[1] Véase el capítulo con ese título en el libro de Max Eastman, Reflections on the Failure of Socialism (New York, NY: Devin-Adair, 1955). <<
[2] Albert Schweitzer, The Philosophy of Civilization (New York, NY: Macmillan, 1957), p. 103. <<
[3] C. D. Broad, Five Types of Ethical Theory (New York, NY: Harcourt Brace, 1930), p. 285. <<
[4] Immanuel Kant, Dreams of a Ghost Seer, parte 2, cap. 3 (Werke, editado por E. Cassirer, vol. 2, p. 385). Ver también Karl Popper, The Poverty of Historicism (Boston, MA: Beacon Press, 1957), pp. 55-58. <<
[5] Ver Fritz Machlup, «The Inferiority Complex of the Social Sciences», en On Freedom and Free Enterprise, ed., Mary Sennholz (Princeton, NJ: Van Nostrand, 1956); Morris R. Cohen, Reason and Nature (New York, NY: Harcourt Brace, 1931; Glencoe, IL: Free Press, 1953), p. 89; John Stuart Mill, «On the Logic of the Moral Sciences», A System of Logic, vol. 2, libro 6. <<
[6] Hastings Rashdall, The Theory of Good and Evil (London: Oxford University Press, 1907), vol. 1, p. 53. <<
[7] Jeremy Bentham, An Introduction to the Principles of Morals and Legislation (Oxford: Clarendon Press, 1823), p. 319n. <<
[8] Las teorías éticas de Bentham son presentadas de forma breve en A Fragment on Government (1776), en An Introduction to the Principles of Morals and Legislation (impresa en 1780, pero publicada hasta 1789) y en su obra póstuma Deontology editada por Bowring en 1834, con base en manuscritos. Para una exposición y crítica completas del trabajo de Bentham sobre la ética, así como un relato sobre su reputación, vea el trabajo de David Baumgardt, Bentham and the Ethics of Today (Princeton, NJ: Princeton University Press, 1952). <<
[9] En el trabajo póstumo Deontology, sobre el cual Bowring argumenta que «lo armó» a base de «fragmentos no unificados, escritos en pequeños pedazos de papel, sin mucho pensar, sin continuidad y entregados en mis manos sin ningún orden establecido», es difícil decir qué es de Bentham y qué es de Bowring. <<
[10] Principles of Morals and Legislation, p. 2. <<
[11] Deontology, vol. 2, p. 31. <<
[12] Joseph A. Schumpeter, History of Economic Analysis (New York, NY: Oxford University Press, 1954), p. 131 et seq. <<
[13] John Hospers ha demostrado que el cargo es injusto aún si está dirigido en contra de las verdaderas doctrinas de Epicuro. Ver John Hospers, «Epicureanism», Human Conduct (New York, NY: Harcourt, Brace, 1961), pp. 49-59. <<
[14] Morals and Legislation, p. 30. <<
[15] Deontology, vol. 2, p. 82. <<
[16] Deontology, vol. 2, p. 89. <<
[17] Deontology, vol. 2, p. 16. <<
[18] Ver Ludwig von Mises, Human Action (New Haven, CT: Yale University Press, 1949), pp. 14-15; y Theory and History (Yale University Press, 1957), pp. 12-13n. También Feuerbach, «Eudämonismus», en Sämmtliche Wërke, Bolin and Jodl, eds. (Stuttgart, 1907), vol. 10, pp. 230-293. John Hospers señala otras fuentes de confusión en su obra Human Conduct, especialmente en las pp. 111-116. Estas incluyen la confusión del «placer», en el sentido de una fuente de placer, tal como una sensación placentera, con el placer en el sentido de un estado placentero de consciencia. Es solamente al opuesto del primer término que se le puede describir adecuadamente como «dolor», mientras que el verdadero opuesto del segundo sería desagrado. No hacer esta distinción fue fuente de gran confusión en los textos de Bentham y Mill. <<
[19] John Locke, Essay on Toleration, libro 2, cap. 21, sec. 40. <<
[20] Hastings Rashdall, The Theory of Good and Evil (London: Oxford University Press, 1907), vol. 1, p. 15. <<
[21] Ibíd., libro 1, p. 31. <<
[22] Citado por Ludwig von Mises, Epistemological Problems of Economics (Princeton, NJ: Van Nostrand, 1960), p. 151. La nota de Mises dice: «De acuerdo a Fr. A. Schmid, citado por Jodl, Geschichte der Ethik (2nd. ed.), II, 661». <<
[23] Bertrand Russell, Philosophy (New York, NY: Norton, 1927), p. 230. <<
[24] Bertrand Russell, Human Society in Ethics and Politics (New York, NY: Simon and Schuster, 1955), pp. 128-130. <<
[25] Sobre «maximización» ver Ludwig von Mises, Human Action, pp. 241-244. Sobre la posibilidad de clasificar las satisfacciones, pero la imposibilidad de medir el incremento o decrecimiento en la felicidad o la satisfacción, o comparar los cambios en el nivel de satisfacción de diferentes personas, ver Murray N. Rothbard, Man, Economy and State (Princeton, NJ: Van Nostrand, 1962), vol. 1, pp. 14-17 y p. 436. <<
[26] John Stuart Mill, Utilitarianism (London: Parker, Son, and Bourn, 1863), cap. 2. <<
[27] John Stuart Mill, Utilitarianism. <<
[28] George Santayana, Winds of Doctrine (New York, NY: Scribner’s, 1913, 1926), p. 147. <<
[29] The Theory of Good and Evil. Especialmente I, 7ff. <<
[30] John Hospers (en Human Conduct, pp. 111-121) hace una distinción entre «placer 1, en el sentido de estado placentero de conciencia» y placer 2, «derivado de las sensaciones corporales». <<
[31] Hastings Rashdall, The Theory of Good and Evil, vol. 1, p. 28. <<
[32] Ibíd., vol. 1, p. 40. <<
[33] Cf. Ludwig von Mises, Human Action, p. 143. <<
[34] Cf. Ludwig von Mises, Theory and History (New Haven, CT: Yale University Press, 1957), pp. 55-61. <<
[35] Ibíd., p. 57. <<
[36] Philip Wicksteed, The Common Sense of Political Economy (London: Macmillan, 1910), p. 154. <<
[37] Philip Wicksteed, The Common Sense of Political Economy (London: Macmillan, 1910), p. 158. <<
[38] Ibíd., p. 166. <<
[39] Ibíd. <<
[40] Ibíd., pp. 170-171. <<
[41] Por ejemplo, Bertrand Russell, pássim. <<
[42] Cf. Ludwig von Mises, Human Action, p. 274. <<
[43] Príncipe Kropotkin, Ethics: Origin and Development (New York, NY: The Dial Press, 1924), pp. 30-31 y pássim. También, Mutual Aid (London: Heineman, 1915). Las ideas éticas de Kropotkin estaban basadas, en su mayoría, en teorías biológicas. En contra de las ideas de Nietzsche (y en parte de las ideas de Spencer), él argumentaba que «el factor predominante de la naturaleza», la práctica prevaleciente entre las especies y «el factor principal de la evolución progresiva» no es «la lucha por la existencia» sino la ayuda mutua. <<
[44] La frase «cooperación social», en este capítulo y a lo largo del libro, debe interpretarse solamente en su significado más amplio. No se refiere al tipo de «cooperación» entre individuos o grupos en contra de otros individuos o grupos —como cuando hablamos de cooperación con los nazis, o con los comunistas o con el enemigo. Tampoco se refiere a la «cooperación» compulsiva que los superiores algunas veces insisten en imponer a sus subordinados— a menos que ésta sea compatible con una cooperación extensa que ayude a la sociedad como un todo. Tampoco se puede aplicar, por la misma razón, a la cooperación con una mayoría temporal o local, cuando esto sea incompatible con una cooperación más amplia para lograr los propósitos humanos. <<
[45] El tema de Economics in One Lesson, del autor de esta obra, (New York, NY: Harpers, 1946) está resumido en la página 5 como sigue: «A este respecto… la ciencia económica se puede reducir a una lección y esa lección se puede reducir a una oración. El arte de la economía consiste en observar los efectos de cualquier acto o política no solamente en el corto plazo, sino en el largo plazo; también consiste en seguir las consecuencias de esa política, no solamente para un grupo sino para todos los grupos». Está claro que esta generalización puede aplicarse a la conducta y las políticas en todos los campos. En la ética se podría plantear así: La ética debe considerar no solo los efectos a corto plazo sino los efectos a largo plazo de cualquier acto o regla de acción; debe considerar las consecuencias de ese acto o regla de acción, no solo para el agente o cualquier grupo en particular sino para todos los que podrían verse afectados, en el presente y en el futuro, por este acto o regla de acción. <<
[46] John Maynard Keynes, Monetary Reform (New York, NY: Harcourt Brace, 1924), p. 88. <<
[47] Ver, sin embargo, Ludwig von Mises, Theory and History (New Haven, CT: Yale University Press, 1957), pp. 32, 55, 57. <<
[48] Jeremy Bentham, Morals and Legislation, cap. 4, pp. 29-30. <<
[49] Jeremy Bentham, Deontology, vol. 2, p. 87. <<
[50] Samuel Butler, Note-Books. <<
[51] Jeremy Bentham, Morals and Legislation, p. 9. <<
[52] Jeremy Bentham, Morals and Legislation. <<
