POEMA DE LA SIGUIRIYA GITANA

A CARLOS MORLA VICUÑA

PAISAJE

El campo

de olivos

se abre y se cierra

como un abanico.

Sobre el olivar

hay un cielo hundido

y una lluvia oscura

de luceros fríos.

Tiembla junco y penumbra

a la orilla del río.

Se riza el aire gris.

Los olivos

están cargados

de gritos.

Una bandada

de pájaros cautivos,

que mueven sus larguísimas

colas en lo sombrío.

LA GUITARRA

Empieza el llanto

de la guitarra.

Se rompen las copas

de la madrugada.

Empieza el llanto

de la guitarra.

Es inútil callarla.

Es imposible

callarla.

Llora monótona

como llora el agua,

como llora el viento

sobre la nevada.

Es imposible

callarla.

Llora por cosas

lejanas.

Arena del Sur caliente

que pide camelias blancas.

Llora flecha sin blanco,

la tarde sin mañana,

y el primer pájaro muerto

sobre la rama.

¡Oh, guitarra!

Corazón malherido

por cinco espadas.

EL GRITO

La elipse de un grito,

va de monte

a monte.

Desde los olivos,

será un arco iris negro

sobre la noche azul.

¡Ay!

Como un arco de viola

el grito ha hecho vibrar

largas cuerdas del viento.

¡Ay!

(Las gentes de las cuevas

asoman sus velones).

¡Ay!

EL SILENCIO

Oye, hijo mío, el silencio.

Es un silencio ondulado,

un silencio

donde resbalan valles y ecos

y que inclina las frentes

hacia el suelo.

EL PASO DE LA SIGUIRIYA

Entre mariposas negras,

va una muchacha morena

junto a una blanca serpiente

de niebla.

Tierra de luz,

cielo de tierra.

Va encadenada al temblor

de un ritmo que nunca llega,

tiene el corazón de plata

y un puñal en la diestra.

¿A dónde vas, siguiriya,

con un ritmo sin cabeza?

¿Qué luna recogerá

tu dolor de cal y adelfa?

Tierra de luz,

cielo de tierra.

DESPUÉS DE PASAR

Los niños miran

un punto lejano.

Los candiles se apagan.

Unas muchachas ciegas

preguntan a la luna,

y por el aire ascienden

espirales de llanto.

Las montañas miran

un punto lejano.

Y DESPUÉS

Los laberintos

que crea el tiempo

se desvanecen.

(Sólo queda

el desierto).

El corazón,

fuente del deseo,

se desvanece.

(Sólo queda

el desierto).

La ilusión de la aurora

y los besos,

se desvanecen.

Sólo queda

el desierto.

Un ondulado

desierto.