113

¿Me permites que te dé un consejo antes de que te vayas?, había preguntado Rose Madder, y a última hora de aquella tarde, después de que el teniente Hale les diera la terrible noticia de la muerte de Anna Stevenson (a la que no habían encontrado hasta aquella mañana a causa del desagrado que le inspiraban las visitas no autorizadas a su despacho), Rosie siguió aquel consejo. Era domingo, pero la peluquería Hair 2000, en el centro comercial de Skyview, estaba abierta. La peluquera que le asignaron comprendió lo que Rosie quería, pero aun así protestó por un instante.

—¡Si lo lleva precioso! —aseguró.

—Ya, supongo que tiene razón, pero a mí me parece horrible.

Así pues, la peluquera siguió sus instrucciones, y las protestas sorprendidas que había esperado de Bill no llegaron.

—Llevas el pelo más corto, pero por lo demás tienes el mismo aspecto que el día que fuiste a la tienda —constató—. Creo que me gusta eso.

—Perfecto —dijo Rosie al tiempo que lo abrazaba.

—¿Te apetece comida china para cenar?

—Sólo si me prometes que te quedarás a pasar la noche.

—Si todas las promesas fueran tan fáciles de cumplir —suspiró él con una sonrisa.