Montana
10 a. m.
Vigésimo día
El elegante Porsche 959 corría por la carretera de montaña. Las grandes ruedas se agarraron al asfalto al tomar una curva a toda velocidad.
Frenó con un chirrido cuando el conductor vio el Ford averiado que bloqueaba el camino, colocado en ángulo con el capó abierto.
Bud Richmond salió del coche, sonriendo a la atractiva pelirroja que se agachaba bajo el capó para manejar la varilla del aceite torpemente y con gesto angustiado.
—¿Puedo ayudarla, señorita?
—Sí puede, senador. —Ben salió de detrás del coche. Apuntó a Richmond a la cara con su pistola. Alex cerró el capó muy seria.
—¿De qué va esto? —preguntó Richmond.
—De Irving Slater —dijo Ben—. Vamos a dar una vuelta.
Cuarenta minutos después, el senador estaba sentado con la cara pálida en la parte de atrás del Ford después de escuchar la información que Ben le había dado sobre el plan de Slater. Alex le había puesto la grabación que había hecho Zoë con el teléfono en el sótano.
—No me puedo creer lo que acabo de escuchar —dijo Richmond con tono de derrota.
—Usted era la parte más importante del plan de Slater —le dijo Ben—. Le ha estado utilizando todo este tiempo.
—A veces se comportaba de un modo extraño —reflexionó Richmond—. Todas esas pequeñas reuniones furtivas en el teleférico. Siempre me dio que pensar.
—Ahora ya lo sabe.
Richmond apretó los puños.
—Sabía que tenía sus métodos. Sabía que no tenía una gran opinión de mí, me llamaba necio a mis espaldas. Pero ni por un momento pensé que se rebajaría a… tal abominación. —La voz le temblaba de ira—. Dios mío, pensar que he dejado entrar a asesinos entre los míos. Agentes de Satanás. —Miró a Ben—. Estoy escandalizado. ¿Qué puedo decir? Slater tiene que ser juzgado. —Luego se giró hacia Alex—. ¿Ha informado ya a sus superiores?
—Nadie sabe nada excepto usted —contestó.
Richmond se mordió el labio.
—Callaghan y Slater deben ser detenidos. Dejen que haga una llamada.
Ben negó con la cabeza.
—Ese no es el plan.
Richmond frunció el ceño, confuso.
—¿Y cuál es el plan?
—Hábleme de ese teleférico —dijo Ben.