23
Mae cerró los ojos con fuerza y todo el mundo se quedó callado durante un segundo. Fue como si el aire de la habitación se hubiese evaporado por completo. Los ojos castaños de Milo estaban más abiertos de lo habitual y miraba a Mae y a Jack.
Jack daba la impresión de no enterarse de nada. Pero de repente, una sensación repugnante de pánico se apoderó de él. El corazón empezó a latirle con fuerza.
—¿De qué estás hablando? —preguntó Jack con voz temblorosa.
—Jack, cariño. —Mae extendió la mano, pero Jack saltó de la cama antes de que le diera tiempo a tocarlo. Vi que los ojos de Mae se llenaban de lágrimas—. Fue hace mucho tiempo.
—No —dijo Jack moviendo la cabeza, negándose a creer o a comprender lo que Mae estaba diciendo—. Entré en aquel club detrás de dos chicas, y después… —Se pasó la mano por el pelo y se quedó con la mirada perdida, intentando pensar. Nunca había logrado recordar las circunstancias de su transformación—. Me contaste que me habías encontrado en el callejón, que me habían dado por muerto.
—Nadie te dio por muerto, cariño. —Se levantó de la cama y dio un paso hacia Jack, quien, a su vez, retrocedió un paso.
—¡¿Qué fue lo que sucedió en realidad?! —gritó Jack. Mae se estremeció al oír la rabia de su voz.
—Estabas en un club y… —Se interrumpió—. Ya sabes cómo van esas cosas.
—No, quiero que me cuentes qué sucedió exactamente —dijo Jack, mirándola con ira—. ¡Merezco saber qué fue lo que me hiciste!
—Tú estabas en aquel club y yo tenía hambre. Ya había frecuentado a humanos allí algunas veces, y no le daba importancia. De modo que te llevé a una de esas habitaciones —dijo Mae apresuradamente, y Jack cerró los ojos—. ¡No quería hacerlo, Jack! ¡Te lo digo de verdad! ¡Jamás fue mi intención hacerte daño! ¡Ni siquiera me di cuenta de lo que había hecho hasta que ya era demasiado tarde! ¡No respirabas y se te había parado el corazón!
—Creía que si estabas muerto no podías transformarte —dijo, sin abrir los ojos.
—No tengo ni idea de por qué funcionó, pero lo hizo. —Mae se aproximó a Jack, y él no se movió—. Llamé a Peter, y él me dijo que la única posibilidad de salvarte era transformarte en vampiro, y eso fue lo que hizo. Y después te llevamos a casa, y te cuidamos y te quisimos.
Mae le posó la mano en el pecho y él se lo permitió, aunque estaba visiblemente conmocionado. El corazón le latía de manera irregular y se había quedado blanco.
—¿Por qué nunca me lo habías contado? —le preguntó Jack tratando de no alterarse.
—Lo último que recordabas era que habías seguido a aquellas chicas, y al principio todo fue confuso y aterrador —dijo—. No queríamos complicarlo aún más, de modo que te dejamos creer que aquellas chicas que recordabas habían sido las causantes.
—¿Me mentiste? —Cuando abrió los ojos, su mirada era gélida—. ¿Has estado mintiéndome durante los últimos dieciséis años? ¿Te pareció que eso era lo mejor?
—No, es sólo que… no sabía cómo contártelo —dijo Mae, titubeando.
—Da igual. —Le apartó la mano y salió en estampida de la habitación. Corrí tras él porque creí que era lo que debía hacer, aunque no sabía cómo ayudarlo.
—¡Jack! —exclamó Mae, que también salió corriendo tras él. Intentó tocarle el brazo y él la apartó bruscamente—. ¡Jack! ¡Por favor! ¡Esto no cambia nada!
—¡Lo cambia todo! —Jack llegó hasta el salón antes de volverse—. ¡Tú fuiste quien me mató! ¡Tú…! —Se pasó las manos por el pelo, incapaz de procesar lo que había escuchado—. ¡Y me lo ocultaste! ¿Cómo has podido mentirme sobre algo tan importante? ¿En qué más me has mentido?
—¡En nada! ¡Esto ha sido lo único, y no era una mentira! —Mae apartó la vista y negó con la cabeza; tenía los ojos bañados en lágrimas—. Simplemente te dejamos creer lo que querías creer.