[53] Ibíd., p. 8. <<
[54] Desafortunadamente, disciplina se usa también en diversos sentidos. Así, un significado dado por el Shorter Oxford English Dictionary es: «7. Corrección; castigo; en el sentido religioso, la mortificación de la carne como un acto de penitencia; también, una golpiza o similares». Y en el Webster’s New International Dictionary uno encuentra: «7. R. C. Ch.: castigo corporal autoinfligido y voluntario, específicamente, un azote penitencial». Pero uno también encuentra, digamos en el Webster’s Collegiate Dictionary: «entrenamiento que corrige, moldea, fortalece o perfecciona». Pienso que esta última definición representa el uso predominante del término en la actualidad. <<
[55] John Maynard Keynes, Monetary Reform (New York, NY: Harcourt Brace, 1924), p. 88. Como alguien que ha escrito un libro entero de críticas a las teorías económicas de Lord Keynes (The Failure of the «New Economics» [Princeton, NJ: Van Nostrand, 1959]) estoy obligado, en justicia, a señalar que este dicho, por el cual se critica más frecuentemente a Lord Keynes, tenía justificación en el contexto particular en que él lo utilizaba. Le sigue inmediatamente la oración: «Los economistas se ponen una tarea muy fácil, muy inútil, si en temporadas tempestuosas solo nos pueden decir que cuando haya pasado mucho tiempo después de la tormenta, el océano estará tranquilo nuevamente». Este es un argumento perfectamente válido en contra de desatender los problemas y las consideraciones del corto plazo. Pero la tendencia general del pensamiento de Keynes, como se refleja no solamente en su obra Monetary Reform sino en su obra más famosa The General Theory of Employment, Interest and Money, es considerar solo las consecuencias a corto plazo y desatender las consecuencias mucho más importantes del largo plazo de las políticas que propone. <<
[56] Creo que estoy justificado, por todo el contexto de su lista, a suponer que Bentham está pensando en qué valor «el legislador» debe dar a estas siete «dimensiones» y no en el valor que cualquier persona o «todas» las personas en efecto les dan. <<
[57] Ver más adelante el capítulo 18. <<
[58] Kurt Baier, The Moral Point of View (Ithaca, NY: Cornell University Press, 1958), p. 314. <<
[59] Algunas de las doctrinas de Hume fueron anticipadas por Shaftesbury (1671-1713) y de una forma más clara por Hutcheson (1694-1747), el verdadero autor del dicho «benthamita»: «la mejor acción es aquella que busca la mayor felicidad para el mayor número de personas». Pero Hume fue el primero en formular el principio de la «utilidad» y hacer de éste la base de su sistema. A pesar de que, a diferencia de Bentham, rara vez dio una implicación explícitamente hedonística al término «utilidad», escribió: «El resorte capital o principio propulsor de las acciones del espíritu humano es el placer o el dolor» (A Treatise of Human Nature, libro 3, parte 3, sec. 1), que pudo ser la inspiración del famoso párrafo introductorio de Morals and Legislation, de Bentham. <<
[60] Es aún más irónico que los filósofos contemporáneos que han redescubierto o adoptado el principio, con el nombre utilitarismo de reglas, parecen no ser conscientes de la declaración explícita de Hume sobre esto. Así, John Hospers escribe (en Human Conduct [1961], p. 318): «El utilitarismo de reglas es una enmienda distintiva del siglo veinte al utilitarismo de Bentham y Mill». Y Richard B. Brandt (en Ethical Theory [1959], p. 396.) escribe: «Esta teoría, un producto de la última década, no es una novedad. Encontramos declaraciones de ella en J. S. Mill y John Austin en el siglo diecinueve; y, de hecho, encontramos trazos de ella mucho antes, en discusiones de la naturaleza y la función de la ley de los antiguos griegos». Pero no menciona a Hume. <<
[61] David Hume, A Treatise of Human Nature (1740), libro 3, parte 2, sec. 2. <<
[62] Ibíd., libro 3, parte 2, sec. 6. <<
[63] David Hume, «Of Political Society», en An Inquiry Concerning the Principles of Morals (Library of Liberal Arts), sec. 4, p. 40. <<
[64] Ibíd., p. 95. <<
[65] Ibíd., «Some Further Considerations with Regard to Justice», apéndice 3, p. 121. <<
[66] Ibíd., p. 22. <<
[67] Bentham juega un papel decisivo en la historia de las ideas desde el siglo XVIII, y sus numerosas invenciones verbales añadieron nuevos términos permanentes al lenguaje, de tal forma que sin ellas las discusiones modernas serían más difíciles. El término más famoso es internacional. Pero también nos legó codificación, maximización, minimización, y muchas otras palabras de uso más limitado, como cognoscible y cognoscibilidad. Sin embargo, brindó a la humanidad un servicio mediocre cuando inventó el término utilitario y utilitarismo, donde simplemente se juntan algunas sílabas inútilmente y de manera inexcusable.
Todo comenzó con el adjetivo en inglés useful (útil) y el sustantivo inglés abstracto utility (utilidad) que derivaban respectivamente del latín utilis y utilitas, a través del francés utilité. ¿Por qué no, entonces, usaron utilista (Utilist) como el adjetivo de la doctrina y el sustantivo para el escritor que sostuviera la doctrina, y simplemente utilismo (Utilism) o a lo más utilitismo (Utilitism), como el nombre de la doctrina misma? Pero no. En lugar de empezar con el adjetivo, Bentham comenzó con el sustantivo latino abstracto, más largo, derivado del adjetivo. Después le agregó tres sílabas —arian— al sustantivo, para volverlo otra vez un adjetivo. Después le agregó otra sílaba —ismo (ism)— para convertir el adjetivo inflado, que provenía de un sustantivo abstracto, en otro sustantivo abstracto. Ahora contemplemos la monstruosidad sesquipedal de siete sílabas (en inglés), utilitarismo (Utilitarianism). Luego vino John Stuart Mill, y terminó de establecerlo, al utilizar el nombre como título de su famoso ensayo. Así que, como el nombre para la doctrina que ya existía históricamente, la posteridad está atascada con este término. Pero quizás de ahora en adelante, cuando estemos describiendo doctrinas que no sean idénticas con el utilitarismo histórico, como lo desarrollaron Bentham y Mill, sino que incluyan la doctrina de que el deber y la virtud son medios para llegar a un fin, en vez de ser fines suficientes por sí mismos, podamos usar el término teleología o teleotismo, o los términos más simples utilico, utilista y utilitismo. Así tendríamos tres sílabas y escapamos de algunas asociaciones confusas y anticuadas. <<
[68] Adam Smith, Moral and Political Philosophy, Herbert W. Schneider, ed. (New York, NY: Hafner Publishing Co., 1948), p. 185. <<
[69] Ibíd., p. 189. <<
[70] Ibíd., p. 190. <<
[71] Ibíd., p. 191. <<
[72] Ibíd., p. 186. <<
[73] Adam Smith, Moral and Political Philosophy. <<
[74] Ibíd., p. 187. <<
[75] Adam Smith, Foundations of Morality (Chicago, IL: University of Chicago Press, 1960), p. 159. <<
[76] P. ej., Richard Brandt, Ethical Theory (Englewood Cliffs, NJ: Prentice-Hall, 1959) y John Hospers, Human Conduct (New York, NY: Harcourt Brace & World, 1961). Ver las referencias bibliográficas en éste último (pp. 342-343). <<
[77] Ver Roscoe Pound, Law and Morals (Chapel Hill: University of North Carolina Press, 1926), pp. 26, 85 y pássim. Esta es una discusión especialmente valiosa no solo por su análisis sino por su erudición. Contiene una bibliografía de 24 páginas. <<
[78] Ibíd., p. 12. <<
[79] Ibíd., pp. 6 y 7. <<
[80] Ibíd., pp. 8 y 9. <<
[81] Jeremy Bentham, The Theory of Morals and Legislation, pp. 17 y 18n. <<
[82] Roscoe Pound, Law and Morals, pp. 40, 41 y 43. <<
[83] Ibíd., p. 85. <<
[84] Encontré esto citado en Albert Schweitzer, The Philosophy of Civilization (New York, NY: Macmillan, 1957), p. 157, pero me ha sido imposible rastrearlo, con estas palabras, en las obras de Bentham Morals and Legislation, Deontology o A Fragment on Government. <<
[85] Jellinek, Die sozialethiesche Bedeutung von Recht, Unrecht und der Strafe, 1878 (2.ª ed., 1908), caps. 1 y 2. También refiérase a Pound, Law and Morals, p. 103. <<
[86] Roscoe Pound, Law and Morals, p. 71. <<
[87] Ibíd., p. 79. <<
[88] F. A. Hayek, The Constitution of Liberty (Chicago, IL: Chicago University Press, 1960), caps. 10, 11 y 12. <<
[89] Ibíd., p. 154. <<
[90] Ibíd., p. 158. <<
[91] Ibíd., p. 208. <<
[92] John Locke, Second Treatise of Civil Government, sec. 57. <<
[93] Ibíd., sec. 21. También refiérase más adelante al cap. 26. <<
