Caminaba por detrás de la tienda bajo la luz de la luna. Se envolvía con un retazo de alfombra alrededor de los hombros temblorosos, pero no podía recordar dónde lo había conseguido. La alfombra estaba mugrienta pero abrigaba, y se la ciñó con fuerza. Se le ocurrió que en realidad andaba en círculos alrededor de la tienda, y que esta podría ser su segunda, tercera, o incluso cuarta vuelta. Se le ocurrió que estaba buscando su Expedition, pero cada vez que no lo encontraba detrás de la tienda, olvidaba que había mirado y volvía a hacer el mismo camino. Se olvidaba porque la habían golpeado en la cabeza y violado y estrangulado y sufría un shock. Se le ocurrió que tal vez le sangrara el cerebro; ¿cómo saber algo así, a menos que uno se despertara con los ángeles y estos se lo contaran? La ligera brisa de la tarde soplaba ahora un poco más fuerte, y el tic-tic-tic del letrero de hojalata sonaba más alto. TE GUSTA LE GUSTAS.
—Seven-Up —murmuró. Su voz era ronca pero aún servible—. Eso es lo que es. A ti te gusta y tú le gustas. —Se oyó alzando su propia voz y entonando una canción. Poseía una buena voz, y el hecho de haber sido estrangulada la dotaba de una aspereza sorprendentemente agradable. Era como escuchar a Bonnie Tyler cantando bajo la luz de la luna—. ¡Seven Up, sabor refrescante… como un cigarro elegante!
Se le ocurrió que aquello no era correcto, y aun si lo fuera, debería estar cantando algo mejor que un jodido jingle publicitario mientras su voz conservara ese carraspeo; si ibas a ser violada y dejada por muerta en una tubería con dos cadáveres putrefactos, algo bueno tendría que salir de ello.
Voy a cantar el gran éxito de Bonnie Tyler. Voy a cantar «It’s a Heartache». Seguro que me sé la letra, estoy segura de que está en el trastero que todo escritor tiene en el fondo de su…
Pero entonces volvió a ausentarse.