—¡Chorradas! —vociferó Jack—. ¡Me dejaste creer lo que quisiste que creyera! ¡Nunca quisiste contarme que estuviste a punto de darme por muerto! ¡Y de haber estado Ezra allí, en lugar de Peter, me habrías abandonado! ¡Él jamás te habría permitido que me transformaras!
—¿Qué sucede aquí? —preguntó Ezra, que bajaba por la escalera precisamente en el peor momento.
A veces, sentir todo lo que sentía Jack era un coñazo. Estaba de pie, rodeándose el cuerpo con los brazos, a punto de vomitar. Siempre había creído que su apurada situación los había conmovido hasta tal punto que habían decidido salvarlo, cuando, en realidad, no había sido más que una víctima.
—¡¿Por qué nunca me contaste que fue Mae quien me mató?! —gritó Jack, volcando toda su rabia sobre Ezra—. ¡Me habéis hecho vivir una mentira!
—No te pongas melodramático —dijo Ezra, intentando apaciguarlo—. Nada ha sido una mentira. —Le lanzó a Mae una mirada despectiva y ella la rehuyó. Por lo visto, no aprobaba cómo se lo había contado todo a Jack.
Con cautela, di un paso hacia él. Jack no estaba enfadado particularmente conmigo, sino con el mundo en general. Se había quedado plantado en medio del salón, mientras que Ezra y Mae permanecían en el umbral de la puerta. Mae rompió entonces a llorar. Milo, de forma inteligente, había decidido quedarse escondido en el cuarto de Mae.
El discurso enardecedor dirigido a Milo había acabado convirtiéndose en aquello, y lo sentía por él. Seguramente, al ver la reacción de Jack, Milo se sentiría aún peor con respecto a su situación.
En honor a la verdad, no creo que Jack estuviera enfadado por lo sucedido. Me imaginaba que debía de haber superado aquello hacía mucho tiempo. Lo que le había ofendido era saber que le habían mentido sobre un hecho tan importante de su vida.
—Sabes que te quieren, Jack —dije, y me miró con inquietud.
—¿Y cómo quieres que lo sepa? ¿Cómo quieres que sepa que todo lo que me han contado es verdad? —me preguntó Jack con franqueza.
—¡Sabes muy bien todo lo que significas para nosotros! —insistió Mae—. ¡Mira todo lo que hemos hecho y hemos intentado hacer por ti!
—¿Sabes una cosa? No me apetece escucharte más por ahora —le soltó Jack. Dio media vuelta y se dirigió a la escalera—. ¡No me apetece escuchar a nadie!
Subió corriendo a su habitación y lo seguí. No tenía motivos para estar enfadado conmigo, pero mi compañía tampoco le apetecía. Empezó a dar vueltas por la habitación y yo me quedé en la puerta, incómoda, sin deseos de inmiscuirme mucho en su espacio.
—¿Por qué me mentirían sobre todo esto? —Jack se pasó la mano por el pelo—. ¿Por qué no me contaron la verdad? ¿Tan complicado es?
—Supongo. Estoy segura de que Mae estaba avergonzada por lo sucedido, y tú no lo recordabas —dije—. Me imagino que fue la solución más fácil para todo el mundo.
—¡Podría haber muerto! —Dejó de deambular y se quedó mirándome—. ¿Puedes creer que Mae estuvo a punto de matarme y nunca se le pasó por la cabeza que tenía que explicármelo? Y no comprendo por qué no me acuerdo de nada. Todos recordáis perfectamente bien vuestra transformación. ¿Por qué yo no puedo hacerlo? ¿Me haría Mae alguna cosa especial?
—Moriste, por eso todo es distinto —dijo Peter, sorprendiéndome.
Debía de estar en su habitación cuando oyó los gritos de Jack y nosotros estábamos tan distraídos que ni siquiera lo oímos salir al pasillo. Volví la cabeza para mirarlo y me crucé de brazos para acercarme a la pared, lo más lejos posible de Peter.
—Estuviste muerto casi cinco minutos —explicó Peter—. No sabíamos siquiera si la transformación surtiría efecto, pero la verdad es que siempre has tenido el corazón muy fuerte.
—Pues muchas gracias —dijo Jack con sarcasmo.
—Sé que te has enfadado, pero creo que estás exagerando —dijo Peter, casi con cautela.
Entró finalmente en la habitación y se acercó a mí mucho más de lo que me habría gustado. Apenas me miró, pero bajé la vista de todos modos. Supuestamente, Peter trataba de consolar a Jack y eso me hacía sentir incómoda. Estar en compañía de Peter y de Jack a la vez me provocaba un gran sentimiento de culpa.