[94] Anatole France, Le Lys Rouge (París, 1894), p. 117. <<
[95] Frederick Pollock, First Book of Jurisprudence, 4.ª ed., p. 47n. <<
[96] Roscoe Pound, Law and Morals, pp. 68 y 69. <<
[97] James Ames, «Law and Morals», Harvard Law Review 22 (1908): pp. 97 y 112. <<
[98] Roscoe Pound, Law and Morals, p. 68. <<
[99] Pero Bentham pregunta, en su obra The Theory of Morals and Legislation (1780), p. 323: «¿Por qué no debería convertirse en deber de todos los hombres salvar a otros del daño, cuando se pueda hacer sin perjudicarse a sí mismo, así también el abstenerse de dañarlo uno mismo?». Y agrega en una nota al pie: «El tocado de una mujer se incendia; hay agua a la mano; un hombre, en vez de ayudar a sofocar el fuego, solo observa y se ríe. Un borracho se cae de bruces en un charco, está en peligro de ahogarse; ladearle un poco la cabeza le salvaría; otro hombre lo observa y lo deja tirado. Una gran cantidad de pólvora está esparcida en un cuarto, un hombre va a entrar con una candela encendida, otro hombre, a sabiendas de esto, permite que entre sin advertirle el peligro. ¿Quién puede decir que el castigo estaría mal aplicado en todos estos casos?». <<
[100] David Hume, Inquiry Concerning the Principles of Morals (1752), sec. IV (Library of Liberal Arts), p. 40. <<
[101] John Locke, Second Treatise of Civil Government, sec. 57. <<
[102] John Locke, Second Treatise of Civil Government. <<
[103] Paul Vinogradoff, Common Sense in Law (New York, NY: Henry Holt, 1914), pp. 46-47. <<
[104] Roscoe Pound, Law and Morals, p. 97. <<
[105] Miles Menander Dawson, ed., The Wisdom of Confucius (Boston, MA: International Pocket Library, 1932), pp. 57-58. Ver también The Ethics of Confucius, del mismo autor. <<
[106] Edmund Burke, Letters on a Regicide Peace I, 1796. <<
[107] Tal vez debiera escribir Bentham-Bowring; ya que Bowring nos dice, en un prefacio separado de tres páginas, que: «Los materiales a partir de los cuales se armó este volumen eran, en su mayoría, fragmentos no unificados, escritos en pequeños pedazos de papel, sin mucho pensar, sin continuidad, y que me fueron entregados sin ningún orden establecido». El libro es entonces, por lo menos, una especie de colaboración; sin embargo, ya que la mayoría de los razonamientos y expresiones me parece que son originales de Bentham, creo que se justifica que le refiramos la obra, como si fuera el único autor. En este segundo volumen, aún más que en el primero, es instructivo ver que Bentham se aleja un poco del término utilitarismo que él mismo inventó para describir su doctrina en su forma original. En varios puntos da razones para considerar el término como inadecuado o muy vago. A pesar de que no sugiere un nombre sustituto (excepto, ocasionalmente, «el principio de la mayor felicidad»), creo que al final habría llegado a llamar a su doctrina «felicitismo» (felicitism). <<
[108] Data of Ethics, cap. 13, pp. 268 y 270. <<
[109] Jeremy Bentham, «The Constitutional Code», Works (1843), parte XVII, pp. 5b, 6a, escrito en 1821, 1827, publicado por primera vez en 1830. Estoy en deuda con David Baumgardt por la cita, Bentham and the Ethics of Today (Princeton University Press, 1952), p. 420. Bentham repite el argumento, en otra parte de «The Constitutional Code» (usando como ejemplos a Adán y Eva en vez de A y B) y en su obra The Book of Fallacies (1824), p. 393 ss. <<
[110] Esto anticipa el énfasis que Hume y Adam Smith pondrían luego en la simpatía. <<
[111] Moritz Schlick, Problems of Ethics (New York, NY: Dover Publications, 1962), cap. 3, p. 77. <<
[112] La palabra está formada por la combinación de ego y altruismo. Si las primeras dos sílabas parecen sugerir el egal en egalitarismo, no es una desventaja, ya que implican igual consideración de uno mismo y de los demás. <<
[113] «L’homme n’est ni ange ni bête, et le malheur veut que qui fait l’ange fait la bête», Pascal’s Pensées. Traducción al inglés, breves notas e introducción escritos por H. F. Stewart, D. D. (Pantheon Books, 1950), p. 90. <<
[114] Uno de los métodos más útiles de la ética (y de la economía) es simplificar construcciones imaginarias o «modelos». Los problemas de la relación individuo-sociedad se pueden muchas veces aclarar: (1) Imaginando la ética prudencial necesaria para un Crusoe en una isla desierta; (2) imaginando las relaciones éticas ideales (hasta el punto de incluir la cooperación mutua y la aceptación de obligaciones mutuas) apropiadas para una sociedad aislada formada por dos personas, donde para cada individuo «la sociedad» es simplemente la otra persona; y (3) finalmente, imaginar la ética ideal en una sociedad de tres o más personas. <<
[115] Adam Smith, The Theory of Moral Sentiments (1759), sec. 3, cap. 3. <<
[116] Adam Smith, The Theory of Moral Sentiments. <<
[117] Jeremy Bentham, Principles of Morals and Legislation, p. 323. <<
[118] A. C. Ewing, Ethics (New York, NY: Macmillan, 1953), pp. 31-32. <<
[119] J. Grote, Treatise on the Moral Ideals, cap. 6, p. 76. <<
[120] E. F. Carritt, The Theory of Morals (Oxford: oxford University Press, 1928), p. 54. <<
[121] Esta es una paráfrasis de una regla sugerida por A. C. Ewing, en Ethics, p. 32. (Él sospechaba que era demasiado exacta y mezquina). <<
[122] The Theory of Moral Sentiments, sec. 3, cap. 3. <<
[123] A. C. Ewing, Ethics, p. 33. <<
[124] Henry Hazlitt, Economics in One Lesson (New York, NY: Harper & Bros., 1946), p. 114. <<
[125] Ludwig von Mises, Human Action (New Haven, CT: Yale University Press, 1949), p. 97. <<
[126] Ibíd., p. 393. <<
[127] Ludwig von Mises, Theory and History (New Haven, CT: Yale University Press, 1957), p. 210. <<
[128] Hastings Rashdall, The Theory of Good and Evil (London: Oxford University Press, 1907), cap. 7. <<
[129] David Ross, The Right and the Good (Oxford: Clarendon Press, 1930), p. 19. <<
[130] Adam Smith, The Theory of Moral Sentiments, sec. 3, cap. 3. <<
[131] Adam Smith, The Theory of Moral Sentiments. <<
[132] Algunos teólogos sugieren que Jesús no pretendía que este consejo fuera para todo el mundo. Se le dio explícitamente solo a un joven rico que aspiraba a ser uno de sus discípulos: «Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo» (Mateo 19:21). Otros teólogos, a la vez que argumentan que este consejo fue dado a todos los seguidores de Cristo, sostienen que estaba basado en la suposición de que «el reino de Dios está cerca» (Marcos 1:15) y no sobre la premisa de una vida permanente del hombre en este mundo. <<
[133] Parece probable que podríamos tener un mayor progreso en las ciencias sociales en general (incluyendo la ciencia política, la política económica y la jurisprudencia así como en la ética) si dejáramos a un lado la idea preconcebida de que todo problema debería poder resolverse con precisión de acuerdo a un solo principio abstracto simple, y nos resignáramos a reconocer que algunos problemas sociales solo pueden resolverse dentro de una zona de cierta «penumbra», solo dentro de ciertos límites altos y bajos, ciertos máximos y mínimos. Esto puede aplicarse a problemas tales como la esfera de acción y los límites apropiados del poder estatal, los niveles y tipos de impuestos; las leyes sobre la difamación, la obscenidad, los boicoteos y las huelgas, así como la extensión y los límites de la obligación, ayuda y cooperación mutuas. <<
[134] Kurt Baier, The Moral Point of View (New York, NY: Cornell University Press, 1958), pp. 314-315. <<
[135] The Moral Point of View, p. 191. <<
[136] Stephen Toulmin, An Examination of the Place of Reason in Ethics (Cambridge: Cambridge University Press, 1950), p. 137. <<
[137] Ver Ludwig von Mises, Epistemological Problems of Economics (Princeton, NJ: Van Nostrand, 1960), pp. 31-33; Theory and History (New Haven, CT: Yale University Press, 1957), p. 12 pássim. <<
[138] Citado por Alan C. Witdgery en su capítulo adicional para la obra de Sidgwick, Outlines of the History of Ethics (London: Macmillan, 1949), p. 327. <<
[139] Rashdall acuñó este término para describir su posición. G. E. Moore también lo utilizó. Ver Hastings Rashdall, Theory of Good and Evil (London: Oxford University Press, 1907), vol. 1, cap. 7, p. 217. <<
[140] Ibíd., p. 219. <<
[141] Una consideración más elaborada de esta distinción puede encontrarse en el capítulo 18, pp. 171-175. <<
