Sala de don Perlimplín. En el centro hay una gran cama con dosel y penachos de plumas. En las paredes hay seis puertas. La primera de la derecha sirve de entrada y salida a don Perlimplín. Es la primera noche de casados.
(Marcolfa, con un candelabro, en la puerta primera de la izquierda).
MARCOLFA. Buenas noches.
VOZ DE BELISA. Adiós, Marcolfa.
(Sale Perlimplín vestido magníficamente).
MARCOLFA. Buena noche de boda tenga mi señor.
PERLIMPLÍN. Adiós, Marcolfa.
(Sale Marcolfa. Perlimplín se dirige de puntillas a la habitación de enfrente y mira desde la puerta).
Belisa… con tantos encajes pareces una ola y me das el mismo miedo que de niño tuve al mar. Desde que tú viniste de la iglesia está mi casa llena de rumores secretos y el agua se entibia ella sola en los vasos… ¡Ay!… Perlimplín… ¿dónde estás, Perlimplín? (Sale de puntillas).
(Aparece Belisa vestida con un gran traje de dormir lleno de encajes. Una cofia inmensa le cubre la cabeza y lanza una cascada de puntillas y entredoses hasta sus pies. Lleva el pelo suelto y los brazos desnudos).
BELISA. La criada perfumó esta habitación con tomillo y no con menta como yo le indiqué… (Va hacia el lecho). Ni puso a la cama las finas ropas de hilo que tiene. Marcolfa… (En este momento suena una música suave de guitarras. Belisa cruza las manos sobre el pecho). ¡Ay! El que me busque con ardor me encontrará. Mi sed no se apaga nunca, como nunca se apaga la sed de los mascarones que echan el agua en las fuentes. (Sigue la música). ¡Ay qué música, Dios mío! ¡Qué música! Como el plumón caliente de los cisnes… ¡Ay! Pero ¿soy yo?, ¿o es la música?
(Se echa sobre los hombros una gran capa de terciopelo rojo y pasea por la escena. Calla la música y se oyen cinco silbidos).
BELISA. Son cinco.
(Aparece Perlimplín).
PERLIMPLÍN. ¿Te molesto?
BELISA. ¿Cómo es posible?
PERLIMPLÍN. ¿Tienes sueño?
BELISA. (Irónica). ¿Sueño?
PERLIMPLÍN. La noche se ha puesto un poco fría. (Se frota las manos).
(Pausa).
BELISA. (Decidida). Perlimplín.
PERLIMPLÍN. (Temblando). ¿Qué quieres?
BELISA. (Vaga). Es un bonito nombre, Perlimplín.
PERLIMPLÍN. Más bonito es el tuyo, Belisa.
BELISA. (Riendo). ¡Oh! ¡Gracias!
(Pausa corta).
PERLIMPLÍN. Yo quería decirte una cosa.
BELISA. ¿Y es?
PERLIMPLÍN. He tardado en decidirme… Pero…
BELISA. Di.
PERLIMPLÍN. Belisa… ¡yo te amo!
BELISA. ¡Oh, caballerito!… es ésa tu obligación.
PERLIMPLÍN. ¿Sí?
BELISA. Sí.
PERLIMPLÍN. Pero ¿por qué sí?
BELISA. (Mimosa). Pues porque sí.
PERLIMPLÍN. No.
BELISA. ¡Perlimplín…!
PERLIMPLÍN. No, Belisa. Antes de casarme contigo yo no te quería.
BELISA. (Guasona). ¿Qué dices?
PERLIMPLÍN. Me casé… ¡por lo que fuera!, pero no te quería. Yo no había podido imaginarme tu cuerpo hasta que lo vi por el ojo de la cerradura cuando te vestían de novia. Y entonces fue cuando sentí el amor, ¡entonces!, como un hondo corte de lanceta en mi garganta.
BELISA. (Intrigada). Pero ¿y las otras mujeres?
PERLIMPLÍN. ¿Qué mujeres?
BELISA. Las que tú conociste antes.
PERLIMPLÍN. Pero ¿hay otras mujeres?
BELISA. (Levantándose). ¡Me estás asombrando!
