EL DEFENESTRADO PIERRE DEGEYTER
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(1848-1934)

La Internacional es una de las melodías más conocidas del mundo, adoptada por los partidos socialistas y comunistas de todo el planeta como himno, e himno también que lo fue de la Unión Soviética durante casi treinta años. Quien no la sepa tararear, que levante la mano. Bien, pues esta música, tan bella que los de derechas lamentan que no la haya parido uno de los suyos, fue compuesta a finales del siglo XIX por Pierre Degeyter.

Pero tuvieron que pasar muchos años hasta que el compositor vio reconocida su autoría, y muchos más hasta que por fin se borró de la tumba de su hermano una inscripción que decía: «Aquí yace Alphonse Degeyter, autor de la música de La Internacional». Porque resulta que Alphonse, que se estaba llevando la fama en el cementerio, no había puesto ni una corchea en la partitura de La Internacional. Ésta es la historia de un epitafio borrado.

Los hermanos Degeyter eran belgas, pero vivían en la ciudad de Lille, al norte de Francia. Uno se llamaba Pierre y el otro Alphonse. Un día, Pierre, militante obrero, recibió la propuesta de ponerle música a un poema de Eugéne Pottier. Así nació La Internacional. Música y letra gustaron tanto, que en la Francia del XIX y principios del XX llegó a sonar más que la propia Marsellesa.

La Internacional se editó y se publicaron seis mil ejemplares, aunque como autor de la música sólo figuraba el apellido Degeyter, sin especificar si era Alphonse o Pierre.

A raíz de unas desavenencias que tuvo Pierre con el Partido Obrero que le encargó la partitura, esta organización le pidió a su hermano Alphonse que se hiciera cargo de la paternidad de la música, más que nada para fastidiar al otro. Y es entonces cuando empieza a correr la autoría de La Internacional con nombre y apellido. Es decir, Alphonse Degeyter.

Por supuesto, Pierre no se estuvo quieto e inició una batalla en los tribunales contra su hermano para ser reconocido como autor de la partitura. El primer juicio lo ganó el usurpador, Alphonse, pero hubo un segundo en el que se aportaron nuevas pruebas, que facilitó, precisamente, el propio usurpador. Alphonse se suicidó mientras participaba en la Primera Guerra Mundial, pero antes escribió una carta a su hermano Pierre reconociendo que le había robado la partitura, pidiéndole perdón y asegurando que había sido presionado por el partido. Esta carta es la que hizo rectificar al Tribunal del Sena y la que provocó que la justicia terminara admitiendo que Pierre Degeyter era el autor de La Internacional.

Ocurrió, sin embargo, que cuando llegó la sentencia, Alphonse ya criaba malvas y alguien había hecho la gracia de inscribir en su lápida del cementerio de Lille la frasecita: «Aquí yace el autor de La Internacional».

Hubo que esperar una orden judicial, que llegó en 1932, obligando al borrado de ese epitafio, porque era una falacia y porque cualquiera que pasara por la tumba creería que Alphonse era el autor del himno más sonado del mundo cuando el verdadero creador aún estaba vivo.

Pierre Degeyter, antes de morir y ser enterrado en el cementerio de Saint-Denis, a las afueras de París, aún tuvo tiempo de que se le saltaran las lágrimas cuando los bolcheviques le invitaron a Moscú y vio desfilar al Ejército Rojo al paso de La Internacional. Su Internacional. Alphonse y su tumba con el epitafio borrado cayeron en el olvido.