[142] T. K. Abbott, trans., Kant’s Critique of Practical Reason, and Other Works on the Theory of Ethics, 6.ª (London: Longmans, Green, 1909) libro 2, cap. 2, pp. 206-207. <<
[143] Ibíd., p. 209. <<
[144] Ibíd., p. 208. <<
[145] Wilfred Selars and John Hospers, eds., Readings in Ethical Theory (New York, NY: Appleton-Century-Crofts, 1952), p. 2. De un ensayo de Bertrand Russell escrito en 1910. <<
[146] Edición Everyman, p. 44. El lector notará la similitud de este razonamiento con el de Hume, acerca de la justicia. <<
[147] G. E. Moore, Principia Ethica (Cambridge: Cambridge University Press, 1907), pp. 71-72. <<
[148] Por ejemplo, «La moralidad consiste en la promoción del verdadero bien humano, pero un bien del cual el placer es solo un elemento». Hastings Rashdall, The Theory of Good and Evil (London: Oxford University Press, 1907), vol. 1, p. 217. Tal conclusión solo es posible cuando se concibe el «placer» en el sentido sensual o superficial del término. Todo el caso de los utilitaristas ideales descansa en esta estrecha definición. <<
[149] Charles L. Stevenson, Ethics and Language (New Haven, CT: Yale University Press, 1944), pp. 320-330. <<
[150] Aldous Huxley, Ends and Means (New York, NY: Harper, 1937), p. 10. <<
[151] Ibíd., pp. 59-60. <<
[152] A. C. Ewing, Ethics (New York, NY: Macmillan, 1953), p. 74. <<
[153] John Hospers, Human Conduct (New York, NY: Harcourt, Brace & World, 1961), p. 213. <<
[154] A. C. Ewing, Ethics, p. 74. <<
[155] Cf. Murray N. Rothbard, Man, Economy and State, p. 66. <<
[156] Bertrand Russell, Human Society in Ethics and Politics (New York, NY: Simon and Schuster, 1955), pp. 28-29. <<
[157] En Die Philosophen. <<
[158] Kurt Baier, The Moral Point of View, p. 228 y pp. 203-204. Ver también J. Urmson «Saints and Heroes», en Essays in Moral Philosophy, A. I. Melden, ed. (Seattle: University of Washington Press, 1958), pp. 198-216. <<
[159] Cf. Foundation of Ethics y The Right and the Good. <<
[160] Ensayo, «The Elements of Ethics», en Readings in Ethical Theory, Wilfrid Sellars y John Hospers, eds. (New York, NY: Appleton-Century-Crofts, 1952). <<
[161] T. K. Abbott, trans., Kant’s Critique of Practical Reason and Other Works on the Theory of Ethics (London: Longmans, Green, 1873, 1948, etc.), p. 31. <<
[162] Ibíd., p. 38. <<
[163] Nicomachean Ethics, IV, iii, 24 (Loeb Classical Library), p. 221. <<
[164] Esta es una calificación al criterio de la universalidad de Kant, sugerida por Kurt Baier. Ver The Moral Point of View (Ithaca, NY: Cornell University Press, 1958), p. 202. <<
[165] Kant, Critique of Practical Reason, p. 47. <<
[166] A. C. Ewing, Ethics (New York, NY: Macmillan, 1953), p. 62. <<
[167] Cf. Philip H. Wicksteed, «Business and the Economic Nexus», The Common Sense of Political Economy (New York, NY: Macmillan, 1910), cap. 5. Ver también, más adelante, el capítulo 30. <<
[168] F. H. Bradley, «Duty for Duty’s Sake», Ethical Studies, 2.ª edición (Oxford: Clarendon Press, 1927), ensayo 4, pp. 156-159. El imperativo categórico de Kant y su doctrina del deber por el deber mismo han sido sujetos a casi tantas críticas (aunque por lo general en un tono más deferente) como el utilitarismo del tipo de Bentham. Discusiones ilustrativas, con las que este capítulo queda en deuda, se pueden encontrar en Theory of Good and Evil de Hastings Rashdall; en The Theory of Morals de E. F. Carritt; en Ethics de A. C. Ewing; y en Human Conduct de John Hospers. Adicionalmente, están las discusiones clásicas de Hegel y Schopenhauer. <<
[169] Todas las citas que siguen son del capítulo «Absolute and Relative Ethics» de Data of Ethics, de Spencer. <<
[170] David Hume, An Inquiry Concerning the Principles of Morals [1751] (Library of Liberal Arts), p. 18. <<
[171] Por ejemplo, F. H. Bradley, Appearance and Reality. <<
[172] Un crítico amistoso ha objetado que esto no puede aplicarse a todos nuestros deseos, sino solo a todos nuestros buenos deseos, porque la mitad de las personas, por ejemplo, podrían desear la aniquilación de todos los demás. Creo, sin embargo, que la enmienda sugerida es superflua; primero, porque un mundo perfecto estaría ocupado solo por gente perfecta, que por definición tendría solo buenos deseos; y segundo, porque no podrían satisfacerse todos nuestros deseos, a menos que todos fueran compatibles unos con otros. <<
[173] A. I. Melden, ed., «Saints and Heroes», in Essays in Moral Philosophy (Seattle, WA: University of Washington Press, 1958), pp. 215-216. Deseo expresar mi deuda al ensayo completo de Urmson. <<
[174] Cf. Ludwig von Mises, Human Action (1949); The Ultimate Foundations of Economic Science (1962), etc. <<
[175] No fue el primero, pero sí el más influyente expositor de este punto de vista. <<
[176] Como lo hacen J. K. Galbraith, por ejemplo, en The Affluent Society, y un gran número de escritores utópicos y socialistas. <<
[177] George Santayana, Reason in Science, vol. 5 en The Life of Reason (New York, NY: Charles Scribner’s Sons, 1905), pp. 216-217. <<
[178] Cf. Ludwig von Mises, The Ultimate Foundation of Economic Science (Princeton, NJ: Van Nostrand, 1962). <<
[179] Por ejemplo, en el mundo económico, un automóvil que un vendedor utiliza, tanto para hacer sus visitas como para hacer viajes de placer en sus días libres. <<
[180] The Value of Money (New York, NY: Macmillan, 1917, 1936), pp. 25-26. Los dos párrafos que preceden a la cita son también un resumen de la misma fuente. Ver también del mismo autor Social Value (Boston: Houghton Mifflin, 1911). Mientras que mi deuda directa es principalmente con el concepto de «valor social» como está planteado en los textos de Anderson, él a su vez expresa que lo adeuda mucho de los escritos de C. H. Cooley y John Bates Clark. <<
[181] Karl R. Popper, The Logic of Scientific Discovery (London: Hutchinson, 1959). <<
[182] The Place of Reason in Ethics (Cambridge, MA: Cambridge University Press, 1950), pp. 115 y 117. <<
[183] Cf. General Theory of Value (New York, NY: Longmans, Green, 1926; Cambridge: Harvard University Press, 1950), en la que Perry se refiere al valor como un «predicado relacional»: «Hemos sido llevados a definir el valor como la relación peculiar entre cualquier interés y su objeto; o ese carácter especial de un objeto que consiste en el hecho de que existe un interés por él», sec. 52. <<
[184] Cf. Eugen von Böhm-Bawerk, Capital and Interest (South Holland, IL: Libertarian Press, 1959), vol. 2, Positive Theory of Capital, pp. 159-160. <<
[185] David Hume, Natural History of Religion, 1755, sec. xiii. <<
[186] Cf. Benjamin M. Anderson, Jr., The Value of Money (New York, NY: R. R. Smith, 1936), p. 5. Primera publicación en 1917. <<
[187] De todas formas, para fines prácticos, y para la física «molar», indistintamente de cuál sea la verdad de la física atómica o microscópica. <<
[188] El economista Alfred Marshall dedujo su famosa doctrina del «excedente del consumidor» partiendo de la premisa de que todos, menos los consumidores «marginales», si se les obliga, estarían dispuestos a pagar por un objeto un poco más que el precio de mercado en cualquier momento dado. Sin embargo, la doctrina enfrenta serias dificultades. Puede ser válida para cualquier bien o servicio considerándolo aisladamente, pero dudosamente puede ser válida para todos los bienes y servicios considerados en conjunto. Un consumidor que gasta todo su ingreso en la compra de bienes y servicios no tiene un «excedente del consumidor» neto (síquico) que le sobre, porque no hay nada que él haya podido pagar de más por ningún bien sin haber sido obligado a dejar algún otro. Por supuesto, tanto consumidores y productores, tanto vendedores y compradores, obtienen una ventaja psicológica neta o «ingreso síquico» de todo el proceso de cooperación de la producción especializada seguida por el intercambio. Pero no hay una forma significativa en la que se pueda medir cuantitativamente esta ganancia. <<
[189] Cf. Hastings Rashdall, «The Hedonistic Calculus» y «The Commensurability of All Values», caps. 1 y 2 de The Theory of Good and Evil, II. <<
