Como figura histórica, puede que Akenatón carezca del glamur y el romanticismo de Ramsés o Tutankamón, pero ningún otro faraón del Antiguo Egipto fue nunca tan particular ni se vio envuelto en tanto misterio. La extraña historia de Akenatón ha sido versionada en numerosas ocasiones: la famosa escritora británica Agatha Christie escribió una novela sobre él, el compositor moderno Philip Glass ha compuesto una ópera y, para los fans del Death Metal, existe incluso una canción del grupo Nile llamada Cast Down the Heretic.
Se han enunciado diversas teorías, extrañas y maravillosas, sobre tan enigmático faraón: basándose en la hipótesis de Sigmund Freud de que Moisés podría haber sido un seguidor de Akenatón, algunos historiadores han propuesto que tal vez Moisés y Akenatón fueran en realidad la misma persona. Adentrándonos más en el campo de la fantasía, se ha llegado incluso a sugerir que Akenatón no era de este planeta. Sin duda, quien haya podido ver su retrato dará fe de su peculiar y extraña apariencia.
Pero, independientemente de quien quiera (o lo que quiera) que fuera Akenatón, su aspecto más destacado y conocido es su legendario intento por reemplazar la religión del estado egipcio con su propia religión, el llamado culto atonista. Se trata de la primera constancia escrita en la historia de una religión monoteísta, y si hubiera logrado que se asentara, habría alterado el curso de su patria para siempre. Por desgracia para él, su golpe religioso estaba abocado al fracaso. Casi inmediatamente tras su muerte, Egipto volvió a la antigua religión politeísta y no se escatimaron esfuerzos para borrar todo rastro del despreciado hereje y fingir que jamás existió.
La mayor parte de los acontecimientos y personajes históricos de esta novela se basan en hechos. Los tres sumos sacerdotes rebeldes que conspiraron para robar los tesoros condenados en las mismísimas narices de Akenatón son completamente ficticios, aunque creo que, dadas las medidas tomadas por el faraón y el odio y el resentimiento que este suscitaba, no es para nada descabellado sugerir que tal golpe pudiera haber sido planeado o tenido lugar. Después de todo, se sabe muy poco de esa época (los académicos ni siquiera se ponen de acuerdo en las fechas exactas del reinado de Akenatón). Con los increíbles nuevos descubrimientos que se hacen cada año, ¿quién sabe qué secretos pueden depararnos las arenas del desierto en un futuro?
Espero que hayáis disfrutado leyendo El tesoro del hereje. ¡Ben Hope regresará pronto!
Scott Mariani