Eriador fue el antiguo nombre de todas las tierras comprendidas entre las Montañas Nubladas y las Montañas Azules; al sur limitaba con el Aguada Gris y el Glanduin que desemboca en él por encima de Tharbad.
En sus tiempos de esplendor, Arnor incluía a toda Eriador con excepción de las regiones más allá del Lune y de las tierras al este del Aguada Gris y del Sonorona, donde se encontraban Rivendel y Hollin. Más allá del Lune estaba el país élfico, verde y sereno, que los Hombres no visitaban; pero los Enanos vivían, y viven todavía, sobre la ladera oriental de las Montañas Azules, en especial al sur del Golfo de Lune, donde tienen minas aún en actividad. Por esta razón estaban acostumbrados a trasladarse al este por el Camino Grande, como lo habían hecho durante largos años hasta que llegaron a la Comarca. En los Puertos Grises vivía Círdan el Carpintero de Barcos; y hay quien afirma que vive allí todavía, hasta que el último Barco se haga a la vela hacia el Occidente. En los días de los Reyes la mayor parte de los Altos Elfos que se demoraban todavía en la Tierra Media vivían junto con Círdan o a orillas del mar de Lindon. Si aún quedan algunos, son muy pocos.
Después de Elendil e Isildur hubo ocho Altos Reyes en Arnor. Después de Eärendur, por causa de disensiones entre sus hijos, el reino se dividió en tres: Arthedain, Rhudaur y Cardolan. Arthedain se encontraba en el noroeste e incluía la tierra entre el Brandivino y el Lune, y también la tierra al norte del Camino Grande hasta las Colinas de los Vientos. Rhudaur estaba al nordeste y se extendía entre las Landas de Etten, las Colinas de los Vientos y las Montañas Nubladas, pero incluía también las tierras llamadas el Ángulo, entre el Fontegrís y el Sonorona. Cardolan estaba al sur y sus límites eran el Brandivino, el Aguada Gris y el Camino Grande.
En Arthedain la línea de Isildur se mantuvo y perduró, pero no tardó en interrumpirse en Cardolan y Rhudaur. Hubo allí a menudo disputas entre los reinos que apresuraron la declinación de los Dúnedain. El principal motivo de las contiendas era la posesión de las Colinas de los Vientos y la tierra del oeste hasta Bree.
Tanto Rhudaur como Cardolan querían apoderarse de Amon Sûl (la Cima de los Vientos), que se alzaba en la frontera entre ambos reinos; porque en la Torre de Amon Sûl se guardaba la Palantír principal, y las otras dos estaban en poder de Arthedain.
Fue a comienzos del reinado de Malvegil de Arthedain cuando el mal llegó a Arnor. Porque en ese tiempo el reino de Angmar se encontraba en el norte, más allá de las Landas de Etten. Sus tierras se extendían a ambos lados de las Montañas, y había allí muchos hombres malvados, y Orcos, y otras criaturas salvajes. El señor de esa tierra era conocido como el Rey Brujo, pero no se supo hasta más tarde que era en verdad el jefe de los Espectros del Anillo, que había ido al norte con el propósito de destruir a los Dúnedain en Arnor (lo que era quizá posible porque estaban desunidos) mientras que Gondor se mantenía fuerte.
En los días de Argeleb hijo de Malvegil, como no quedaban descendientes de Isildur en los otros reinos, los reyes de Arthedain volvieron a reclamar todo Arnor. Rhudaur se opuso. Allí los Dúnedain eran pocos, y el poder estaba en manos de un jefe malvado de los Hombres de la Colina, que tenía un pacto secreto con Angmar. Por tanto, Argeleb fortificó las Colinas de los Vientos; pero fue muerto en batalla con Rhudaur y Angmar.