[190] Algunas veces estamos bastante cerca. Así, antes de asistir a una subasta, un hombre puede decidir que ofrecerá hasta $500, pero no más, por una pintura. Esto significa que el valor que le da a la pintura es solo un poco más de los $500, tal vez solo $1 o $2 más. Si la valorara exactamente en los $500, le resultaría completamente indiferente conseguir la pintura a ese precio o no. Los precios de mercado de los bienes son, claro está, valoraciones «sociales» (aunque fluctuando constantemente en relación con otros bienes) y mantienen relaciones cuantitativas exactas entre sí (expresadas en dinero); pero estas valoraciones y relaciones nunca son iguales a las que están en la mente de cualquier individuo determinado.<<
[191] Cf., Ludwig von Mises, Human Action y Murray N. Rothbard, Man, Economy and State. <<
[192] Para un ejemplo de las dificultades que puede tener un escritor honesto y serio cuando trata de discutir y comparar los «placeres» de acuerdo al uso común, vago e impreciso, del término, ver Hastings Rashdall Theory of Good and Evil, especialmente los dos capítulos del volumen II: «The Hedonistic Calculus» y «The Commensurability of All Values». Rashdall evita el error vulgar de los antihedonistas que insisten en asociar el término «placer» con los placeres puramente físicos, animales, carnales o sensuales, pero se pierde en confusiones al no lograr definir formalmente el «placer» como cualquier estado deseado de consciencia y la ausencia de placer como cualquier estado no deseado de consciencia. <<
[193] Alfred C. Ewing, The Right and The Good (London: Oxford University Press, 1930), p. 29. <<
[194] Henry Sidgwick, The Methods of Ethics (London: Macmillan, 1874), p. 85. <<
[195] Sidgwick, The Methods of Ethics. <<
[196] Ibíd. <<
[197] Una excelente refutación se puede encontrar, por ejemplo, en el capítulo 4 de Theory of Good and Evil de Rashdall, muy efectiva porque está expuesta en un tono conciliador y paciente. <<
[198] Se ha publicado mucha literatura acerca de este supuesto «problema». Me contentaré aquí con referir al lector solo a la refutación de Santayana a G. E. Moore y al joven Bertrand Russell en Winds of Doctrine (New York, NY: Scribner, 1913), pp. 138-154. <<
[199] Sidgwick, The Methods of Ethics. <<
[200] Ibíd., p. XI. <<
[201] Ibíd., pp. 435-436. <<
[202] Sidgwick, The Methods of Ethics. <<
[203] He tomado esta frase de Sidgwick porque me parece muy útil. Sin embargo, debemos tener cuidado de no interpretar aquí el término «sentido común» como necesariamente implicando buen sentido, como se hace usualmente en el idioma inglés, sino refiriéndose al sentido de lo apropiado que la mayoría de nosotros tiene en común (el consenso moral existente). Yo, de hecho, estaría tentado a llamar a esto moral del consenso, de no ser porque el término utilizado por Sidgwick ha quedado tan bien establecido. <<
[204] Sidgwick, The Method of Ethics. <<
[205] Cf. Hastings, The Theory of Good and Evil, p. 89. <<
[206] Cf. Friedrich Hayek, The Constitution of Liberty, (Chicago, IL: Chicago University Press, 1960), p. 157. <<
[207] Hegel, «Philosophische Abhandlungen», Werke (1832), 1, pp. 399-400. La traducción es de F. H. Bradley, en su libro Ethical Studies, p. 173. <<
[208] Para un examen más detallado de la moral del sentido común ver Henry Sidgwick, The Methods of Ethics, en especial el libro 3, cap. 11. <<
[209] The Methods of Ethics, p. 356. <<
[210] F. A. Hayek, The Constitution of Liberty (Chicago, IL: University of Chicago Press, 1960), pp. 83-84. <<
[211] Henry Sidgwick, The Methods of Ethics (London: Macmillan, 1874), p. 425. Es justo añadir que Sidgwick señala algunas de las dificultades prácticas que surgen de cualquier esfuerzo directo por «tomar en cuenta todos los efectos de nuestras acciones, sobre todos los seres conscientes que puedan ser afectados por ellas». <<
[212] Hastings Rashdall, The Theory of Good and Evil (London: Oxford University Press, 1907) vol. 2, p. 1. Sobre Rashdall también es justo mencionar que era tan consciente de los problemas que se están discutiendo que dedicó un capítulo especial a la «vocación» (uno de los pocos escritores de ética que lo hizo). Aún así, muchos moralistas utilitarios y otros tratan de aplicar directamente el tipo de criterio dramático que acabo de citar. <<
[213] Selected Letters of Albert Jay Nock, seleccionadas y editadas por Francis J. Nock (Caldwell, ID: Caxton, 1962). <<
[214] Ver la discusión de John Hospers sobre «The Principle of Relevant Specificity», Human Conduct (New York, NY: Harcourt, Brace & World, 1961), pp. 320-322. <<
[215] Hastings Rashdall, quien aprueba la premisa, se la atribuye a Sir John Seeley. The Theory of Good and Evil, vol. 2, p. 113. <<
[216] Refiero nuevamente al lector al fascinante ensayo de J. O. Urmson, «Saints and Heroes», en Essays in Moral Philosophy de A. I. Melden (Seattle, WA: University of Washington Press, 1958). <<
[217] Paul Janet, citado por Hastings Rashdall, The Theory of Good and Evil, vol. 2, p. 136 <<
[218] Por ejemplo, Hastings Rashdall, The Theory of Good and Evil, vol. 2, p. 135. <<
[219] William Shakespeare, A Winter’s Tale, acto IV, escena 4, línea 90. <<
[220] Paul Vinogradoff, Common Sense in Law (Home University Library), p. 244. No estoy suficientemente capacitado para recomendar bibliografía satisfactoria sobre la vasta cantidad de literatura existente, a favor y en contra, de la ley natural. Pero no debe omitirse la clásica discusión de Sir Henry Maine en el capítulo «The Modern History of the Law of Nature», en Ancient Law (1861). Una bibliografía seleccionada sobre el tema (que, sorprendentemente, omite a Maine) se puede encontrar en Reason and Nature de Morris Cohen (1931), pp. 401-402. <<
[221] Jeremy Bentham, An Introduction to the Principles of Morals and Legislation (Oxford: Clarendon Press, 1823), p. 9. <<
[222] Ibíd., p. 8n. <<
[223] Cf., Ludwig von Mises, Socialism (New Haven, CT: Yale University Press, 1951), pp. 404-408. <<
[224] W. E. H. Lecky, History of European Morals (London: Longman’s Green, 1869), vol. 2, pp. 107-112. <<
[225] Ibíd., pp. 113-137. <<
[226] William James, The Varieties of Religious Experience (New York, NY: New American Library, 1958), p. 280. <<
[227] Ibíd., p. 217. <<
[228] Ibíd., p. 244. James da la fuente de su referencia como: Emile Bougaud, Histoire de la bienheureuse Marguerite Marie (Paris: Poussielgue, 1894), pp. 265, 171. <<
[229] Ibíd., pp. 234-236. <<
[230] Ibíd., pp. 280-284. <<
[231] Cf. Irving Babbitt, Democracy and Leadership; Rousseau and Romanticism; The New Laokoön. <<
[232] La frase llama la atención a una laguna curiosa en el idioma inglés. El verbo «contener» (restrain) tiene la forma de sustantivo «restricción» (restraint), pero el verbo «refrenar» (refrain) (aunque similar en origen a través del latín y el francés) no tiene forma de sustantivo «refrenación» (refraint). Para el sustantivo, estamos obligados a recaer, confusamente, en la «restricción» (restraint) (lo que implica coerción por parte de otros) o, asimétricamente, el «autocontrol» (self-restraint) o la «abstención» (abstention). El sustantivo «refrenación» (refraint) serviría a un propósito útil. <<
[233] Aristotle, Rhetoric. <<
[234] Bertrand Russell, Portraits from Memory, pp. 87 y 89. El pasaje fue citado en un artículo de Milton Hindus, «The Achievement of Irving Babbitt», en The University Bookman, August 1961. <<
[235] William James, The Principles of Psychology (New York, NY: Henry Holt, 1890), cap. 4, «Habit». <<
[236] Ludwig von Mises, Socialism (New Haven, CT: Yale University Press, 1951), pp. 452-453. <<
[237] Platón, The Republic, libro 1, p. 338-C. <<
[238] Ibíd., libro 1, 351-D y 352-B. <<
[239] Cf. Ludwig von Mises, Socialism, p. 53. <<
[240] K. R. Popper, The Open Society and Its Enemies (London: Routledge, 1945), vol. 2, p. 194. <<
[241] Marx y Engels deben haber estado preocupados por esta pregunta, ya que intentaron dar una respuesta en El manifiesto comunista. «Así como en el pasado parte de la nobleza se pasó a la burguesía, ahora parte de la burguesía se pasa al proletariado. Esto sucede especialmente en el caso de algunos de los ideólogos burgueses, que han logrado una comprensión teórica del movimiento histórico como un todo». Esta respuesta pudo haber sido halagadora para la vanidad de Marx y Engels, pero fue hecha a costa de la consistencia. Porque, si algunos espíritus raros pueden escapar de su ideología de «clase», ¿por qué no otros? <<
[242] Ver el artículo de H. B. Mayo «The Marxist Theory of Morals» en Encyclopedia of Morals (New York, NY: Philosophical Library, 1956). <<
