A Jesús Catalán Rafael, trabajador indesmayable que un día creyó en el sueño imposible. El Rey de Toledo, mi amigo.
A Antonio Hidalgo Girón, lector infatigable y buscador impenitente de parajes en la todavía inexplorada España.
A Georgina Fernández de la Riva, Teresa Sánchez Muñoz y Mireia Boladeras Bosque, inasequibles a la desesperanza y que siempre están en la parte emocional de mis sentimientos.
Al Club Hernández: Ángel Sotomayor Cerdeño, Mariví y Esther Huerta Parra, Luis Rodríguez Fernández, Valeriano López Díaz, José Antonio Rivera Fernández y Jesús Rivera Ávila, que mantienen vivo el impulso de su juventud huyente.