Sacramento santo

En un pueblo de La Mancha oímos una copla que debería resultar obscena, y no, y esto tenía caviloso a mi amigo el lingüista de semióticas y campos semánticos. Descubrió al fin que es una simple palabra la que desactiva cualquier procacidad en el texto:

¡Sácala, marido, que la quiero ver!

¡Dios te la bendiga!, vuélvela a meter.

La palabra marido.