Vita brevis, ars longa…
(La vida es breve y el arte largo)
—¿Qué es un hombre sabio, Lucio?
—Tú, maestro.
—Muchas gracias, pero me refería a todo aquello que configura a un hombre sabio. ¿Cuáles dirías que son las características de un hombre sabio?
—La instrucción.
—Sí, cultivar intereses y el deseo de aprender.
—¿Qué más?
—La bondad…
—No está en la lista, pero debería. La libertad, el sabio, tiene como principal precepto vivir en libertad, no estar sujeto a nada más que a su propio juicio.
—¿Qué más?
—Permanecer soltero.
—¡Exacto! Los sabios tienen una verdadera manía a las mujeres y a formar una familia. La cual cosa quiere decir que son muy poco sabios… Hablaremos de las mujeres mañana.
—Pero tú no has formado una familia.
—Pero he amado, y no he tenido miedo a atarme y a la vez he valorado mi libertad sin tener miedo a estar solo. Pero sigamos. También dan una gran importancia a la amistad y rechazan las riquezas y se apartan de ciertos placeres. Aquellos placeres cuya consumación puedan acarrear más dolor que placer, como el abuso del vino.
—Y, en cuanto a la amistad… No sé si se refiere a alguien concreto o a la humanidad entera.
—Sea amistad de alguien conocido o querido o a todos los hombres, siempre tiene relación con desear lo mejor a los demás, quererles bien. ¿En que ámbitos crees que se puede desarrollar el ser humano?
—Tanto en la vida pública como en la vida solitaria… —contestó Lucio.
—Más o menos, Aristóteles habla de la vida voluptuosa, política y teorética. Para Aristóteles la mejor es la última porque la felicidad tiene que ver con la sabiduría. Pero todas las vidas, creo, pueden ser buenas, excepto las que son un atributo a los placeres y al propio egoísmo. La única cosa que sé es que una buena vida necesita un mínimo de bienes externos: no pasar frío, tener comida, bebida, una casa… sin ello, en la extrema pobreza, no es posible ni la felicidad ni cumplir ningún destino de ser hombres.
—¿Y qué lugar ocupa el término medio en la sabiduría?
—Un lugar preeminente. Para decidir el bien es necesario buscar el término medio entre dos extremos. La valentía es el término medio entre la cobardía y la temeridad, y, la generosidad, entre la tacañería y la prodigalidad. El hombre sabio sabrá siempre escoger entre un punto equidistante entre los extremos.
—Escoger, saber… parece que la felicidad es más una actividad que un estado o una posesión. Que la felicidad es más un experimento que una teoría, y que para sumergirse en una vida dichosa hay que desnudarse de teorías y tirarse al agua.
—Sí, la bondad es más una actividad que un conocimiento. A diferencia de lo que considera Sócrates, conocer el bien no es hacerlo. Hace falta una actuación práctica, una acción repetida en el tiempo, una adquisición de hábitos. Y esto es todo, Lucio.
—Creo que hay más…
—¿A qué te refieres?
—Me has hablado de los grandes atributos para ser un hombre sabio y feliz, pero no solo de grandes características existenciales vive el hombre. También estamos hechos de los pequeños gozos poco valorados que tanto llenan una vida: una conversación, un paseo, una buena obra de teatro, un vaso de vino y cuidar del jardín, como hizo en su día Epicuro.
—Me doy cuenta —añadió Lucio— de que la felicidad es más un experimento que una teoría, y que para sumergirse en una vida dichosa hay que desnudarse de teorías y tirarse al agua.