[A los cincuenta años de la muerte de Juan Fernández Ayala, Juanín
(Potes, 1917–Vega de Liébana, 1957)]
Del cincuenta y siete, abril,
miércoles y veinticuatro,
«¡Alto a la guardia civil!»,
se oyó de noche en La Vega,
llegando en Liébana el fin
de la Brigada Machado,
y en la curva del molino
quedó Juanín recostado.
Sirva este humilde cantar
como homenaje y recuerdo
a todos los emboscados
que hasta el final resistieron
soñando un mundo mejor
a los fuegos del infierno,
siendo en la Quinta Brigada
del Norte los guerrilleros.
Vientos penosos soplaban,
Mejores los venden hoy,
Y aunque el mundo se desangra
Bolas a contar no voy;
Platico con el planeta
Y en esta conversación
Hambre, suplicio y dolor
Es casi lo que me cuenta.
Súbditos de monarquía,
regalo del dictador,
olvido, amnesia y porfía:
costumbres de ganador.
Nos es preciso vivir
en el maquis cotidiano
solo por la dignidad
que merece el ser humano.
Por todos los que se fueron
creyendo en la Humanidad,
¡salud de un republicano!
Y no se te olvide, hermano,
que todo tiene su fin
y aunque parezca baldío,
con la esperanza en la mano,
¡vivan Bedoya y Juanín!
Y todo tiene su fin,
y aún pareciendo baldío,
con la esperanza en la mano,
¡vivan Bedoya y Juanín!