Segunda parte

La caza en el mar

He luchado por recibir con los brazos abiertos a mis congéneres, pero por Dios que la distancia a cubrir es demasiado grande, las heridas demasiado profundas y los recuerdos de su brutalidad demasiado nítidos y dolorosos. Así que solo pido a mis antiguos hermanos que me abandonen al mar.

RODERICK DEVEROUX

prisionero fugado del castillo de If, Francia