[243] Richard LaPiere, The Freudian Ethic (New York, NY: Duell, Sloan and Pearce, 1959). <<
[244] 1948. <<
[245] 1953. <<
[246] Cf., por ejemplo, Morris R. Cohen y Ernest Nagel, An Introduction to Logic and Scientific Method (New York, NY: Harcourt, Brace, 1934), pp. 382-388. <<
[247] Capítulo 18, pp. 211-215. <<
[248] W Somerset Maugham, The Summing Up (New York, NY: Doubleday, Doran, 1943). <<
[249] W. Somerset Maugham, The Summing Up, p. 293. <<
[250] Ibíd., p. 294. <<
[251] Ibíd., p. 294-295. <<
[252] Ibíd., p. 307. <<
[253] Ibíd., p. 309. <<
[254] Alfred Ayer, Language, Truth and Logic (New York, NY: Oxford University Press, 1936). Específicamente en el capítulo 6, «Critique of Ethics and Theology», de donde están tomadas mis citas. <<
[255] Ayer, Language, Truth and Logic, p. 150, 158. <<
[256] Ibíd., p. 161, 163. <<
[257] (New York, NY: Henry Holt, 1944). Ver especialmente la sección «Meaning and Verifiability» en el capítulo 3, y el capítulo 8 «Values, Norms and Science». <<
[258] Karl Popper, The Logic of Scientific Discovery (London: Hutchinson, 1934, 1959; New York: Science Editions, 1961). <<
[259] Ibíd. Todas las citas referidas anteriormente son de la sección «Meaning and Verifiability», pp. 55-56. <<
[260] Karl Popper, The Logic of Scientific Discovery, p. 51. <<
[261] Shakespeare, King Henry IV, parte 1, acto 5, escena 1. Realmente no deseo acusar a los positivistas lógicos de inmoralidad (o de compartir los motivos de Falstaff), sino simplemente señalar los errores de razonamiento. Otros filósofos morales han aprendido mucho de ellos y se han visto forzados a aclarar sus propias ideas al intentar responderles. Todo esto ha redundado en progreso. Admiro la lucidez del estilo de Ayer y los profundos bordes de su pensamiento. Pero su entendible deseo de precisión y simplificación, con el cual simpatizo, lo llevó a caer en falacias de causa simple o de reducción y del falso dilema. <<
[262] Ibíd., pp. 47-48. <<
[263] Charles L. Stevenson, Ethics and Language (New Haven, CT: Yale University Press, 1944, 1960). <<
[264] Paul Edwards, The Logic of Moral Discourse (Glencoe, ILL: The Free Press, 1955). <<
[265] Refiero al lector que desee buscar un resumen del presente estado de la cuestión al admirable capítulo «Noncognitivism» en la obra de B. Brandt, Ethical Theory (Englewood Cliffs, NJ: Prentice-Hall, 1959). Allí el lector encontrará una lista de autores, libros y artículos sobre la controversia, a favor y en contra. <<
[266] Ayer, Philosophical Essays (London: Macmillan, 1954). Sin embargo, este ensayo apareció anteriormente en Horizon 20, n.º 117 (1949). <<
[267] Ibíd., p. 238. <<
[268] Ibíd., p. 248. <<
[269] Ibíd., p. 248. <<
[270] Ibíd., p. 249. <<
[271] Ibíd., p. 249. <<
[272] Charles L. Stevenson, Ethics and Language (New Haven, CT: Yale University Press, 1944). <<
[273] Ibíd., p. 79. <<
[274] Ibíd., 332. <<
[275] Ibíd., 332. <<
[276] Ibíd., p. 336. <<
[277] Este problema metodológico es muy grande para extenderse en él aquí. Para una discusión más completa, refiero al lector a la obra de Ludwig von Mises Human Action (New Haven, CT: Yale University Press, 1949), capítulo 2, «The Epistemological Problems of the Sciences of Human Action», pp. 30-71. <<
[278] P. H. Nowell-Smith, Ethics (Baltimore, MD: Penguin Books, 1954), p. 98. <<
[279] Karl R. Popper, «What Can Logic Do for Philosophy?», Aristotelian Society, supplementary vol. 22 (1948): p. 143. <<
[280] G. E. Moore, Principia Ethica (Cambridge, MA: Cambridge University Press, 1903). <<
[281] C. K. Ogden y I. A. Richards, The Meaning of Meaning (New York, NY: Harcourt Brace, 1930). <<
[282] Ibíd., p. 125. <<
[283] C. K. Ogden y I. A. Richards, The Meaning of Meaning. <<
[284] Estaba a punto de pedir disculpas por el neologismo, cuando se me ocurrió buscarla en el Oxford English Dictionary y encontré que estaba listada como una palabra «obsoleta» desde 1566. Pero el significado que se le daba es el de «una expresión de valor», el sentido exacto que yo pretendía. El adjetivo actual evaluativo sugiere una valoración o tasación explícita y no toma en cuenta los valores que están meramente implícitos o que se dan por sentados. <<
[285] La palabra «emotivo» inevitablemente sugiere un estado emocional y la mayoría de positivistas que la usan deben ser perfectamente conscientes de ello. Aunque aparenten utilizar «emotivo» como un término puramente descriptivo, no es difícil detectar el tono de burla que se esconde en ella. «Emotivo» es, en resumen, una palabra emotiva en sí misma, destinada a influir en la actitud del lector. Si la sustituyéramos por la palabra evaluativo desaparecerían dos terceras partes de la aparente fuerza del argumento de los emotivistas. Se verían reducidos a sostener que todos los términos valorativos son, incluso en la ética, ilegítimos o «sin sentido». <<
[286] Roscoe Pound, Justice According to Law (New Haven, CT: Yale University Press, 1951), p. 2. <<
[287] Herbert Spencer, The Principles of Ethics (New York, NY: Appleton, 1898), vol. 2, p. 46. <<
[288] Ibíd., vol. 2, pp. 46-47. <<
[289] Herbert Spencer, The Principles of Ethics. <<
[290] Henry Sidgwick, The Methods of Ethics (London: Macmillan, 1877), pp. 246-247. <<
[291] Bruno Leoni, Freedom and the Law (Princeton, NJ: Van Nostrand, 1961), p. 15. <<
[292] Hastings Rashdall, Theory of Good and Evil (London: Oxford University Press, 1907), vol. 1, p. 223. <<
[293] Hastings Rashdall, Theory of Good and Evil. <<
[294] Ibíd., p. 224. <<
[295] Ibíd., p. 233. <<
[296] Ibíd., p. 240. <<
[297] Herbert Spencer, The Principles of Ethics, vol. 2, pp. 58-59. <<
[298] Los estudiantes de economía reconocerán que el método que estoy adoptando es análogo al uso en economía de la hipótesis de Robinson Crusoe o del individuo aislado. Esta hipótesis simplificadora ha sido ridiculizada frecuentemente por Karl Marx y otros, pero a mi criterio es esencial, no solo para la enseñanza de los principios básicos de la economía a los principiantes, sino para que los mismos economistas sofisticados puedan clarificar su pensamiento sobre muchos problemas. Una de las razones por la que hay muchos planteamientos sin sentido en los textos económicos modernos es que este método ha sido despreciado. La ética estaría en un estado más avanzado del que está si los filósofos morales, en relación con muchos de los problemas, hubieran empezado más a menudo con el postulado del individuo aislado y después se hubieran pasado a postular una sociedad de dos, de tres, etc., en lugar de saltar de una vez a «la gran sociedad». Creo que esto se aplica a otras ciencias sociales como la economía y la sociología. El uso cuidadoso de este método hubiera evitado que se plantearan algunas de las principales falacias, como, por ejemplo, la de los llamados «agregados» o la «macroeconomía». <<
[299] Ludwig von Mises, Theory and History (New Haven, CT: Yale University Press, 1957), pp. 54, 56, 61. <<
[300] Herbert Spencer, Principles of Ethics, vol. 2, pp. 58-59. <<
[301] Ibíd., pp. 60-61. <<
[302] § 62. <<
[303] David Hume, Inquiry Concerning the Principles of Human Morals (1752), p. 122. <<
[304] John Stuart Mill, Utilitarianism (muchas ediciones), cap. 5, pp. 73-75. <<
[305] La literatura sobre esta materia, por supuesto, es enorme. El lector que esté interesado puede consultar Free and Unequal de Roger J. Williams, director del Instituto de Bioquímica de la Universidad de Texas (University of Texas Press, 1953). <<
[306] Ver Roger J. Williams, Free and Unequal. <<
[307] Critique of the Social Democratic Program of Gotha. (Carta a Bracke, 5 de mayo de 1875). <<
[308] Este tema se desarrollará más en los siguientes capítulos sobre la ética del capitalismo y del socialismo. <<
[309] Cf., por ejemplo, M. Cranston, Freedom: A New Analysis (New York, NY: Longman, Green & Co., 1953) y Mortimer Adler, The Idea of Freedom: A Dialectical Examination of the Conceptions of Freedom (New York, 1958). <<
[310] F. A. Hayek, The Constitution of Liberty ((Chicago, IL: university of Chicago Press, 1960). <<
[311] Bruno Leoni, Freedom and the Law (Princeton, NJ: Van Nostrand, 1961), p. 3. <<
[312] Para una lista de referencias muy completa ver F. A. Hayek, The Constitution of Liberty. <<
[313] Ibíd., p. 19. <<
[314] Ver Leoni, Freedom and the Law, p. 4; y Hayek, The Constitution of Liberty, pássim. <<
