Ladera con grandes árboles, cuyo follaje agita el viento. Cantan los pájaros en las frondas.
Una mujer vestida de verde camina por la ladera. Peer Gynt la sigue haciendo gestos de enamorado.
La mujer de verde (Se detiene, volviéndose):
¿Es verdad eso?
Peer Gynt:
Tan verdad como me llamo Peer, tan verdad como que eres una mujer encantadora… ¿Quieres ganarme? ¡Ya verás qué bien me comporto! No pisarás el telar ni deberás hilar. Tendrás comida hasta hartarte. Y, además, no te tiraré de los cabellos…
La mujer de verde:
¿No me pegarás?
Peer Gynt:
Pero ¿qué estás diciendo? Nosotros, los hijos de reyes, no pegamos a las mujeres.
La mujer de verde:
¿Eres hijo de rey?
Peer Gynt:
Sí.
La mujer de verde:
Yo soy la hija del rey de Dovre[12].
Peer Gynt:
¿De veras? Pues no me parece mal para mí.
La mujer de verde:
Mi padre tiene su palacio dentro de Ronden[13].
Peer Gynt:
Pues el de mi madre es mayor.
La mujer de verde:
¿Conoces a mi padre? Se llama el rey Brose.
Peer Gynt:
¿Conoces a mi madre? Se llama la reina Asa.
La mujer de verde:
Cuando mi padre está enfadado, se agrietan las montañas.
Peer Gynt:
Las montañas entran en erupción cuando regaña mi madre.
La mujer de verde:
Mi padre puede dar con el pie en el techo más alto[14].
Peer Gynt:
Mi madre puede vadear a caballo el río más rápido.
La mujer de verde:
¿Tienes otro traje que esos andrajos?
Peer Gynt:
¡Ah!, si vieras mi traje de fiestas.
La mujer de verde:
Yo me visto de seda y oro a diario.
Peer Gynt:
Para mí, eso es como estopa y hierbas.
La mujer de verde:
Hay algo que debes recordar, y es corriente en Rondane. Todos nuestros bienes presentan dos aspectos. Si vas al palacio de mi padre, desde luego creerás que te encuentras en el más feo de los despeñaderos.
Peer Gynt:
¿Sí? Pues precisamente ocurre algo análogo en mi casa. Todo el oro te parecerá fango y paja, y es posible que cada cristal reluciente de las ventanas esté sustituido por un tapujo de trapos viejos.
La mujer de verde:
¡Lo negro semeja blanco! ¡Lo feo, bonito!
Peer Gynt:
¡Lo grande semeja pequeño! ¡Y sucio lo limpio!
La mujer de verde (Abrazándolo):
Si es así, Peer, comprendo que hemos nacido el uno para el otro.
Peer Gynt:
Como el pie y la bota, como el cabello y el peine.
La mujer de verde (Llamando por la ladera):
¡Caballo de boda; caballo de boda! ¡Ven, caballo de boda! (Aparece corriendo un cerdo gigantesco, con un trozo de cuerda por rienda y un saco viejo por silla. Peer lo monta, y acomoda a la mujer delante de él.)
Peer Gynt:
¡Arre, arre! ¡Tenemos que pasar por el portón de Ronden!
La mujer de verde (Con voz cariñosa):
¡Ah, estaba tan triste hace poco…! Nunca se sabe qué puede acontecer.
Peer Gynt (Fustigando al cerdo, que sale al trote): ¡Por los arreos se conoce a la gente de viso!