Me ha citado en el Louvre, ante L’inspiration du Poète, de Nicolás Poussin. Solo se le ha permitido salir por su amor a la pintura. Se sabe vigilada. La observo en su lento discurrir por la sala, ajena a las miradas de admiración que despierta en los hombres. Mis ojos solo saben seguir sus pasos. El arte lo dejo para Andrés. Es mía. Tiemblo de emoción.
En un momento la tengo en mis brazos, deleitándome en el sabor de su boca. Me rebelo. No puedo dejarla marchar. La pasión nos ciega. ¿Cuántos breves instantes más podremos robar al tiempo?
Si él no existiera…
Una idea insensata rasga la oscuridad y se asienta en mi mente.