuro ha cambiado y hay algo que no cuadra.

Visser Tres me lanzó una mirada iracunda y abandonó por completo su falso tono cortés.

<¿Sabes lo que hice cuando por fin os atrapé a ti y a tu pandilla de animorphs? ¿Sabes lo que hice? Os confié a cada uno un teniente y, una vez que estuvisteis todos en mi poder, cuando fuisteis MÍOS, maté a vuestro amigo pájaro y lo asamos. Estaba duro y fibroso —prosiguió mientras se aproximaba a mí—, pero le añadimos una de vuestras salsas, «salsa barbacoa» creo que se llama y tu amiguito estaba delicioso. Si mal no recuerdo, tú te comiste un muslo y te reíste.>

Sentí unas ganas incontrolables de convertirme en oso y aplastar a Visser, pero había cientos de controladores a nuestro alrededor y podrían atacarme durante el proceso de transformación.

<Visser no puede hacernos daño —apuntó Ax, que todavía mantenía la cola contra la garganta de la mujer—. No puede tocarnos porque, si lo hace, cambiaría la historia y no sabría cuál sería el final.>

—¡Has dado en el clavo, Ax! —exclamó Jake. Entonces, intercambiamos una mirada. Los ojos del andalita echaban chispas—. No puede hacernos daño, en cambio nosotros…

—¡Uno a cero! —exclamé al tiempo que me concentraba en el oso—. Así que mataste a mi amigo Tobías y lo asaste al fuego, ¿eh, Visser?

Estaba empezando a cambiar, y Jake también.

<¡Dispongo de cientos de hork-bajir a los que puedo llamar!>, amenazó Visser Tres.

—¿Y a qué esperas? —le incitó Marco—. Quizás a alguno de ellos se le vaya la mano con la pistola de rayos dragón y mate a uno de los nuestros. ¿Cómo crees que eso afectaría al pasado? Difícil de saber, ¿no?

Me habían salido las garras y el áspero pelaje cubría casi la totalidad de mi cuerpo. Empezaba a sentir aquella inyección de fuerza animal en el cuerpo, cada vez ya menos humano.

—Visser, ¿qué hacemos ahora? —preguntó crispada Rachel adulta.

—¿Que qué hacemos? —repitió Visser—. Nada. Yo me retiro.

El Visser empezó a retroceder, pero yo no estaba dispuesta a dejarlo marchar así como así. Después de todo el sufrimiento y el dolor que esa maldita bestia había ocasionado, iba a tenerlo por fin entre mis garras. Era mi ocasión puesto que Visser se hallaba indefenso.

No esperé a que desaparecieran todos mis rasgos humanos, ya era lo bastante fuerte, y sin dudarlo un instante le ataqué. Los osos son muy grandes y parecen un poco torpes, pero pueden llegar a ser muy rápidos.

<¡A ver ahora quién se come a quién, sabandija!>

Eché a correr hacia él, que se giró dispuesto a huir. Demasiado tarde. Lo embestí. Una mole de cuatrocientos kilos le cayó sobre uno de los costados y lo derribó violentamente.

Moví una de mis enormes zarpas hacia atrás, la agité en el aire para tomar impulso y golpearlo con todas mies fuerzas. De pronto, mi mano, mi mano humana, rozó el tronco de un árbol.

—¡Aaahhhh!

Volvía a ser humana y me encontraba en el bosque que hay detrás del granero de Cassie. Mis amigos estaban también allí. Tobías había recuperado su forma de ratonero y se había posado en una rama, justo encima de nosotros.

—¡No puede ser! ¡Estoy harta! —grité y golpeé el árbol con rabia—. ¡Maldita sea! ¡Ya casi era mío!

—No importa —me consoló Cassie mientras me pasaba su brazo sobre los hombros—, de todas formas, ese Visser no existía.

—¡Estoy harta! —repetí un poco más calmada—. ¿De qué sirve todo esto? ¿Por qué seguimos? ¿No conocemos ya el futuro? Sabesmos de sobra lo que ocurrirá si decidimos quedarnos y luchar, ¿no?

Me sentía perdida, había consumido mis últimas energías. Ya no aguantaba más. Eran demasiadas cosas a la vez. Además, ¿para qué continuar? Total, nada de lo que hiciéramos iba a cambiar nuestro destino.

Me desplomé sobre la hierba y la pinaza que cubría el suelo del bosque y apoyé la cabeza entre las manos. Estaba cansada, cansada de intentar poner orden en un mundo en el que me movían hacia delante y hacia atrás como a una marioneta.

Durante un buen rato nos quedamos allí, sentados en el suelo, con la mirada perdida, pensativos, tratando de asimilar lo que acababa de ocurrir.

Todo había terminado. La lucha había acabado, habíamos perdido.

<Podría ser un truco del ellimista>, sugirió Ax no muy convencido.

—Imposible —negué con rotundidad—, sabes de sobra no es un truco, Ax o, por lo menos, no del tipo que tú imaginas. Si el ellimista quisiera obligarnos a hacer algo, seguro que tiene mil maneras de conseguirlo.

—Debemos analizar la situación con calma —señaló Jake con voz cansada.

—Pues adelante, Jake —repliqué encogiéndome de hombros—, yo ya estoy cansada de pensar y analizar. Estaba a punto de votar cuando el ellimista nos llevó al futuro. Estaba a punto de ser la Rachel de siempre y votar que no. Una vez más iba a mostrarme fuerte, pero ahora he cambiado de opinión, no quiero acabar siendo un controlador, yo no. Quiero impedir como sea lo que he visto. Y si para eso tengo que huir, mala suerte. Así que yo voto que sí.

¿Sabéis una cosa? Después de rendirme me sentí muy bien. Me habría gustado que no fuera así, pero lo cierto es que experimenté un gran alivio. Se habían acabado las decisiones difíciles y el peligro. Se había acabado tener que ser valiente.

—O sea que Cassie, Rachel y yo estamos a favor —informó Marco—, tres contra dos, a no ser que Ax vote.

<Yo estoy con el príncipe Jake>, dijo Ax.

<Quizá… —interrumpió Tobías—, quizá si parte de la raza humana sobreviviera en otro planeta pasaría lo mismo que con los lobos cuando los trajeron al Parque Nacional… Es decir que quizás algún día podamos volver y reconquistar la Tierra.>

—¿Tú también has cambiado de opinión, Tobías? —le preguntó Jake.

<Jake, sabes que nunca he abandonado la lucha…>

Permanecimos sentados con la mirada perdida.

Estábamos a punto de arrojar la toalla y todos lo sabíamos.

—¿Ellimista? —dijo Jake cabizbajo, hablando al aire con suavidad—. Ya hemos tomado una decisión. La respuesta es sí.

El ellimista había dicho que, una vez nos decidiéramos, seríamos transportados de inmediato. Yo esperaba respirar el aire de otro planeta en cualquier momento. Sin embargo, no ocurrió nada.