GEORGE HARRISON, EL BEATLE ZEN
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(1943-2001)

Parece que fue ayer, pero George Harrison, el místico de The Beatles, hace ya una década que murió. Y su muerte trajo consigo una serie de misterios que no eran tales. En el caso de Harrison ocurrió, primero, que la familia no comunicó la muerte hasta que el músico ya estaba incinerado. Segundo, que en su certificado de defunción aparecía una dirección inexistente como lugar donde se había producido el deceso. Y tercero, que hasta tres días después de la muerte nada se supo del paradero de sus cenizas.

Tres hechos ciertos que llevó a más de un desocupado a decir que George Harrison no había muerto. Que estaba vivo, tomando cañas con Elvis Presley. Pero no había misterio alguno. Simplemente eran decisiones de la familia para evitar una avalancha de fans que impidiera el funeral íntimo que pidió el beatle.

Primer misterio. George Harrison murió un jueves 29 de noviembre como consecuencia de un cáncer, y muy pocas horas después su familia ya había incinerado el cuerpo en un simple ataúd de cartón. Sostenibilidad pura y dura. Pero cuando esto sucedió, nadie sabía que se había largado de este mundo el segundo de The Beatles. Sólo al día siguiente la familia facilitó una nota comunicando la muerte, y con ello se aseguró la intimidad que Harrison quería.

Alguna trampilla debieron hacer, porque la incineración o el entierro no suelen permitirse hasta que no han pasado al menos veinticuatro horas desde que se ha producido la muerte. Es de suponer que harían una excepción, pero, en cualquier caso, aquí muere el primer misterio.

Segunda incógnita, el lugar del fallecimiento. Cuando la prensa tuvo noticias de la muerte y consiguió el certificado de defunción, en el documento aparecía una dirección inexistente en Los Ángeles. La única explicación que daba la familia es que Harrison había muerto en casa de un amigo, pero no decía qué amigo.

Y el amigo resultó ser Paul McCartney, que prestó su casa en Beverly Hills durante los últimos meses de vida de George Harrison, porque el hospital donde recibía tratamiento estaba cerca de allí. La familia simplemente ocultó el dato hasta veinte días después de la muerte, y se indicó una dirección falsa en el certificado para evitar que los fans llenaran la casa de flores y velitas al estilo Elvis. No a todo el mundo le gusta ese tipo de homenajes. Fin de la segunda incógnita.

Y tercer misterio, ¿dónde estaban las cenizas? Pues las cenizas las tenía la familia para cumplir con el deseo de George Harrison. Esparcirlas en el río Ganges, el río sagrado de la India, a su paso por Benarés, y esto no lo dijo la viuda hasta que llegó al país para cumplir con el rito. Sólo entonces, también mediante un comunicado a la prensa, pidieron un minuto de silencio a sus fans justo en el momento en que se realizara el esparcimiento de las cenizas. Se acabó el tercer misterio.

En resumidas cuentas, que cuando George Harrison se murió, simplemente se cumplieron uno a uno todos sus deseos de intimidad. O sea, que ni estaba con Elvis ni nada que se le pareciera. Lo único en lo que coincidieron los dos es en morirse antes de tiempo.