PERLIMPLÍN. El primer asombrado soy yo. (Pausa. Se oyen los cinco silbidos). ¿Qué es eso?
BELISA. El reloj.
PERLIMPLÍN. ¿Son las Cinco?
BELISA. Hora de dormir.
PERLIMPLÍN. ¿Me das permiso para quitarme la casaca?
BELISA. Desde luego (Bostezando), maridito. Y apaga la luz si te place.
PERLIMPLÍN. (Apaga la luz. En voz baja). Belisa.
BELISA. (En voz alta). ¿Qué, hijito?
PERLIMPLÍN. (En voz baja). He apagado la luz.
BELISA. (Guasona). Ya lo veo.
PERLIMPLÍN. (En voz mucho más baja). Belisa…
BELISA. (En voz más alta). ¿Qué?, ¿encanto?
PERLIMPLÍN. ¡Te adoro!
(Dos Duendes saliendo por lados opuestos del escenario corren una cortina de tonos grises. Queda el teatro en penumbra, con dulce tono de sueño. Suenan flautas. Deben ser dos niños. Se sientan en la concha del apuntador cara al público).
DUENDE 1o ¿Cómo te va por lo oscurillo?
DUENDE 2o Ni bien ni mal, compadrillo.
DUENDE 1o Ya estamos.
DUENDE 2o Y qué te parece. Siempre es bonito tapar las faltas ajenas.
DUENDE 1o Y que luego el público se encarge de destaparlas.
DUENDE 2o Porque si las cosas no se cubren con toda clase de preocupaciones…
DUENDE 1o No se descubren nunca.
DUENDE 2o Y sin este tapar y destapar…
DUENDE 1o ¡Qué sería de las pobres gentes!
DUENDE 2o(Mirando la cortina). ¡Que no quede ni una rendija!
DUENDE 1o Que las rendijas de ahora son oscuridad mañana. (Ríen).
DUENDE 2o Cuando las cosas están claras…
DUENDE 1o El hombre se figura que no tiene necesidad de descubrirlas.
DUENDE 2o Y se van a las cosas turbias para descubrir en ellas secretos que ya sabía.
DUENDE 1o Pero para eso estamos nosotros aquí. ¡Los duendes!
DUENDE 2o ¿Tú conocías a Perlimplín?
DUENDE 1o Desde niño.
DUENDE 2o ¿Y a Belisa?
DUENDE 1o Mucho. Su habitación exhalaba un perfume tan intenso, que una vez me quedé dormido y desperté entre las garras de sus gatos. (Ríen).
DUENDE 2o Este asunto estaba…
DUENDE 1o ¡Clarísimo!
DUENDE 2o Todo el mundo se lo imaginaba.
DUENDE 1o Y el comentario huiría hacia medios más misteriosos.
DUENDE 2o ¡Por eso! Que no se descorra todavía nuestra eficaz y socialísima pantalla.
DUENDE 1o ¡No, que no se enteren!
DUENDE 2o El alma de Perlimplín, chica y asustada como un patito recién nacido, se enriquece y sublima en estos instantes…
(Ríen).
DUENDE 1o El público está impaciente.
DUENDE 2o Y tiene razón. ¿Vamos?
DUENDE 1o Vamos. Ya siento un dulce fresquillo por mis espaldas.
DUENDE 2o Cinco frías camelias de madrugada se han abierto en las paredes de la alcoba.
DUENDE 1o Cinco balcones sobre la ciudad.
(Se levantan y se echan unas grandes capuchas azules).
DUENDE 2o Don Perlimplín. ¿Te hacemos un mal o un bien?
DUENDE 1o Un bien… porque no es justo poner ante las miradas del público el infortunio de un hombre bueno.
DUENDE 2o Es verdad, compadrillo: que no es lo mismo decir «yo he visto» que «se dice».
DUENDE 1o Mañana lo sabrá toda la gente.
DUENDE 2o Y es lo que deseamos.
DUENDE 1o Comentario quiere decir mundo.
DUENDE 2o Chist…
(Empiezan a sonar las flautas).