[315] Henri Poincaré, Derniéres pensées (París: Flammarion, 1913), p. 244. Ver Ludwig von Mises, Theory and History (New Haven, CT: Yale University Press, 1957), pp. 73-83; del mismo autor, The Ultimate Foundation of Economic Science (Princeton, NJ: Van Nostrand, 1962), pássim; y Moritz Schlick, Problems of Ethics (New York, NY: Dover, 1962), cap. 7. Primera publicación en 1939. <<
[316] Cf. Ludwig von Mises, Theory and History, pp. 77-78. <<
[317] Julian Huxley, Evolution in Action (New York, NY: Harper & Bros., 1953), p. 75. <<
[318] Ibíd., p. 77. <<
[319] Joseph Wood Krutch, The Measure of Man (Indianapolis, IN: Bobbs-Merrill, 1953), pp. 120-121, 122, 124-125. <<
[320] Un excelente análisis del tema puede hallarse en John Hospers, Human Conduct (New York, NY: Harcourt, Brace & World, 1962), «Determinism and Free Will», sec. 24, pp. 502-521. <<
[321] El ejemplo fue tomado de Rashdall, Theory of Good and Evil, vol. 2, p. 330. <<
[322] Thomas Middleton. <<
[323] Robert Herrick. <<
[324] Shakespeare. <<
[325] Mary Wortley Montague. <<
[326] The Hitopadesa (c. 500), introducción. <<
[327] Martin Luther. Cf. H. L. Mencken, A Dictionary of Quotations. <<
[328] Ludwig von Mises, Theory and History, p. 178. <<
[329] Spinoza, Ethics (1677). <<
[330] F. A. Hayek, The Constitution of Liberty (Chicago, IL: Chicago University Press, 1960), p. 73. <<
[331] Henry Sidgwick, The Methods of Ethics (London: Macmillan, 1874), p. 58. <<
[332] Ibíd., pp. 61-62. <<
[333] David Hume, Treatise of Human Nature (1740), libro 2, parte 3, sec. 2. <<
[334] Thomas Hobbes, Leviathan (1651), parte 2, cap. 21. <<
[335] Páginas 282 y 278. Toda la discusión de Ayer sobre esta materia es excelente. Estoy especialmente feliz de enfocar la atención a esta después de mis duras críticas a su positivismo moral. Otras excelentes discusiones sobre la controversia del determinismo y el libre albedrío, que llegan a la misma conclusión, se encuentran en Moritz Schlick, «¿When is a Man Responsible?», Problems of Ethics ([1931], traducción al inglés, 1939), cap. 7; F. A. Hayek, The Constitution of Liberty, pp. 71-78; y John Hospers, «Moral Responsibility and Free Will», Human Conduct, cap. 10. (Este último libro contiene una extensa bibliografía sobre la materia).<<
[336] Paul Vinogradoff, Common-Sense in Law, Home University Library (New York, NY: Henry Holt, 1914), pp. 61-62. Estoy en deuda con la discusión de Vinogradoff sobre la naturaleza de los derechos en la ley positiva. <<
[337] Ibíd., pp. 68-69. <<
[338] Ibíd., p. 70. <<
[339] Una historia erudita y esclarecedora acerca de esto puede encontrarse en Leo Strauss, Natural Right and History (Chicago, IL: University of Chicago Press, 1953). <<
[*] N. del T.: en inglés: of, to.<<
[**] N. del T.: en inglés: from.<<
[***] N. del T.: en inglés: liberty, a diferencia de freedom, que es el usado en el párrafo anterior.<<
[340] Ver George Santayana, Dominations and Powers (New York, NY: Scribner’s, 1951), p. 58n. <<
[****] N. del T.: otra vez utilizando el término freedom.<<
[341] Hastings Rashdall, The Theory of Good and Evil (London: Oxford University Press, 1907), vol. 1, p. 227. <<
[342] Justice Oliver Wendell Holmes, Jr., The Common Law (Boston, MA: Little, Brown, and Co., 1881). <<
[343] John Locke, Two Treatises of Civil Government (London: Awnsham and Churchill, 1689), libro 2, cap. 2, sec. 6. <<
[344] Schenck v. United States, 249 U. S. 52. <<
[345] Para la defensa de este sustantivo, ver la nota 232 del capítulo 22. <<
[346] Ludwig von Mises, The Free and Prosperous Commonwealth (Princeton, NJ: Van Nostrand, 1962), p. 144. <<
[347] David Hume, Essays: Moral Political and Literary (1740), p. 198. <<
[348] Profesor Manley O. Hudson en International Legislation, I, xxxvi. <<
[349] Apéndice. <<
[350] J. L. Brierly, The Law of Nations, 5.ª edición (Oxford: Clarendon Press, 1955), p. 316. <<
[351] J. L. Brierly, The Law of Nations. <<
[352] W. E. Hall, Treatise on International Law, 8.ª edición (Oxford: Clarendon Press, 1924), p. 65. <<
[353] Ibíd., p. 322. <<
[354] The Law of Nations, p. 317. <<
[355] R. v. Dudley and Stephens (1884), 14 Q. B. D. 273.<<
[356] U. S. v. Holmes, (1842) I Wallace Junior, I. <<
[357] Ibíd., pp. 317-318. <<
[358] Puede hallar suficientes en Bertrand Russell y algunas respuestas excelentes dadas por Sydney Hook (cf. la reseña que Hook hace de la obra de Russell «¿Has Man a Future?» en el New York Times del 14 de enero de 1962). <<
[359] Herbert Spencer, «The Duty of the State», en Social Statics (1850). <<
[360] Little Essays Drawn from the Writings of George Santayana (1920), p. 164. <<
[361] Wilhelm Röpke, International Order and Economic Integration (Dordrecht, Holland: D. Reidel Publishing Co., 1959), pp. 28-30. Edición original en alemán, 1954. <<
[362] Cf. Human Action, por Ludwig von Mises, un libro sobre los principios de la economía. <<
[363] Human Conduct, por John Hospers, un libro sobre los principios de la ética. <<
[364] Cf. Ludwig von Mises, Human Action, Socialism, etc. <<
[365] Adam Smith, The Wealth of Nations (1776), libro 1, capítulo 1. La frase ya había sido utilizada y el tema planteado en un pasaje del libro de Mandeville, Fable of the Bees, parte 2 (1729), diálogo 6, p. 335. El lector notará cierto traslape y duplicación de las citas de Adam Smith y Philip Wicksteed en este capítulo con las de los mismos autores en el capítulo 6, «Cooperación social». Pero creo que esta duplicidad se justifica en el interés del énfasis y para ahorrarle al lector la inconveniencia de volver a ese capítulo para recordarse de las pocas oraciones repetidas aquí. <<
[366] Ibíd. (ed. Cannan), p. 12. <<
[367] Ludwig von Mises, Socialism: An Economic and Sociological Analysis (traducción al inglés, Macmillan, 1932), p. 299. <<
[368] Ludwig von Mises, Human Action, p. 144. <<
[369] Adam Smith, The Wealth of Nations (ed. Cannan), p. 18. <<
[370] Ludwig von Mises, Human Action, p. 143. <<
[371] Adam Smith, The Wealth of Nations (ed. Cannan), vol. 1, p. 16. <<
[372] Ibíd., vol. 1, p. 421. <<
[373] Ver Murray Rothbard, Man, Economy, and State (Princeton, NJ: Van Nostrand, 1962), volumen 1, p. 440, nota al pie de página. Ver también, en la misma obra, pp. 85-86. <<
[374] Philip Wicksteed, The Common Sense of Political Economy (London: Macmillan, 1910), p. 158. Todo el capítulo «Business and the Economic Nexus», de donde provienen las presentes y posteriores citas, es una exposición brillante que merece el más cuidadoso estudio. <<
[375] Ibíd., pp. 171, 172. <<
[376] Ibíd., p. 180. <<
[377] Ibíd., p. 174. <<
[378] Cf. Israel Kirzner, The Economic Point of View (Princeton, NJ: Van Nostrand, 1960), p. 66. <<
[379] Ver la introducción del profesor Lionel Robbin a la edición de 1933 de la obra de Wicksteed The Common Sense of Political Economy: «Antes de que Wicksteed escribiera, era posible para los hombres inteligentes aprobar la creencia de que toda la estructura de la economía dependía de la premisa de un mundo de hombres económicos, que actúan por motivos egocéntricos o hedonístas… Wicksteed destrozó este concepto erróneo de una vez por todas». (p. XXXI). <<
[380] Ludwig von Mises, Human Action, pp. 144-147. <<
[381] Ludwig von Mises, Socialism: An Economic and Sociological Analysis (English translation; Macmillan, 1932), p. 432. <<
[382] Ibíd., 397-398. <<
[383] Por ejemplo, Eugen von Böhm-Bawerk, Karl Marx and the Close of his System (1896); Ludwig von Mises, Socialism (1936) y Human Action (1949). Prácticamente toda la literatura económica moderna, al aceptar la teoría de la productividad marginal de los salarios, es, en efecto, una refutación de la teoría marxista de la explotación y una aceptación substancial de las conclusiones de J. B. Clark. <<
[384] John Bates Clark, The Distribution of Wealth, pp. 3-4. <<
[385] Ibíd., p. 9. <<
[386] Los antiguos textos económicos (por ejemplo de finales del siglo diecinueve y principios del siglo veinte) comúnmente dedicaban capítulos e incluso secciones separadas a la «producción» y la «distribución» respectivamente. Esto tendía a confundir. La riqueza no se «produce» primero y luego se «distribuye». Esto es un concepto erróneo del socialismo. Si un granjero levanta una cosecha por sí mismo, él obtiene toda la cosecha porque él la produjo. No se le «distribuye» simplemente no se le despoja de ella. Si la vende en el mercado, obtiene a cambio el valor monetario de mercado de la cosecha, así como un trabajador recibe el valor monetario de mercado por su trabajo.<<
