Nota aclaratoria

Este libro tiene una indudable base histórica. Todo lo que se dice respecto al acueducto de Segovia ha sido contrastado con los datos proporcionados por la escasa bibliografía que existe sobre su construcción. Nos ha llegado poca información acerca del trazado romano de esta obra de ingeniería hidráulica, exceptuando lo relativo a las arquerías y a las fuentes. Algunos especialistas consideran que el actual acueducto proviene de la época de Felipe V, en que se hallaba en estado ruinoso. Este hecho supondría que las marcas existentes en sus sillares —que son las que aparecen en la novela— no pertenecen a la época romana, sino que son posteriores. Otros, de gran relieve, atribuyen a la época romana algunas de sus marcas.

Las referencias históricas que se dan en la obra son reales, aunque no se ajusten estrictamente a la verdad. Es decir, si se trata de describir los tipos de prostitutas o de explicar cómo se calentaba el agua en las termas, la información que se da es cierta. Tratándose de un texto literario, los personajes son ficticios. No consta la existencia de un arquitecto con el nombre de Lucio ni de una mujer albina llamada Amal. No se sabe con exactitud quiénes fueron los artífices que llevaron a cabo el acueducto. Tampoco existió Tito, el duunviro, ni el nombre del gobernador en la época en que se realizó la obra era Fabio. Aun así, la mayoría de los aspectos sobre la sociedad romana son ciertos como, por ejemplo, la manera con que se castigaba el parricidio. También me he documentado sobre informaciones concretas como pueden ser los días que se tardaba en hacer la travesía de Ostia a Tarraco.

Nada ni nadie pueden probar que se creara durante el imperio una casa de acogida, seguramente en aquella época la sensibilidad hacia la prostitución no era como en la nuestra. Sin embargo, he llegado a la conclusión de que los romanos eran parecidos a nosotros. Por otra parte, personas buenas, sensibles y protectoras ha habido y habrá siempre a lo largo de la historia. Si en una sociedad esclavista el escritor Petronio se compadeció y quiso proteger a los esclavos, ¿por qué otros romanos no podrían hacer lo mismo recogiendo a los neonatos abandonados?

Es posible que, en aquella época, no todos los oprimidos fueran conscientes de su situación o quizá sí que lo fueron, pero no tenemos suficientes pruebas de ello hasta que no lo confirmen historiadores posteriores.

No obstante, puede ser que, a pesar del estudio y del esfuerzo realizado, aparezcan en el texto errores e imprecisiones, incluso después de su revisión.

Pero este no es un libro de historia, sino que narra una historia en su contexto. Mi propósito era tejer un argumento que planteara cómo un personaje encuentra su propio lugar en el mundo, y lo difícil que es hallar soluciones colectivas. Quería tratar sobre el amor, los principios y los valores; en definitiva, sobre la vida, a través de una historia situada en un punto determinado de la geografía y de la cronología.

He intentado construir una novela correctamente ambientada, que pueda gustar a quien la lea y también a mí, aunque soy consciente de que algún aspecto pueda no satisfacer plenamente a los especialistas.

Así pues, el contenido de estas páginas podría ser cierto, aunque solo en parte sea verídico y comprobable en los textos históricos.