DUENDE 1o Chist…
DUENDE 2o ¿Vámonos por el oscurillo?
DUENDE 1o Vámonos ya, compadrillo.
DUENDE 2o ¿Ya?
DUENDE 1o ¡Ya!
(Corren la cortina. Aparece don Perlimplín en la cama [con unos grandes cuernos de ciervo en la cabeza]. Belisa a su lado. Los cinco balcones del fondo están abiertos de par en par. Por ellos entra la luz Blanca de la madrugada).
PERLIMPLÍN. (Despertando). Belisa, Belisa. ¡Contesta!
BELISA. (Fingiendo que despierta). Perlimplinito. ¿Qué quieres?
PERLIMPLÍN. ¡Dime pronto!
BELISA. ¿Qué te voy a decir? ¡Yo quedé dormida mucho antes que tú!
PERLIMPLÍN. (Se echa de la cama. Va vestido con casaca). ¿Por qué están los balcones abiertos?
BELISA. Porque esta noche ha corrido el aire como nunca.
PERLIMPLÍN. ¿Por qué tienen los balcones cinco escalas que llegan al suelo?
BELISA. Porque así es la costumbre en el país de mi madre.
PERLIMPLÍN. Y ¿de quiénes son aquellos cinco sombreros que veo debajo de los balcones?
BELISA. (Saltando de la cama en espléndida toilette). De los borrachitos que van y vienen, Perlimplinillo, ¡amor!
PERLIMPLÍN. (Mirándola y quedándose embobado). ¡Belisa! ¡Belisa! ¿Y por qué no? Todo lo explicas bien. Estoy conforme. ¿Por qué no ha de ser así?
BELISA. (Mimosa). No soy mentirosilla.
PERLIMPLÍN. Y yo cada minuto te quiero más.
BELISA. Así me gusta.
PERLIMPLÍN. ¡Por primera vez en mi vida estoy contento! (Se acerca y la abraza, pero en ese instante se retira bruscamente de ella). Belisa. ¿Quién te ha besado? ¡No mientas, que lo sé!
BELISA. (Cogiéndose el pelo y echándolo por delante). ¡Ya lo creo que lo sabes! ¡Qué maridito tan bromista tengo! (En voz baja). ¡Tú! ¡Tú me has besado!
PERLIMPLÍN. ¡Sí! Yo te he besado… ¿pero y si te hubiese besado alguien más…? Si te hubiese besado alguien más… ¿tú me quieres?
BELISA. (Levantando un brazo desnudo). Sí, Perlimplín chiquitito.
PERLIMPLÍN. Entonces… ¿qué me importa?… (Se dirige a ella y la abraza). ¿Eres Belisa?…
BELISA. (Mimosa y en voz baja). ¡Sí!, ¡sí!, ¡sí!, ¡sí!
PERLIMPLÍN. ¡Casi me parece un sueño!
BELISA. (Reaccionando). Mira, Perlimplín, cierra los balcones, que antes de nada se levantará la gente…
PERLIMPLÍN. ¿Para qué? Como los dos hemos dormido lo bastante veremos el amanecer… ¿No te gusta?
BELISA. Sí, pero… (Se sienta en la cama).
PERLIMPLÍN. Nunca había visto la salida del sol… (Belisa, rendida, cae sobre las almohadas). Es un espectáculo que… parece mentira… ¡me conmueve!… ¿Y a ti?, ¿no te gusta? (Se dirige hacia el lecho). Belisa, ¿estás dormida?
BELISA. (Entre sueños). Sí.
(Perlimplín, de puntillas, la cubre con un manto. Una luz intensa y dorada entra por los balcones. Bandadas de pájaros de papel los cruzan entre el sonido de las campanas matinales. Perlimplín se ha sentado al borde de la cama).
PERLIMPLÍN.
Amor, amor
que estoy herido.
Herido de amor huido,
herido,
muerto de amor.
Decid a todos que ha sido
el ruiseñor.
Bisturí de cuatro filos,
garganta rota y olvido.
Cógeme la mano, amor,
que vengo muy mal herido,
herido de amor huido,
¡herido!
¡Muerto de amor!
Telón.