Capítulo 1

Madrid, enero de 2005

De repente, el tipo se volvió con una pistola en la mano y disparó. La bala me entró en el pecho. Caí hacia atrás sobre los cascotes del angosto pasadizo, golpeando de lleno el suelo con la espalda. Quedé conmocionado pero sabía que el daño real era el del proyectil. Permanecí inmóvil en la agonizante luz tratando de evitar un segundo disparo, que no se produjo. Oí pasos cortos alejarse a la carrera. Con dificultad saqué un pañuelo y taponé la herida. Luego cogí el móvil e hice la llamada.