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Se filtran las primeras luces de la madrugada. Sebastián le Vau y yo caminamos de regreso al apartamento que compartimos, en la primera planta de un edificio en Le Marais. Es propiedad de su abuelo, el viejo industrial convertido en aristócrata por obra y gracia de Napoleón III, el emperador casado con la española Eugenia de Montijo.

Mi amigo ha intentado sacarme de esta inercia en la que he caído. No he vuelto a ver a mi amada. Su despedida es una cuchillada en mi vientre. Hemos pasado la noche en Le Fleur Blanche, disfrutando de una orgía á trois con una prostituta… Nada logra calmar mi angustia. Mi cuerpo gime por el suyo. Solo ella puede traerme la salvación.

Pedimos al cochero que nos deje a una corta distancia de casa. Cruzamos un puente. Me inclino sobre las aguas del Sena. Su negrura me atrae hacia las profundidades.