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Norman le arrancó a Cynthia la blusa sin mangas, dejando al descubierto sus pechos diminutos. Le cubrió la boca con una mano y al mismo tiempo la acorraló contra la pared. Frotó su entrepierna contra la de la muchacha. Percibió que ella intentaba retroceder, pero, por supuesto, no tenía dónde esconderse, y el hecho de haberla atrapado lo excitó aún más. Pero sólo su cuerpo estaba excitado, pues su mente estaba flotando a varios centímetros sobre su cabeza, observando con serenidad mientras Norman se inclinaba hacia delante y clavaba los dientes en el hombro de la señorita Punky-Grungy. Se abalanzó sobre ella como un vampiro y empezó a chuparle la sangre cuando la piel se rompió. Estaba caliente y salada, y cuando eyaculó apenas si se dio cuenta, como tampoco reparó en los gritos de la chica contra su mano dura.