Arveleg hijo de Argeleb, con ayuda de Cardolan y Lindon, expulsó al enemigo de las Colinas; y por muchos años Arthedain y Cardolan se mantuvieron fuertes en una frontera a lo largo de las Colinas de los Vientos, el Camino Grande y el curso inferior del Fontegrís. Se dice que en este tiempo Rivendel fue sitiado.
Un gran ejército salió de Angmar en 1409 y, cruzando el río, penetró en Cardolan y rodeó la Cima de los Vientos. Los Dúnedain fueron derrotados y Arveleg recibió la muerte. La Torre de Amon Sûl fue quemada y arrasada; pero la palantír se salvó y fue llevada en retirada a Fornost, Rhudaur fue ocupada por Hombres malévolos sometidos a Angmar y los Dúnedain que se quedaron allí fueron muertos o huyeron al oeste. Cardolan fue asolada. Araphor, hijo de Arveleg, no había alcanzado la madurez todavía, pero era valiente y, con ayuda de Círdan, rechazó al enemigo de Fornost y las Quebradas del Norte. Un resto de los fieles entre los Dúnedain de Cardolan resistió también en Tyrn Gorthad (las Quebradas de los Túmulos) o se refugiaron en los bosques que se extendían por detrás.
Se dice que durante un tiempo Angmar fue sometida por los Elfos que venían de Lindon y de Rivendel, porque Elrond trajo ayuda por sobre las Montañas desde Lórien. Fue en ese entonces cuando los Fuertes que habían vivido en el Ángulo (entre el Fontegrís y el Sonorona) huyeron por el oeste y el sur a consecuencia de las guerras y el miedo a Angmar, y porque la tierra y el clima de Eriador, especialmente en el este, habían empeorado y se hicieron inhóspitos. Algunos volvieron a las Tierras Ásperas y vivieron junto a los Campos Gladios, convirtiéndose en un pueblo ribereño de pescadores.
En los días de Argeleb II llegó la peste a Eriador desde el sureste, matando a la mayor parte del pueblo de Cardolan, especialmente en Minhiriath. Los Hobbits y todas las otras gentes sufrieron mucho, pero la peste fue decreciendo mientras avanzaba hacia el norte, y no afectó demasiado las partes septentrionales de Arthedain. El fin de los Dúnedain de Cardolan ocurrió en este tiempo, y los malos espíritus salidos de Angmar y Rhudaur entraron en los túmulos desiertos y se instalaron allí.
Se dice que los túmulos de Tyrn Gorthad, como las Quebradas de los Túmulos se llamaron otrora, son muy antiguos, y muchos fueron levantados en los días de la Primera Edad por los antepasados de los Edain, antes de que cruzaran las Montañas Azules y penetraran en Beleriand, de la que Lindon es todo lo que queda ahora. Por tanto, esas colinas fueron reverenciadas por los Dúnedain después de su regreso; y allí tuvieron sepultura muchos de sus señores y sus reyes. [Dicen algunos que el túmulo en que el Portador del Anillo quedó encerrado había sido la tumba del último príncipe de Cardolan, que cayó en la guerra de 1409.]
En 1974 el poder de Angmar se hizo fuerte otra vez, y el Rey Brujo descendió sobre Arthedain antes que terminara el invierno. Ocupó Fornost y rechazó a la gran mayoría del resto de los Dúnedain más allá del Lune; entre ellos estaban los hijos del rey. Pero el Rey Arvedui resistió hasta el final en las Quebradas del Norte, y luego huyó hacia el norte con algunos miembros de la guardia; y consiguieron huir gracias a sus caballos.
Por un tiempo Arvedui se ocultó en los túneles de las viejas minas de los Enanos, cerca del lejano extremo de las Montañas, pero al fin el hambre lo obligó a buscar la ayuda de los Lossoth, los Hombres de las Nieves de Forochel.[7] Encontró a algunos reunidos en un campamento cerca de las orillas del mar; pero no ayudaron al rey de buen grado, pues éste no tenía nada que ofrecerles, excepto unas pocas joyas que para ellos carecían de valor; y tenían miedo del Rey Brujo, quien (decían) podía traer la escarcha o el deshielo a su antojo. Pero, compadeciéndose en parte por el macilento rey y sus hombres, y también porque éstos iban armados, les dieron algo de alimento y les construyeron chozas de nieve. Allí tuvo que esperar Arvedui a que le llegara ayuda desde el sur; pues sus caballos habían muerto.
