—¿Visser Tres? —repitió la mujer sin acabar de creérselo.
Yo no entendía nada. ¿De qué estaba hablando Tobías? ¿Por qué había dicho que Ax era Visser Tres?
Por suerte, Ax había reaccionado con rapidez y empezó a transformarse.
En cuento le salieron las antenas oculares la mujer comenzó a temblar.
—Pero… pero… habéis dicho que era Visser Tres, y el único que tiene cuerpo andalita es Visser Uno.
¡Estupendo! Visser Tres había sido ascendido.
—Claro —intervine—, pero en los viejos tiempos, cuando éramos amigos y hermanos en la lucha, le llamábamos Visser Tres.
—Yo… nosotros… nadie nos ha comunicado su visita a la Tierra, Visser —balbuceó la mujer.
La pobre mujer temblaba como un flan. Era evidente que la reputación de Visser Tres no había mejorado con los años.
Ax ya había completado su metamorfosis, lo cual había atraído la atención de numerosos controladores, que se pararon en mitad de la calle a contemplar perplejos y aterrados la escena.
—Si lo hubiera sabido… —gimoteó la mujer—, jamás habría…
<¡Silencio! —ordenó Ax gesticulando para indicarle a la mujer que se callara—. Haces bien en mantenerte alerta. De no haber sido así, habría acabado contigo por estúpida. Ahora, ¡lárgate!>
—¡Sí, mi Visser!
La mujer desapareció a toda prisa.
Allí nos quedamos, plantados en mitad de la calle, y mirando embobados el estanque yeerk, mientras que un montón de controladores nos observaban boquiabiertos.
—Me temo lo peor —advirtió Marco—, la noticia de que Visser Tres está aquí se va a extender como la pólvora y alguien acabará por descubrir la verdad.
—Y ahora ¿qué? —se preguntó Jake—. ¿Cuánto tiempo pretende el ellimista que permanezcamos aquí?
—Hasta que nos convenzamos de que tiene razón —contestó Tobías.
—Tiene que haber algo más que él quiere hacernos ver —observó Cassie sin poder disimular su desconcierto.
Yo esperaba que mi amiga dijera algo como: «Veis, ¿qué os dije? Esto es el futuro». Sin embargo, su mirada parecía indicar que algo le rondaba la cabeza y que no lo acababa de comprender.
—¿Qué? —le pregunté.
—No sé —contestó Cassie encogiéndose de hombros—, presiento que aquí está pasando algo que de momento se nos escapa.
El estanque rezumaba actividad. Los controladores iba y venían; los portadores eran hacinados en jaulas y sacados cuando les llegaba el turno. Había una continuada procesión de gente por los seis embarcaderos, donde tenía lugar la carga y la descarga de los gusanos. Por encima de todo aquello se erguía la Torre EGS, coronada por la cúpula de cristal.
—¿Por qué habrán construido un estanque aquí? —me pregunté en voz alta—. Hay muchos espacios abiertos, ¿por qué molestarse en derrumbar los edificios que había aquí? No creo que lo hayan hecho por sus vistas.
—Me pregunto en qué año estaremos —dijo Marco—. ¿En el año que viene? ¿Dentro de diez o veinte años?
Oí un zumbido procedente del cielo, un caza-insecto descendió, rodeó la Torre EGS y aterrizó a un lado del estanque.
No sé por qué, pero me sentía atraída hacia aquella nave, tal vez se tratara de una especie de impulso instintivo o, quizá simplemente el ellimista quería mostrarme algo. Fuera lo que fuese, el caso es que me dirigí sin vacilar hacia el caza-insecto.
—¡Eh! —gritó Jake—, pero ¿qué haces?
—Vosotros quedaos atrás —les ordené.
—No te preocupes —añadió Marco y señaló hacia Ax—, Visser Tres está con nosotros, perdón, quiero decir Visser Uno. Por cierto, enhorabuena por el ascenso.
Ax se adelantó pavoneándose, imitando al poderoso y terrible Visser.
Según nos íbamos acercando al estanque, la multitud de controladores humanos, hork-bajir, taxxonitas y otras especies inclasificables que jamás habíamos visto iba abriéndonos paso. Nadie deseaba molestar a Visser lo más mínimo.
Caminamos con paso decidido hacia el caza, como si fuéramos los amos del universo, y cuando nos encontrábamos a menos de un metro de él, la puerta se abrió.
Ax y yo nos detuvimos, y los otros se agolparon detrás de nosotros. Sentí un hormigueo por todo el cuerpo y se me puso la carne de gallina. Presentía que algo estaba a punto de suceder, algo asombroso y terrible al mismo tiempo.
Entonces descendieron del caza dos seres, un humano y un andalita. Identifiqué enseguida al andalita, ya nos habíamos visto las caras antes, y todos sentimos aquel oscuro pavor que de él emanaba. Se trataba ni más ni menos que del mismísimo Visser Tres.
Al ver a Ax al lado de Visser Tres, la multitud de controladores de inmediato apreció la diferencia. Visser Tres tiene cuerpo de andalita pero su maldad lo hace único.
<Bien, bien —dijo Visser Tres dirigiéndose a la persona que tenía a su lado—. Puntual, tal y como dijiste.>
Observé al humano, una mujer bastante guapa de unos veinte o veintidós años, pelo rubio y corto, sin maquillar y vestida con ropa discreta.
Por un momento se me cortó la respiración. Me dio un vuelco al corazón y me costaba trabajo tragar.
—Hola, Rachel —me saludó la mujer.
—Hola, Rachel —contesté.