El rebujo

Llamada urgente, ¿cómo es posible que el teléfono sepa, que anticipe la premura en la manera de sonar?, bien te avisamos, Garzón, que el casco peatonal se ha puesto imposible y deberías vivir donde tuvieras el coche a la puerta para salir pitando, claro que en Cultura pocos imprevistos ocurren, soy de Cultura y no sé nada de Ciencias, le dije al redactor-jefe, que ya colgaba asaetado seguramente por otros teléfonos, timbres y extrasístoles, tú, Garzón, haz lo que te digo y sal echando leches para el aula magna, se trata de un nobel. Rápido, me digo, me obedezco, un beso que vuelvo en seguida, salía y volví por las llaves del coche, tienes que recorrer a pie, deprisa, deprisa, el contorno de la seo inmensa, pero no te quejes, tú mismo escribiste para que la defendiesen del progreso, en la fachada sur la tullida del puesto de inutilidades ha emprendido la pena diaria del regreso a su noche de sabe Dios dónde, es un rebujo pegado al suelo que en unas zancadas tuyas ha quedado atrás, olvidada, a las ocho en el aula magna. El nobel con su mando a distancia va inscribiendo en la pizarra panorámica unas ecuaciones previas, que inscriba, a ver si uno puede tomar aliento. En los pupitres se ha encendido la invitación de los auriculares de la traducción simultánea, muchos inventos pero los periódicos se siguen haciendo con palabras, sin perder comba anotas las fuerzas de inercia, la relatividad tal cual y la relatividad restringida, el origen de los campos gravitatorios y las relaciones entre la relatividad y la física cuántica. Conceptos. Más signos en la pizarra electrónica. El espacio y el tiempo, la importancia del observador que considera las medidas, reflexionen un momento, señoras y señores: una distancia equis no es igual para una hormiga que para un elefante. Aplausos y fotógrafos. En el periódico se me atraganta el café de máquina mientras tecleo, tengo que volver a tiempo para el cumpleaños de mi chica, los bolardos no me dejan pasar el coche conque otra vez peatón a lo largo de la catedral ahora ennochecida, la tullida y su carga fútil van ya por la fachada norte y pienso que el rebujo avanza según esas leyes que conocen estos sabios, nosotros los de letras nos quedamos en uve igual a e partido por te, Amelia.