De haber sido capaz de pensar con claridad, o de haber sido capaz de hablar, me hubiera preguntado desde cuándo a Peter le importaba el bienestar de Jack. Sabía que en su día habían estado muy unidos, pero jamás había visto que Peter le dirigiera una sola palabra de aliento a Jack. Y sin embargo ahora, en aquel momento, era como si Peter hubiera decidido de repente restaurar su buena relación.
—Peter, de verdad, no necesito que me vengas ahora con tus mierdas —dijo Jack—. No eres mejor que los demás.
—¿En serio? Porque fui yo quien decidió salvarte la vida —dijo Peter, mirándolo, y Jack bajó la vista—. Pero ese no es el tema. Mae estaba hecha polvo por lo que te había pasado e hicimos todo lo que estaba en nuestras manos para salvarte y ocuparnos de ti. Por lo tanto, no te comportes como si no nos importaras en absoluto.
—¡Os importé porque os sentíais culpables! —dijo Jack, negando con la cabeza—. ¡Y da igual! ¡Me cuesta creer que hayáis estado mintiéndome todo este tiempo! —Suspiró—. Pero supongo que no podría esperar otra cosa de ti. Eres la persona más autosuficiente que conozco.
—¿Y qué quieres decir con eso? —dijo Peter, entrecerrando los ojos para mirarlo.
—¡Que eres un egoísta! ¡Que nunca piensas en nadie! —le gritó Jack—. ¡No quisisteis contármelo porque pensasteis que me enfadaría!
—Has demostrado que no nos equivocábamos —respondió Peter secamente, cruzándose de brazos.
—¡Yo nunca os he mentido! ¡Jamás! ¡Y me cuesta creer que conspirarais para mentirme en algo tan importante! —gritó Jack, y el nudo que yo tenía en la boca del estómago no hizo más que tensarse—. Es algo tan rastrero que, incluso sabiendo que eres un gilipollas descomunal, jamás me imaginé que fueras además un cobarde.
—¡Te salvé la vida! ¡Y he sacrificado gran parte de mi felicidad por ti! —rugió Peter—. ¿Y eso me convierte en un gilipollas y un cobarde?
—¡Si para ello has tenido que mentir, pues sí, no te quepa duda! —Jack miró fijamente a Peter y los ojos de este brillaron.
—Oíd, ¿sabéis qué? Pienso que… hum… pienso que deberíamos relajarnos todos un poco —dije, tartamudeando.
—¿Así que no quieres que te mienta nunca? ¿Sobre nada? —Peter esbozó una sonrisa amarga que dejó confundido a Jack—. ¿Es esa la única manera que tengo de superar el hecho de ser un cabrón egoísta que ha puesto estúpidamente tus deseos por delante de los míos durante los últimos dieciséis años?
—No creo que hayas hecho eso, pero sí. —Jack no sabía adónde quería llegar Peter, pero empezaba a ponerse nervioso.
—Peter, creo que Jack no sabe lo que dice —me interpuse, casi sin aliento. Jack me miró sólo un segundo, pero fue demasiado tarde. En el momento en que pronuncié el nombre de Peter, Jack se dio cuenta de que algo pasaba.
—Sé exactamente lo que digo —dijo Jack, mirando furioso a Peter.
—¿Sí? Pues entonces, para que puedas absolverme de todos los pecados que pueda haber cometido contra ti, como salvarte la vida y huir a Finlandia para que pudieras vivir en paz, voy a contarte la verdad. —Peter se inclinó sobre Jack y bajó la voz—. He besado a Alice. Hace tres días.
—¡Peter! —grité, pues era la única defensa que tenía.
Ambos sospechábamos algún tipo de reacción por parte de Jack, pero durante un minuto no sucedió nada. Un extraño zumbido engullía sus emociones y me imposibilitaba captarlas. Su rostro se había vuelto totalmente inexpresivo, hasta que finalmente se volvió hacia mí. Fue entonces cuando supe lo mucho que aquello le había dolido. Fue como si me hubieran dado un puñetazo en el estómago.
—Jack —dije sin convicción.
—Que os jodan a todos —dijo Jack, mirando primero a Peter y luego de nuevo a mí—. En serio. Que os jodan a todos. —Dejó entonces de mirarnos y abandonó la habitación.