ELVIS PRESLEY, MUERTO Y FORRADO
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(1935-1977)

Elvis Presley ya no es sólo el rey del rock. Tampoco se ha quedado únicamente en ser el segundo cantante más rico del cementerio (Michael Jackson le ha apeado del primer puesto). Ahora es mucho más, porque su tumba goza desde el año 2006 de la categoría de Monumento Histórico Nacional. Para ser exactos, la Secretaría de Interior del Gobierno de Estados Unidos incluyó en la lista de los dos mil quinientos monumentos históricos a Graceland, la mansión de Elvis, pero, puesto que en el jardín está enterrado él, también la tumba adquiere la categoría histórica.

La mansión de Graceland, ubicada en Memphis (Tennessee, Estados Unidos), ya estaba incluida en el Registro Nacional de Lugares Históricos desde el año 1991, pero su país, al convertirla en monumento, la equipara a lugares como la Casa Blanca, Pearl Harbor, la tumba de Martin Luther King o Mount Vernon, la residencia donde vivió George Washington, el primer presidente de Estados Unidos.

Cuando Elvis compró Graceland por cien mil dólares en 1957, no sospechó que también compraba su tumba, entre otras cosas porque en sus planes no estaba morir tan joven, con 42 años. Graceland lo visitan seiscientos mil turistas al año, que pagan religiosamente por ver la mansión y, sobre todo, la tumba. Por eso era muy difícil desbancar a Elvis del primer puesto de la lista de muertos que más dinero generan elaborada por la revista Forbes. Porque a los dólares que aún producen sus discos y todos los productos que se venden con su imagen, se une el dinero que ingresa la mansión. Pero fue morirse el otro rey, el del pop, Michael Jackson, y Elvis abandonó la cabecera del ranking en la que llevaba años empadronado.

En Graceland hay un día del año muy especial: la noche del 16 al 17 de agosto, en que se celebra la vigilia por Elvis Presley tal que si fuera la Inmaculada Concepción. La tradición se impuso desde el mismo día de su muerte, en 1977, cuando setenta y cinco mil personas permanecieron en los alrededores de la casa durante los tres días previos a los funerales. Las cosas empiezan así, tontamente, y acaban haciéndose costumbre.

Ahora bien, ¿por qué acabó enterrado Elvis en el jardín de su casa? Porque su padre era largo de miras. El rey fue sepultado inicialmente en el cementerio Forest Hill de Memphis, a donde llegó un cortejo fúnebre compuesto por dieciséis cadillacs blancos y doscientas personas autorizadas por la familia. Las flores en Memphis se agotaron. Todas las tenía Elvis: hasta dos mil doscientos arreglos florales invadieron la sepultura. Tras el entierro, el padre del cantante, en agradecimiento a las miles de personas que se quedaron en las puertas del cementerio, permitió a cuantos quisieran que se llevasen una de las flores de recuerdo. La gente peregrinó hasta bien entrada la madrugada y a la mañana siguiente no había ni una sola flor que adornara la tumba.

Dos semanas después de su primer entierro, el padre logró un permiso especial de las autoridades de Memphis para trasladar a Elvis al jardín de la mansión alegando que alguien pretendía secuestrar el cadáver. Las autoridades tomaron en serio el asunto y otorgaron los permisos, pero, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, el padre también exhumó a su mujer, a la madre del cantante, y organizó una pequeña necrópolis privada en el jardín de Graceland, el mismo cementerio a donde fue a parar él dos años después. Y ya tenemos tres muertos; pero aún faltaba uno por llegar: la abuela, que fue a hacer compañía a su descendencia en 1980 y que fue la que los enterró a todos. En el jardín de Graceland aún quedan dos tumbas preparadas y vacías ¿Algún voluntario?

Hubo, sin embargo, un grupo de seguidores que nunca creyó la patraña del secuestro del cadáver. Dijeron que era del todo imposible birlar cadáver alguno, porque Elvis estaba vivo. De hecho, aún lo dicen. Hasta le han visto tomando helados en Florida.

Pero Elvis Presley está muerto. Seguro. Y la prueba definitiva la tuvimos en 2006, cuando el cineasta estadounidense Adam Muskiewicz ofreció una recompensa de tres millones de dólares a quien diera pistas sólidas de la vitalidad de Elvis. Nadie ofrecería tal enormidad de dinero si supiera que existe la más mínima posibilidad de que el rey respira.

El realizador, que en el momento de su machada estaba rodando el documental La verdad sobre Elvis, aseguró tener pruebas de que Elvis vive y en su cinta recoge testimonios de gentes que asistieron a su funeral y que se extrañaron porque, según dijeron, el ataúd estaba exageradamente frío. Esto alimentó la teoría de que lo que en realidad había dentro del féretro era un muñeco de cera que estaba refrigerado para que no se reblandeciera. Ya se sabe del calor de Memphis en pleno agosto.