[387] Para una descripción más detallada de este proceso, ver Henry Hazlitt, «How the Price System Works», Economics in One Lesson (Harper, 1947; McFadden, 1962), capítulo 16. <<
[388] Ver especialmente el trabajo de Ludwig von Mises, incluyendo su popular obra Planning for Freedom (South Holland, ILL: Libertarian Press, 1952), en particular el capítulo «Middle-of-the-Road Policy Leads to Socialism». También puedo referir a los lectores interesados a mi obra Economics in One Lesson. <<
[389] Philip Wicksteed, «Business and the Economic Nexus», The Common Sense of Political Economy, capítulo 5, pp. 183-185. <<
[390] Murray N. Rothbard, Man, Economy, and State (Princeton, NJ: Van Nostrand, 1962), pp. 85-86. <<
[391] F. A. Hayek, «The Moral Element in Free Enterprise», en The Spiritual and Moral Significance of Free Enterprise (New York, NY: National Association of Manufacturers), pp. 26-27. <<
[392] Philip Wicksteed, The Common Sense of Political Economy, p. 154. <<
[393] Friedrich A. Hayek, «The Moral Element in Free Enterprise», en The Spiritual and Moral Significance of Free Enterprise, pp. 32-33. <<
[394] William Shakespeare, Much Ado About Nothing, acto 4, escena 1, línea 219. <<
[395] Ver especialmente el ensayo de Ludwig von Mises, «Middle-of-the-Road Policy Leads to Socialism», en su obra Planning for Freedom (South Holland, ILL: Libertarian Press, 1952). También el ensayo de Gustav Cassel, From Protectionism Through Planned Economy to Dictatorship (London: Cobden-Sanderson, 1934). <<
[396] Para ver muchos ejemplos específicos refiérase a la obra de Henry Hazlitt, Economics in One Lesson. <<
[397] Edward Bellamy, Looking Backward: 2000-1887, cap. 28. (Muchas ediciones). <<
[398] Ludwig von Mises, Socialism, p. 451. <<
[399] Ver Eugen Böhm Bawerk, Karl Marx and the Close of His System; J. B. Clark, The Distribution of Wealth; y Ludwig von Mises, Socialism. <<
[400] Ver el argumento tremendamente locuaz para este ideal en la obra de Bernard Shaw, The Intelligent Woman’s Guide to Socialism and Capitalism (New York, NY: Brentano’s, 1928). <<
[401] Ver Henry Hazlitt, Time Will Run Back (New Rochelle, NY: Arlington House), pp. 88-93. <<
[402] Relaté esta historia en un artículo publicado en Newsweek, el 27 de junio de 1949. <<
[403] La tasa más alta en los Estados Unidos, hasta 1963. <<
[404] Ver especialmente los capítulos sobre impuestos y seguridad social en la obra de F. A. Hayek, The Constitution of Liberty. <<
[405] L. Garvin, A Modern Introduction to Ethics (Boston, MA: Houghton, 1953), p. 460. <<
[406] F. A. Hayek, «The Moral Element in Free Enterprise», essay in symposium The Spiritual and Moral Significance of Free Enterprise (New York, NY: National Association of Manufacturers, 1962), p. 31. <<
[407] Ibíd., pp. 31-32. <<
[408] Citado por Max Eastman en Reflections on the Failure of Socialism (New York, NY: Devin-Adair, 1955), p. 83. <<
[409] Para este registro económico y de guerra, ver Ludwig von Mises, Omnipotent Government (Yale University Press, 1944). <<
[410] Max Eastman, «The Religion of Immoralism», en Reflections on the Failure of Socialism (New York, NY: Devin-Adair, 1955), cap. 7, p. 83. <<
[411] Ibíd., p. 85. <<
[412] Ibíd., p. 87. <<
[413] Ibíd., pp. 87-88. <<
[414] Ibíd., p. 88. <<
[415] Fyodor Dostoyevsky, The Brothers Karamazov (1880), parte 3, libro 11, capítulo 8. <<
[416] George Santayana, Dominations and Powers (New York, NY: Scribner’s & Sons, 1951), p. 156. <<
[417] John Stuart Mill, «The Utility of Religion», en Three Essays on Religion (London: Longmans, 1874). <<
[418] Morris R. Cohen, «The Dark Side of Religion», en The Faith of a Liberal (New York, NY: Henry Holt, 1946), pp. 348-352. <<
[419] Hastings Rashdall, Ethics (London: T. C. & E. C. Jack, 1900), pp. 92-93. <<
[420] Éxodo 21: 24-25 <<
[421] Mateo 5: 38-39, 43-44. <<
[422] Juan 13:34. <<
[423] Éxodo 21:2, 12, 17; 22:18. <<
[424] Debemos recordar, sin embargo, que el mandato «amar al prójimo como a ti mismo» ocurre en el Antiguo Testamento (Levítico 19:18), así como en el Nuevo Testamento (Lucas 10:27). <<
[425] Marcos 1:15. <<
[426] La cita es de Ludwig von Mises, Socialism (New York, NY: Macmillan), pp. 413-414, pero Mises solo está resumiendo los puntos de vista de teólogos como Harnack, Giessen y Troeltsch. <<
[427] George Santayana, Dominations and Power (New York, NY: Scribner’s 1951), p. 157. <<
[428] Henry Sidgwick, Outlines of the History of Ethics (London: Macmillan, 1949), pp. 141-142. Primera publicación en 1886. <<
[429] Refiero al lector a muchos pasajes del trabajo de Charles Darwin, Herbert Spencer, E. P. Thompson, G. J. Romanes, Prince Kropotkin, C. Lloyd Morgan, W. L. Lindsay, E. L. Thorndike, Albert Schweitzer, R. M. Yerkes, H. Eliot Howard, W. C. Allee, F. Alverdes, Wolfgang Köhler, Konrad C. Lorenz, Julian Huxley, W. T. Hornaday, David Katz, C. R. Carpenter, William Morton Wheeler y Joy Adamson. Creo que la moral tiene, por lo menos en parte, una base innata y basada en los instintos, y que esta se ha desarrollado por su valor de sobrevivencia, tanto a nivel individual como de la especie. Sin embargo, considero esto principalmente como un problema biológico en vez de un problema ético, y no discutiré eso aquí. Ver el próximo libro de Frances Kanes Hazlitt, The Morality of Animals. <<
[430] Felizmente encontré que esta conclusión no difiere esencialmente de la planteada por Stephen Toulmin: «Donde hay una buena razón moral para escoger un curso de acción en vez de otro, la moral no debe ser contradicha por la religión. La ética nos da las razones para escoger el curso “correcto”: la religión nos ayuda a ponerle corazón al hacerlo» An Examination of the Place of Reason in Ethics (Cambridge University Press, 1950), p. 219. Este caso lo sintetiza todavía más William James: «Sea que Dios exista, o que Dios no exista, arrodíllate ante el cielo azul que tienes encima de ti, ya que nosotros formamos, en cualquier caso, una república ética aquí en la tierra», «The Moral Philosopher and the Moral Life» (1891), en Pragmatism and Other Essays (New York, NY: Washington Square Press Book, 1963), p. 223.<<
[431] Me aventuro a sugerir este neologismo no solo para salvar sílabas, sino también para evitar cierta ambigüedad. Es confuso, a la vez que engorroso, referirse a los sistemas de ética como «teleológicos» o, simplemente, como «teleología». Ya que teleología (del griego telos, un fin, y logía, ciencia, doctrina o teoría de) tradicionalmente significa la creencia de que los fenómenos naturales son determinados no solo por causas mecánicas, sino por un diseño o un propósito más grande en la naturaleza. La creencia de que nuestras acciones o reglas de acción humanas deberían ser juzgadas por el o los fines que tienden a producir no tiene una conexión necesaria con la doctrina «teleológica» sobre la naturaleza o el universo. Teleotismo, teleotista, teleótico, etc., se forman al eliminar logía e insertar la t por eufonía.<<
[432] Arthur O. Lovejoy, The Thirteen Pragmatisms and Other Essays (John Hopkins Press). <<
[433] Esto no es solo porque ha desarrollado algunas connotaciones negativas, como resultado de confusiones previas, o porque ahora cubre una gran variedad de puntos de vista, sino porque desde el principio ha sido demasiado incómodo e inmanejable (ver la nota 67, capítulo 8). Utilitarismo de reglas (rule-utilitism) es una descripción manejable de un sistema, pero utilitarianismo de reglas (rule-utilitarianism) es intolerable. Utilitariano (utilitarian) y utilitarianismo (utilitarianism) son, después de todo, términos deliberadamente inventados y comparativamente recientes, con solo un siglo y medio de historia. No es presuntuoso sugerir que pueden ser útilmente acortados. <<
[434] Excepto por Ludwig von Mises quien, desafortunadamente, no ha escrito ningún trabajo sobre ética, sino que ha confinado sus observaciones sobre los problemas éticos a breves pasajes en sus excelentes trabajos de economía. Otros escritores, entre quienes Herbert Spencer es un ejemplo notable, reconocieron explícitamente y con ese nombre la necesidad de la «cooperación social», pero solo lo hicieron entre paréntesis, sin darle el o un lugar central en su sistema. <<