Zayin nunca había visto a Amal en ese estado, tan nerviosa, sin escolta, paseando sola por la cantera, preguntando por Taurus. ¿Por qué le interesaba Taurus? ¿Por qué llevaba más de dos horas mirando las marcas de cantero? De pronto, una enorme sospecha se apoderó de él. Miró lenta y detalladamente el acueducto, observó una a una las marcas de cantero y rápidamente identificó la que representaba una cabeza de toro: se refería a Taurus. Amal había encontrado el asesino de Arístides. El maldito Arístides había dejado pistas en las marcas de cantero.
Había que anticipar el día. Había planeado con Tito liberar una serpiente venenosa en el estudio de arquitectura y pensaban hacerlo al cabo de unas semanas. Pero deberían anticipar el asesinato, para que el estúpido descubrimiento de la maldita albina no hiciera fracasar todos sus planes. Esta vez no podían dejarlo en manos de los arévacos, panda de inútiles que ni acertaron en el barco ni en el camino hacia Segovia. Tampoco podían confiar en los seguidores de la secta del Sol, que no habían parado de chantajearlos desde que habían perpetrado el asesinato del maestro. Esta vez, debía hacerlo él personalmente, y sin intermediarios. Tenía que actuar inmediatamente, sin perder tiempo en consultas con Tito.
Habían comprado, procedentes directamente de Etiopía, diferentes ejemplares de una serpiente muy venenosa: la mamba negra, de un color gris metálico, con una boca profundamente negra.
Zayin llegó al taller de arquitectura y se sintió afortunado. Esperó pacientemente hasta que Amal salió del estudio, y se alegró de ver que en la pared había un agujero y una caja. Cuando la abrieran, la serpiente, colocada en su interior, se sentiría amenazada e inmediatamente atacaría a su agresor.
Miró la caja, desdobló la nota de Arístides, con las dos señales: la I de Zayin y el nombre de Tito. Tenía que acabar cuanto antes con Lucio, solo era cuestión de horas que supiera toda la verdad.
Había hecho la operación de colocar la serpiente deprisa e impecablemente, nadie le había visto. Ahora solo le quedaba aguardar.