Nueva York

24 de marzo de 1975

Sr. E. Hoover S.

c/o Señor Sesh Mehrotra

Universidad Hindú de Benarés

Benarés. V. P.

India

Estimado señor Hoover:

Muchas gracias por su hermosa carta. La certeza de que usted está ahí haciendo cuanto sea necesario para conseguir la paz y purificación del alma de nuestra hija, es una gran ayuda para soportar el peso de nuestro dolor. Incluyo a Bill en mi gratitud, aunque él todavía no es capaz de aceptar lo que en su corazón sabe que es la verdad. Bill no es el tipo de persona que cambia de manera de pensar con facilidad. Y se culpa de la muerte de Ivy, lo que lo hace aún más difícil, porque cree que si no hubiera autorizado el experimento, nuestra hija ahora estaría viva. Su dolor, acentuado por su sentido de culpabilidad, le dificulta la comprensión de que lo que le ocurrió a Ivy era inevitable y escapaba completamente a su control o al de cualquier otro ser humano. Debo reconocer que hasta esa mañana en el hospital a mí misma me costaba aceptarlo.

Para Bill, la pérdida del ser físico de Ivy representa la pérdida de una posesión amada. Eso es lo que la mayoría de los hijos son para sus padres. Pero estoy convencida de que un día Bill logrará entender, como lo he entendido yo, que no podemos considerar a nuestros hijos como una pertenencia, ni tratar de poseerlos, puesto que sólo nos los prestan por un breve espacio de tiempo. Debemos ayudarles a que desarrollen sus capacidades, pero, en último término, deben ser ellos mismos, para que así puedan asumir su destino en la Tierra, sin que importe si es satisfactorio o decepcionante, largo o corto, bello o trágico. Al permitirle que llevara las cenizas de Ivy a la India, creo que Bill ha dado el primer paso hacia la comprensión.

La muerte de Ivy ha dejado un gran vacío en nuestras vidas. La repentina separación que significa la muerte para las familias es verdaderamente insoportable, y sólo puedo rezar para que Dios nos dé la fortaleza y comprensión necesarias para sobreponernos a nuestra pérdida. Nuestra casa está llena de la presencia de Ivy, y ahora que es primavera, el parque no hace más que recordarnos esos días tan felices, y la ciudad se ha convertido en un lugar verdaderamente insoportable. Hemos puesto en venta el piso y estamos pensando en la posibilidad de trasladarnos a Portland, Oregón. Yo nací allí, y a Bill no parece importarle mucho el lugar donde podamos ir para tratar de recomenzar nuestras vidas.

Sepa que uno mis oraciones con las suyas para que el alma de nuestra hija encuentre en el cielo la paz y plenitud que le fue negada durante su corta vida terrena. Estoy segura de que llegará un día en que se sentirá feliz y podrá recomenzar su viaje cíclico hacia la perfección; ese día, estoy segura, escogerá como padres a personas generosas, comprensivas y que la amen tanto como usted y nosotros la hemos amado.

Tabe Asi,

Janice Templeton