Otros fantasiosos afirman que dos horas después de anunciarse su muerte, un hombre muy parecido a Elvis se presentó en el aeropuerto y compró un pasaje de avión a Buenos Aires. Pagó en efectivo y dijo llamarse John Burrows, el mismo alias usado por el cantante en varios momentos de su vida. Como fabular es muy fácil, otra teoría dice que, poco antes de su muerte, el cantante ayudó al Gobierno de Estados Unidos a desmantelar a una banda mafiosa a cambio de que le dieran una nueva identidad. Y una fábula más a la que muchos se agarran: ¿por qué nadie cobró el seguro de vida de Elvis? Pregunta tonta donde las haya, porque nunca se ha demostrado que el seguro de vida no se cobrara. Quizás sí se cobró, pero la familia, en su derecho está, nunca ha querido dar explicaciones a nadie. Que cada uno crea lo que quiera.

Para sumarse a la posibilidad de que Elvis viviera, en 2003 el profesor David Perrett y el doctor Bernard Tiddeman desarrollaron en la universidad escocesa en la que trabajaban un retrato digital mostrando cuál sería en ese año el aspecto de Elvis en caso de seguir vivo. Casi septuagenario, con arrugas y escaso cabello gris. Y les salió clavadito a Rot Atkinson, el que fue entrenador del Atlético de Madrid y del Manchester United. Al técnico le hizo mucha gracia el parecido, pero aseguró cantar mejor que el rey porque, a diferencia de Elvis, él estaba vivo.

Pero, volviendo a la cruda realidad, ¿cómo no se iba a morir alguien que sólo comía hamburguesas, bananas splits, donuts, pollos fritos y emparedados de manteca de cacahuete con plátano? Elvis pesaba ciento treinta kilos cuando murió y había tomado diecinueve mil dosis de medicamentos en su última década. Era una farmacia con patas.

Precisamente las últimas noticias en torno a la causa de la muerte del cantante volvieron a la actualidad a mediados de 2010, cuando el médico personal de Elvis, el doctor Georges, Nichopoulos, declaró que Elvis no falleció ni como consecuencia de un infarto ni por la ingesta de drogas. Murió, dice él, de una parálisis del intestino. Más claro, estreñimiento crónico. En el certificado de defunción de Elvis Presley se indicó que su muerte se debió a un ataque masivo al corazón, pero lo que todo el mundo sospechó y luego se demostró fue que esto sólo fue un eufemismo para maquillar la muerte del ídolo, porque era un clamor que lo mataron los fármacos. Se trataba de no empañar la figura del rey con una causa tan fea como la ingestión de drogas. A finales de los setenta hubo mucha bronca con el asunto y se llegó a pedir la exhumación del cuerpo para una segunda autopsia que dijera claramente de qué había muerto. La cosa, sin embargo, no pasó a mayores.

Las dudas eran legítimas, porque hubo mucha ida y venida con el certificado de defunción. Desapareció, volvió a aparecer dos meses después, primero se señaló un ataque al corazón, luego que una ingesta de catorce barbitúricos… asunto este último que intentó parar el padre de Elvis a toda costa y que no consiguió.

Son muy curiosas las similitudes que hay en las muertes de Elvis Presley y Michael Jackson, rey del rock y rey del pop, porque en los dos casos hubo, y aún hay, dos médicos en el punto de mira: los médicos personales de los dos cantantes, que presuntamente facilitaban fármacos a sus clientes sin demasiado control porque sus clientes pagaban bien. El caso de Jackson fue calcado de lo que ocurrió con Elvis, porque el médico de Presley sufrió la apertura de una investigación en 1977 y estuvo acusado por la Junta Sanitaria del Estado de Tennessee por mala praxis, por recetar de más y en dosis inadecuadas. En aquel momento, el doctor Nichopoulos se defendió diciendo que Elvis estaba perfectamente medicado y que, salvo una infección en un ojo y un dolor de garganta en sus últimos días de vida, era un hombre sano.

La nueva revelación sobre el estreñimiento vino a cuento por la publicación en Estados Unidos del libro del doctor Nichopoulos The King and Dr. Nick. What Really Happened to Elvis and Me, donde relata la enfermedad de Elvis y su negativa a operarse para erradicarla. En una entrevista en el canal Fox News, el médico dijo durante la promoción de su libro que Elvis sufría una parálisis del intestino que se podría haber tratado con una colostomía, pero el cantante se negó a pasar por el quirófano. El médico asegura que hasta que no se le hizo la autopsia no se conoció la gravedad de la enfermedad, pero semejante diagnóstico no se recoge en las conclusiones.

Lo cierto es que, siempre y cuando no lo haya matado nadie, ya da igual si a Elvis le funcionaba mal el intestino. Por mucho que se empeñen los fanáticos, el rey sigue enterradito con su traje blanco, su camisa azul y su corbata plateada, generando, según datos de octubre de 2009, cincuenta y cinco millones de dólares al año. Y sin mover un dedo… porque no puede.