Cuando Círdan supo por Aranarth, hijo de Arvedui, que el rey había huido hacia el norte, envió sin demora una barca a Forochel en su busca. La barca llegó allí por fin al cabo de muchos días, pues habían soplado vientos desfavorables, y los marineros vieron desde lejos el pequeño fuego que los hombres perdidos habían logrado encender con maderas encontradas en la playa. Pero el invierno tardó en soltar su presa aquel año; y aunque era ya marzo, el hielo sólo empezaba a quebrarse, y se extendía lejos de la costa.
Cuando los Hombres de las Nieves vieron la barca, sintieron asombro y temor, porque no recordaban haber visto nada semejante en el mar; pero se habían vuelto más amistosos, y llevaron al rey en trineos junto con los otros sobrevivientes hasta donde se atrevieron a llegar. De este modo, un bote que izaron de la barca pudo acercarse al rey.
Pero los Hombres de las Nieves estaban intranquilos porque, decían, olían peligro en el aire. Y el jefe de los Lossoth dijo a Arvedui: «¡No montes ese monstruo del Mar! Que los marineros nos traigan alimentos si los tienen, y otras cosas que necesitamos, y podrás quedarte aquí hasta que el Rey Brujo vuelva a casa. Porque en verano pierde poder, pero ahora su aliento es mortal y muy largo su brazo frío».
Pero Arvedui no hizo caso. Le dio las gracias, y al partir le entregó su anillo diciendo: 'Esto tiene un valor que tú no entiendes. Por su sola antigüedad. No tiene poder, sólo la estimación de los que aman mi casa. No te dará ayuda, pero si alguna vez lo necesitas, mi gente pagará por él un rescate con todo aquello que tú desees.[8] No obstante, el consejo de Lossoth era bueno, fuera por azar o por previsión; porque antes de que la barca hubiera llegado a mar abierto, se levantó una gran tormenta que llegó con nieves enceguecedoras desde el norte; y arrastró de vuelta la barca sobre el hielo y el hielo se apiló contra ella. Los marineros de Círdan nada pudieron hacer, y por la noche el hielo quebró el casco, y el barco se fue a pique. Así pereció Arvedui el último Rey, y junto con él quedaron sepultadas en el mar las palantíri.[9] Transcurrió mucho tiempo antes de que los Hombres de las Nieves tuvieran noticia del naufragio de Forochel.
El pueblo de la Comarca sobrevivió, aunque la guerra pasó como un viento sobre ellos, y la mayoría huyó a esconderse. Enviaron en ayuda del rey a algunos arqueros que nunca más retornaron; y otros fueron también a la batalla en que Angmar fue vencida (de la que más se dice en los anales del Sur). Luego, en la paz que sobrevino, el pueblo de la Comarca se gobernó a sí mismo y prosperó. Eligieron a un Thain en reemplazo del Rey, y se sintieron satisfechos; aunque durante un tiempo muchos continuaron esperando el retorno del Rey. Pero por último se abandonó esa esperanza, y sólo se conservó el dicho Cuando el Rey regrese, con el que se referían a un bien que no podía alcanzarse, o a un mal que no podía evitarse. El primer Thain de la Comarca fue un tal Bucca de Marjala, del que pretendían descender los Gamoviejo. Se convirtió en Thain en el año 379 de nuestro calendario (1979).
