En La Cafetera Caliente, Rosie decidió de repente que le apetecía otra taza de té. No tenía ninguna razón concreta para creer que Pam pasaría por allí, pues debía de hacer más de una hora que había salido del hotel, pero aun así, lo creía. Intuición femenina, tal vez. Se levantó y se dirigió hacia la barra.