Omnia praeclara rara
(Todo lo que es excelente es raro)
—Nuestra arquitectura, Lucio, debe mucho a las construcciones etruscas. Nuestras primeras obras fueron sólidos aparejos de enormes bloques de piedra, labrados o en bruto, y sentados en seco. Todos ellos se construyeron bajo la dirección y quién sabe si las manos de artesanos etruscos.
—¿No aprendimos de los griegos?
—Sí, pero más tarde pasamos de una tutela a otra, de la etrusca a la griega. De ambos debemos un tipo de construcción basado en grandes bloques aparejados en seco. No es malo saber que nuestros antepasados van más allá de Rómulo y Remo. Nos influenciaron los etruscos y los griegos, y lo hicieron porque compartimos la misma manera de ver la realidad. Estas tres arquitecturas manifiestan en cada piedra la superación de un reto, en cada piedra hay una dificultad vencida. Cuando Roma alcanza su grandeza no olvida la tradición de la que parte: las columnas de granito, los machones monolíticos, los arranques de las bóvedas, los grandes sillares de roca labrada de los anfiteatros. A pesar de la diferencia de estilo, seguimos andando bajo una misma historia. Otros pasarán por nuestro camino, a Roma también le llegará un día que ya no estará en todo lo que vemos, que simplemente será la historia donde habrá de pisar aquello que aún está por llegar.
—Habrá un día que para hacer una gran obra se tenga que pasar por la historia etrusca, griega y romana…
—Sí, pero no olvides una cosa: a pesar de tanta tradición, de tanto camino andado y que se debe volver a andar cada vez que queramos hacer un nuevo paso, a pesar de tantos ejemplos, tanta escuela, tantos modelos. Una obra excelente sigue siendo rara. No lo olvides cuando te llegue el momento de poder hacer una de ellas.