Después de Arvedui el Reino del Norte llegó a su fin, pues los Dúnedain eran pocos ahora, y todos los pueblos de Eriador disminuyeron. No obstante, la línea de los reyes continuó con los Capitanes de los Dúnedain, de los cuales Aranarth, hijo de Arvedui, fue el primero. Arahael, hijo de Aranarth, fue criado en Rivendel, y después de él fueron criados allí todos los hijos de los capitanes; y también en ese sitio se conservaron las heredades de la casa: el anillo de Barahir, los fragmentos del Narsil, la estrella de Elendil y el cetro de Annúminas.[10]
"Cuando el reino se deshizo, los Dúnedain pasaron a la sombra y se convirtieron en un pueblo secreto y errante, y sus hechos y trabajos se cantaron o registraron rara vez. Poco es ahora lo que se recuerda de ellos desde la partida de Elrond. Aunque aun antes de que terminara la Paz Vigilante, las criaturas malignas empezaron a atacar Eriador o a invadirla en secreto, la mayoría de los Capitanes alcanzó una larga vida. Aragorn I, según se dice, fue muerto por los lobos, que desde entonces y hasta ahora siguieron siendo un peligro en Eriador. En los días de Arahad I, los Orcos, que, como después se supo, ocupaban desde hacía mucho tiempo y en secreto las fortalezas de las Montañas Nubladas, con el propósito de bloquear todos los accesos a Eriador, salieron de pronto a la luz. En 2509 Celebrían, esposa de Elrond, viajaba a Lórien cuando fue detenida en el Paso del Cuerno Rojo. Los Orcos atacaron repentinamente, desmembrando la escolta, atraparon a Celebrían y se la llevaron. Elladan y Elrohir fueron tras ella y consiguieron rescatarla, pero no antes de que la atormentaran y recibiera una herida ponzoñosa. Fue llevada de regreso a Imladris, y aunque Elrond le curó el cuerpo, ya no se sentía contenta en la Tierra Media, y al año siguiente se encaminó a los Puertos y cruzó el Mar. Y más adelante, en los días de Arassuil, los Orcos, que se multiplicaban otra vez en las Montañas Nubladas, empezaron a asolar las tierras, y los Dúnedain y los hijos de Elrond lucharon contra ellos. Fue en este tiempo cuando una gran banda avanzó tanto hacia el oeste, que al fin penetró en la Comarca, y fueron entonces expulsados por Bandobras Tuk.
Hubo quince Capitanes antes de que naciera el decimosexto y último, Aragorn II, que fue Rey de Gondor y de Arnor a la vez. Nuestro Rey, lo llamamos; y cuando se traslada al norte a la casa restaurada de Annúminas, y permanece un tiempo junto al Lago del Crepúsculo, todos en la Comarca se sienten felices. Pero no penetra en esta tierra y se somete a la ley que él mismo ha promulgado, según la cual, nadie de la Gente Grande ha de cruzar los límites de la Comarca. No obstante, cabalga a menudo hasta el Gran Puente, y da allí la bienvenida a sus amigos y a cualquier otro que desee verlo; y algunos vuelven con él cabalgando y se quedan en su casa tanto como les cuadra. El Thain Peregrin ha estado allí tres veces; y también ha estado allí el Señor Samsagaz, el Alcalde. La hija de Samsagaz, Elanor la Hermosa, es una de las doncellas de la Reina Estrella de la Tarde.
"Era el orgullo y la maravilla de la Línea Septentrional que, aunque habían perdido el poder y el número de sus miembros había menguado a través de múltiples generaciones, la sucesión de padre a hijo nunca quedó interrumpida. Además, aunque la duración de la vida de los Dúnedain decrecía de continuo en la Tierra Media, después del fin de los reyes la mengua era aún más rápida en Gondor, y muchos de los Capitanes del Norte alcanzaban a vivir todavía dos veces la edad de los Hombres, y mucho más que aun los más viejos de entre nosotros. Aragorn en verdad vivió hasta los ciento noventa años, más que ninguno de ese linaje desde el Rey Arvegil; pero en Aragorn Elessar se renovó la dignidad de los reyes de antaño.