POEMA DE LA SOLEÁ

A JORGE ZALAMEA

TIERRA SECA…

Tierra seca,

tierra quieta

de noches

inmensas.

(Viento en el olivar,

viento en la sierra).

Tierra

vieja

del candil

y la pena.

Tierra

de las hondas cisternas.

Tierra

de la muerte sin ojos

y las flechas.

(Viento por los caminos.

Brisa en las alamedas).

PUEBLO

Sobre el monte pelado,

un calvario.

Agua clara

y olivos centenarios.

Por las callejas

hombres embozados,

y en las torres

veletas girando.

Eternamente

girando.

¡Oh, pueblo perdido,

en la Andalucía del llanto!

PUÑAL

El puñal

entra en el corazón,

como la reja del arado

en el yermo.

No.

No me lo claves.

No.

El puñal,

como un rayo de sol,

incendia las terribles

hondonadas.

No.

No me lo claves.

No.

ENCRUCIJADA

Viento del Este,

un farol

y el puñal

en el corazón.

La calle

tiene un temblor

de cuerda

en tensión,

un temblor

de enorme moscardón.

Por todas partes

yo

veo el puñal

en el corazón.

¡AY!

El grito deja en el viento

una sombra de ciprés.

(Dejadme en este campo,

llorando).

Todo se ha roto en el mundo.

No queda más que el silencio.

(Dejadme en este campo,

llorando).

El horizonte sin luz

está mordido de hogueras.

(Ya os he dicho que me dejéis

en este campo,

llorando).

SORPRESA

Muerto se quedó en la calle

con un puñal en el pecho.

No lo conocía nadie.

¡Cómo temblaba el farol!

Madre.

¡Cómo temblaba el farolito

de la calle!

Era madrugada. Nadie

pudo asomarse a sus ojos

abiertos al duro aire.

Que muerto se quedó en la calle

que con un puñal en el pecho

y que no lo conocía nadie.

LA SOLEÁ

Vestida con mantos negros

piensa que el mundo es chiquito

y el corazón es inmenso.

Vestida con mantos negros.

Piensa que el suspiro tierno

y el grito, desaparecen

en la corriente del viento.

Vestida con mantos negros.

Se dejó el balcón abierto

y al alba por el balcón

desembocó todo el cielo.

¡Ay yayayayay,

que vestida con mantos negros!

CUEVA

De la cueva salen

largos sollozos.

(Lo cárdeno

sobre lo rojo).

El gitano evoca

países remotos.

(Torres altas y hombres

misteriosos).

En la voz entrecortada

van sus ojos.

(Lo negro

sobre lo rojo).

Y la cueva encalada

tiembla en el oro.

(Lo blanco

sobre lo rojo).

ENCUENTRO

Ni tú ni yo estamos

en disposición

de encontrarnos.

Tú… por lo que ya sabes.

¡Yo la he querido tanto!

Sigue esa veredita.

En las manos

tengo los agujeros

de los clavos.

¿No ves cómo me estoy

desangrando?

No mires nunca atrás,

vete despacio

y reza como yo

a San Cayetano,

que ni tu ni yo estamos

en disposición

de encontrarnos.

ALBA

Campanas de Córdoba

en la madrugada.

Campanas de amanecer

en Granada.

Os sienten todas las muchachas

que lloran a la tierna

soleá enlutada.

Las muchachas de

Andalucía la alta

y la baja.

Las niñas de España

de pie menudo

y temblorosas faldas,

que han llenado de luces

las encrucijadas.

¡Oh, campanas de Córdoba

en la madrugada,

y oh, campanas de amanecer

en Granada!