A Amalia y Victorio, mis padres.
Se fueron sin que les preguntara por su pasado.
A Joaquín, mi compañero,
por lo que compartimos.
Me arrastró cuando estaba vencida.
A Carlota y a Javier,
por las muchas horas robadas.
A mi hermana Sagrario y demás mujeres de mi familia.
Sin lo que mamé entre ellas no habría podido seguir
a las protagonistas de esta historia.
A mi hermano Miguel,
por lo que nos soportamos.